ENTREVISTA AL FILÓSOFO JULIO DE ZAN

“La investigación filosófica tiene analogías con el trabajo del escritor en general”

Reconocido investigador y docente, fue distinguido como “santafesino ilustre” por el Concejo Municipal, en diciembre pasado. En diálogo con El Litoral, recordó sus inicios en la Filosofía y los aspectos más salientes de su trayectoria. Insistió, además, en dos de los temas más trabajados en su ensayística: la Ética y la Filosofía Política.

“La investigación filosófica tiene analogías  con el trabajo del escritor en general”

“La elaboración personal no se hace en la cabeza, debe hacerse en el papel”, indica el investigador, al tiempo que señala la importancia de volcar sobre el texto las ideas.

Foto: LUIS CETRARO

 

Estanislao Giménez Corte

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El estudio, de dos habitaciones, está impecable. Como no podía ser de otra manera, decoran el ambiente cientos y cientos de volúmenes que, en un orden sólo conocido por su dueño, dan la sensación de una suerte de “gravitación casi física de los libros”, como alguna vez escribió Borges. El escritorio da a un gran ventanal que da, a su vez, a Obispo Gelabert. En el otro ambiente hay una bella mesa pesada de madera. Julio de Zan nos invita a sentarnos, al diálogo, y desde allí, desde el llano, preguntamos. La excusa es el hecho de haber sido acreedor, recientemente, de la distinción de “Santafesino Ilustre” otorgada por el Concejo; entre otros tantos reconocimientos, ya en 1996, el entrevistado obtuvo el diploma al mérito de la Fundación Konex. La necesidad de edición, tan compleja cuando el diálogo se extiende, ofrece este resultado.

—¿Cuál es el primer recuerdo de su acercamiento a la Filosofía?

—Ese recuerdo es un poco tardío porque yo, en realidad, cuando inicié mis estudios universitarios, me inscribí en la Facultad de Filosofía y Letras, con la creencia ingenua y provinciana de que era una sola carrera. A mí, en realidad, lo que me interesaba eran las Letras, yo escribía poesía (...) sentía una vocación poética, después me di cuenta de que tenía que hacer una elección. No sé por qué opté por la Filosofía (...) después lo que me marcó y decidió mi vocación fue ese gran filósofo argentino que se llamaba Nimio de Anquín, a quien escuché en Buenos Aires, echado de la Universidad en Córdoba por la “Libertadora” (...) Leyendecker lo traía a la Católica y entonces me vine a Santa Fe (...) sus clases no eran didácticas, él agachaba la cabeza y pensaba en voz alta, se generaba un clima (...)

— A propósito de esto ¿qué relaciones ve usted entre Filosofía y Poesía? ... una podría ser que finalmente el trabajo filosófico lleva a la escritura...

— En primer lugar está esto que vos decís. A mí el Conicet me ha permitido dedicarme a escribir más que a dar clases (...) entonces ahí está (presente) la publicación. Pero aparte hay una relación más de fondo entre Filosofía y Poética, sobre todo, por ejemplo, con respecto al tema ético (...) También puede decirse que en relación con las preguntas últimas de la vida del hombre -el sentido de la vida, la perspectiva de la muerte- uno podría decir que muchas cosas son reveladas de forma mucho más sustantiva, llenas de contenido y de riqueza, por la Poesía y la Literatura que por la Filosofía (...) la Filosofía lo que puede ayudar a hacer es formular correctamente esas preguntas, a vivir con ellas, pero ni la Filosofía ni la Ciencia pueden dar una respuesta. También es por eso que nunca han podido sustituir a la Poesía y sobre todo a la Religión (...) la Filosofía ayuda a abrir estas preguntas y mantenerlas abiertas...

— Uno podría decir, además, que se presentan interrogantes nuevos todo el tiempo...

