Los desórdenes de la carne

El panorama se veía venir. A falta de datos oficiales, la inflación es un fenómeno que se “percibe”. El campo invitó al Gobierno a hablar de trigo.

Federico Aguer

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Según me confiesa un colega de la sección Economía de nuestra redacción, hay un dato de nuestra realidad que es inexorable: cada vez que aumenta la carne se dispara la inflación en la Argentina. El dato, que puede tener múltiples causas, demuestra ser preciso.

Días pasados, la Sociedad Rural de Rosario emitía un comunicado criticando al Gobierno Nacional por no solucionar los graves problemas de la ganadería, los que derivan en un aumento de los precios en la góndola. La entidad proponía “volver al libre mercado para incentivar la actividad ganadera”, en una clara referencia al desastre originado en la cadena productiva de la carne por las políticas intervencionistas a nivel nacional.

Según un estudio dado a conocer esta semana, la suba de precios de los últimos días promedió el 4,78 %. En 2009 la inflación finalizó con una suba cercana al 15 % para los analistas privados, porque para el INDEC apenas llegó al 6,7 % hasta noviembre. Desde esta columna, venimos anunciando que la gradual liquidación de vientres terminaría -entre otras cosas- en un aumento de los precios al consumidor.

Mientras tanto, ¿Qué hacen los K?. Venden “humo”. En lugar de atacar las causas, ensayan una respuesta cosmética. Según el INDEC, la producción de carne roja es el rubro industrial que más creció en 2009. Los analistas privados concuerdan con el dato de producción cárnica del indicador industrial EMI, pero aclaran que compara con los meses de más conflicto entre campo y Gobierno, restando importancia al dato.

La Mesa de Enlace se jugó a una apuesta diplomática para no volver a confrontar. En una movida curiosa y bastante audaz, decidió invitar al ministro Julián Domínguez al teatro en el que más de 500 productores trigueros -seguramente- criticarán el precario panorama que rodea a este cultivo en la Argentina.

Saben que, de negarse, el funcionario quedará en evidencia y demostrará falta de apertura al diálogo. Resta saber qué orden recibirá desde Olivos para responder al convite.

Lo cierto es que desde hace cuatro meses, cuando el Gobierno anunció devolver las retenciones a los pequeños productores trigueros, la promesa sigue sin cumplirse. En este escenario “mixto”, que no es ni intervencionista ni liberal puro, son los productores quienes más pierden, presa de la puja entre exportadores y la molinería. Al consumidor, mientras tanto, cada vez le cuesta más pagar el pan y la carne.