Mesa de café

Fin de año

Erdosain

Esta vez no hay pocillos de café ni vasos de lisos en la mesa. Marcial ha decidido jugarse e invitó a los amigos a brindar por el año que se va y por el que viene con una copa de champagne. José, fiel a su identidad política, ha renunciado al champagne y ha pedido en su lugar una copa de sidra. Abel, como para no perder la costumbre, le recuerda que los peronistas que mandan hace rato que dejaron de tomar sidra.

—En realidad -acota Marcial-, les sigue gustando la sidra, pero como son cholulos incorregibles quieren que en público los vean tomando champagne, y si es caro, mucho mejor.

—Aflojen un poco, aunque sea a fin de año -reclama José-, no puede ser que nunca descansen. Hasta los gorilas más salvajes de vez en cuando duermen.

—Con ustedes nunca conviene quedarse dormido -observa Marcial.

—Ya que estamos levantando las copas -interrumpe Abel-, quiero brindar por un año que viene mejor que el que se va.

—¿Quién te enseñó a ser tan original para decir discursos? ¿Balbín?-le digo.

—Pero, además -continúa como si no me hubiera escuchado-, levanto mi copa por la salud de quien seguramente a partir de 2011 será el nuevo presidente de los argentinos, Julio Cleto Cobos.

—¿No es que lo habían expulsado de por vida? -pregunta José con insidia.

Abel está a punto de contestar, pero el que ahora interviene es Marcial, que levanta su copa para brindar por quien será el nuevo presidente de los argentinos: Carlos Alberto Reutemann -el Lole-, dice con su sonrisa, que hasta en esas circunstancias parece algo cansada y burlona.

—Los peronistas vamos a estar con Cristina o con Néstor -enfatiza José.

—¿Acaso Reutemann no es peronista? -pregunto.

—Yo no me hice peronista por Reutemann, me hice peronista por Perón y Evita y porque creo en la liberación nacional -recita José.

—Tampoco te hiciste peronista para estar con Menem, y tampoco para estar con Isabel -le contesta Marcial-. Me parece que cuando te hiciste peronista nadie se enteró, o tal vez te afiliaste al partido equivocado.

—¿Y vos, Erdosain -pregunta Abel-, no vas a brindar por nadie?

—Como anarquista que soy, no estoy con los candidatos, entre otras cosas porque no creo en ninguno de ellos.

—¿Ninguno te convence?

—De los que están dando vueltas, ninguno -respondo-; además, no creo en las elecciones. Si yo no me puedo representar a mí mismo, mucho menos puedo creer en que alguien me represente.

—El otro que está sin candidato es Quito -observa José, mientras el mozo recoge las copas y con un trapo húmedo limpia la mesa.

—¿Y por qué no tiene candidato? -inquiere Marcial.

—Ya lo dijo -recuerda en voz alta José para que Quito lo escuche-: mientras Patti esté preso, él va a votar en blanco.

Quito hace una señal afirmativa con la cabeza, pero no abre la boca. Después, con la bandeja cargada de copas y botellas vacías, se retira hacia el mostrador.

—Lo cierto -dice José- es que el año concluye y a pesar de todos estamos unidos.

—Unidos pero no confundidos -acota Abel.

—Eso explicáselo a Cobos -le digo-, que nunca se sabe si está unido, entreverado o haciendo la suya -cuestiona Marcial.

—Tal vez lo mismo pueda decirse de Reutemann -responde Abel.

—Insisto en que ninguno me convence. Antes que votarlos a ellos, estaría dispuesto a votarlo a alguno de ustedes; son mucho más previsibles y confiables -digo.

—No comparto -contestan al unísono Marcial, José y Abel.