— También es cierto que el hombre tiene a su disposición una gran riqueza de respuestas, tanto desde el pensamiento filosófico occidental como del oriental, de la literatura, de la religión (...) la ética filosófica, lo que hace es reinterpretar, desde la situación actual, aquellos viejos textos, busca hacer nuevas aplicaciones de los problemas de la existencia contemporánea (...)

— Esa vocación temprana por la Literatura que mencionaba al comienzo ¿en qué momento de su vida se presenta, y qué autores lo deslumbraron?

— Estamos hablando de los años “50, en general el Modernismo. Yo era un gran lector de poesía: Ruben Darío, Leopoldo Lugones, Machado (...) en mi adolescencia, leía intensamente a un poeta cada año. Leía con pasión. Lamentablemente después, la urgencia y el trabajo, como investigador y docente, fue haciendo que uno no pudiera mantener la continuidad de esas lecturas.

—¿En qué línea o tendencia del espectro filosófico se lo puede inscribir? si es que pertenece a una línea filosófica determinada...

— Yo tengo una formación básica en la Filosofía clásica. Sigue siendo una fuente de realimentación permanente. Y también la Filosofía clásica alemana, que trabajé mucho. Inclusive estuve becado allá. Me ubico dentro de una línea de pensamiento de la Filosofía contemporánea alemana, cuyos autores más representativos son Habermas (que tuve como profesor), Apel (...)

— ¿Cuántos libros ha publicado?

— Eso depende. Hay muchos que son ensayos que van a revistas especializadas. Uno pone como libros propios, no sólo los que uno ha escrito de principio al final, solo, sino también aquellos otros que ha coordinado en la edición, y uno figura como compilador o editor. Libros propios, exclusivamente míos, son cinco o seis. Como compilador y coautor, habrá diez o quince más. En total son más de veinte. Pero la mayoría de los trabajos se publican como artículos de revistas, de esos habrá unos doscientos títulos publicados.

— Cuando emprende un trabajo, cualquiera sea ¿tiene un método regular o sistemático, le dedica determinado tiempo a la lectura bibliográfica, en qué momento del día prefiere hacerlo....?

— No hay una pauta que yo siga. Para empezar, un tema nunca surge de la nada, surge de otros temas que quizás uno viene trabajando, viene conectando. Hasta que uno dice, acá hay algo, uno ve que el tema está abierto. Luego viene una etapa de lectura, toma de notas, fichas, y después sí, la elaboración personal. La experiencia dice que no se puede hacer en la cabeza, se debe hacer en el papel, es decir que al comenzar a escribir uno va terminando de definir las ideas, aclarándolas, y ese trabajo de escritura es un trabajo artesanal que lleva mucho tiempo y dedicación (...) cada artículo tiene, por lo menos, cuatro o cinco redacciones. La investigación filosófica tiene mucho de analogía con el trabajo del escritor en general: hay momentos de inspiración, de creatividad, de productividad y hay momentos en donde uno dice, “esto no me convence, no sé por donde seguir”. Uno aprovecha todo el acervo que tiene, por eso yo necesito trabajar acá, en mi biblioteca, y a cada momento salta de manera inesperada, tal autor...

— ¿Qué significa el hecho de haber sido reconocido por el Concejo, qué valor le da?

— Tiene valor y significado social. (...) (Yo tuve) una actividad profesional relativamente conflictiva a veces dentro de esta ciudad, no me he sentido cómodo, al menos en las universidades santafesinas. De hecho, mi actividad laboral está toda afuera de Santa Fe. Soy profesor en Paraná y en Buenos Aires. Esto me reconcilia un poco con la ciudad. Creo que hay una suerte de mayor reconocimiento en el ámbito nacional que en el local.

— ¿Qué recuerdo tiene de la experiencia en la función pública, usted fue subsecretario de Cultura de la provincia?

