El fenómeno se produjo en la tarde del 10 de enero de 1973

Se cumplen 37 años del tornado que

golpeó a San Justo y dejó 50 muertos

El fenómeno climático arrasó gran parte del poblado dejando, además de los muertos, 500 heridos, 1.500 personas sin viviendas y una ciudad por reconstruir. El recuerdo de uno de los damnificados, casi cuatro décadas después.

Se cumplen 37 años del tornado que golpeó a San Justo y dejó 50 muertos

Sáenz Peña y Estanislao López. En esta esquina que fue arrasada por el meteoro, Miguel Ángel Maidana, hoy con 69 años, recuerda aquel fatídico día.

Foto: Corresponsalía San Justo

 

Carlos A. Yesciani

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Mañana se cumplen 37 años del tornado que provocó conmoción en la ciudad de San Justo aquel 10 de enero de 1973 y marcó un hito en la historia de la población norteña. Aproximadamente fueron 50 los muertos rescatados de los escombros de lo que alguna vez fuera un centro urbano, a los que se le sumaron más de 500 heridos. El resto del pueblo que sobrevivió a ese inusual ensañamiento de la naturaleza, colaboraba con albergues para las 1.500 personas que quedaron sin viviendas.

Las crónicas periodísticas de ese año revelaban la desesperación de las horas inmediatas a la tragedia. Un periodista del Diario El Litoral de Santa Fe, describía el desolador panorama que, según su propia apreciación no se podía definir con palabras: “El área devastada ofrecía, esa mañana (el día después del tornado), la imagen que deber ser común a los centros urbanos sometidos a un bombardeo, con la salvedad de que aquí fue la fuerza de la naturaleza y no la inconsciencia de los hombres la que sembró muerte y desolación”.

Tras el impacto del fenómeno climático, bomberos, obreros, policías, soldados y médicos venidos de todas partes trabajaban en la labor de remoción de escombros en busca del hálito de vida, seguidos por la azorada mirada de quienes trataban de escrutar entre los restos de sus viviendas, la razón de lo que no puede tener explicación. Mientras tanto, comenzaba a llegar ayuda alimentaria y material para los damnificados ofrecidos por el gobierno nacional y de distintas provincias que se solidarizaron con los pobladores sanjustinos.

Ese fatídico día; el cielo comenzó a oscurecerse rápidamente y exactamente a las 14.15, empezó a soplar el fuerte viento con ráfagas que alcanzaron una velocidad de 400 kilómetros por hora. Así lo determinaron los expertos en climatología, tal como remarcó en aquella oportunidad el periodista de El Litoral que cubrió el suceso.

El tornado tomó como eje unas dos cuadras paralelas al bulevar Roque Sáenz Peña que cruza la ciudad de norte a sur y se extendió por espacio de casi un kilómetro. Allí, la naturaleza descargó toda su ira.

“Me salvé de milagro”

El Litoral visitó la casa de Miguel Ángel Maidana en el mismo lugar que hace 37 años, la fuerza de la naturaleza borró todo lo que había. Precisamente la esquina de Sáenz Peña y Estanislao López, que fue arrasada por el vendaval. Maidana, hoy con 69 años, recuerda lo que sucedió aquel fatídico día y lo cuenta evocando imágenes que permanecen imborrables en su memoria.

“Ese día estaba en esta misma casa con mi señora y mi bebé que tenía un mes de vida. Justamente en diciembre mi hija cumplió también 37 años, como el tornado. Todavía vivían mis padres” recuerda con nostalgia. “Por suerte, mi señora y la bebé se refugiaron debajo de la mesada del baño, pero mi padre falleció por el derrumbe. Él estaba teniendo la puerta de frente y yo pude salvarme de milagro, estaba al lado en la ventana soportando el peso, hasta que cedió todo”.

“Cuando reaccioné, después del viento, estaba cubierto de escombros hasta el pecho y no sentía las piernas, nunca me voy a olvidar de ese momento”, reflexiona.

“Recuerdo -dice luego Maidana- que la gente de un taller cercano nos auxilió, y un médico enseguida me mandó a Santa Fe, al hospital Cullen”. Miguel Ángel tenía fractura de pelvis y en los dos brazos. Estuvo por más de dos meses internado en la capital provincial.

“Cuando volví a San Justo, y pasé por donde estaba mi casa, no lo podía creer, no había nada, era todo campo y montones de escombros”, evoca. “Después -se acuerda- nos fuimos a vivir a otro barrio, donde alquilamos una casita, y en el año 1976 cuando se habilitaron las casas que construyó el gobierno, volvimos a este mismo lugar”.

“Es un triste recuerdo -concluye Miguel- que uno nunca se va olvidar, y siempre que el tiempo está tormentoso, o comienza a soplar viento fuerte, realmente nos asustamos mucho. Es un mal presagio que siempre vivirá con nosotros”.


Después, la

reconstrucción

Luego del fenómeno la zona afectada fue reconstruida, y hoy el bulevar Roque Sáenz Peña, que fue el eje del tornado, es uno de los lugares más pintorescos y con buenas edificaciones de la ciudad. Después de casi cuatro décadas, es testigo de la fuerza de voluntad de los habitantes que supieron reconstruir, desde el dolor, sus vidas y la ciudad que los vio nacer.