— Primero fui secretario de Estado, con nivel de Ministerio; después hubo un ajuste presupuestario y sacaron toda la parte administrativa de la Secretaría de Cultura. Tengo un muy grato recuerdo; he tomado eso como un deber cívico, de comprometerse, con el medio, la sociedad. Y he tenido muchas veces la tentación de seguir esa línea en la gestión pública, pero he vuelto a lo mío, he tenido posibilidades de hacer carrera, pero es lo mismo que con la gestión universitaria: nunca he estado más de tres años, porque sino te desconecta demasiado... en trabajo de gestión, en la UNL y en la UCSF. Lo he tomado como una experiencia y como un aporte (...) pero tiene que ser por un tiempo limitado, porque si no ya es cambiar de profesión. No se puede compatibilizar la vida del funcionario con la del intelectual. Además sostengo que el intelectual tiene que ser independiente.

— ¿Por qué le ha interesado particularmente la cuestión de la Ética? ¿podemos sintetizar la relación que usted establece entre ésta y el denominado “giro lingüístico”?

-(...) en la Ética es fundamental el aporte del giro lingüístico porque tiene dos grandes tipos de problemas que se plantean: uno es el que mencionaba al principio, la búsqueda de respuesta a los interrogantes últimos; otro es el problema, contemporáneo, cómo lograr el diálogo en sociedades pluralistas, posconvencionales (...) donde hay diferentes posiciones respecto de aquellos problemas, divergentes y quizás incompatibles, porque hay creencias religiosas, o no creencias; esto dificulta el problema de encontrar, en la relación con los otros, normas morales que puedan ser reconocidas por todos, independientemente de las convicciones profundas, que son diferentes en cada grupo (...) no son comunidades homogéneas, son abiertas, con una dinámica permanente, por este fenómeno que llamamos el cosmopolitismo. Cada vez más la cultura se hace cosmopolita, porque abreva de fuentes de todos los lugares del mundo (...) esto crea un problema específico de la sociedad contemporánea...

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“Apel siempre decía que el aula era, para la gente de las Ciencias Sociales en general, como el laboratorio en las Ciencias Naturales. Es el lugar donde uno pone a prueba sus ideas, sus búsquedas. Uno expone, teoriza y arriesga (...)”, recordó De Zan sobre su experiencia como docente. Foto: LUIS CETRARO

Filosofía política:

“He trabajado en los últimos años en el problema de la democracia, la cuestión social y las relaciones entre sociedad civil y Estado (...) También he trabajado en la cuestión atinente a la formación de las identidades posnacionales (....) lo que hoy nos identifica es el haber asumido, como valor común fundante, la reivindicación de los Derechos Humanos, en su sentido más amplio (...) he llegado a la convicción de que el problema de nuestra democracia es lo que llamaría una “cultura política autoritaria”, muy fuerte; que se manifiesta de modo más ostensible en las dictaduras cívico-militares. El retorno a la democracia no ha eliminado esos elementos autoritarios, incluso en el ejercicio y la toma de decisión de gobiernos legítimamente elegidos; llevamos adentro la contradicción conceptual de la democracia autoritaria: esto se manifiesta en el personalismo, en el presidencialismo, apoyados por movimientos que tienen la pretensión de ser hegemónicos, que muchas veces se identifican con el apellido del líder (...) se creen que ellos son los soberanos (...) y son mesiánicos”.


Sentido:

“Todas las fuentes de sentido para orientarse en la vida están muy erosionadas, pero sobre todo divididas, porque cada uno busca su fuente de sentido en sus tradiciones (...) no se puede imponer un modelo ético para toda la sociedad, el “giro lingüístico’ nos da el aporte de cuestiones de validez, tanto teóricas como axiológicas o normativas: solamente se pueden plantear y alcanzar mediante la confrontación intersubjetiva a través del lenguaje de los distintos puntos de vista (...) la verdad está en el diálogo; la verdad y el saber siempre es intersubjetivo, y está ligado a una comunidad de comunicación y de lenguaje a través de la teoría del discurso moral”.

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Perfil

Julio de Zan

Es doctor en Filosofía e investigador principal del Conicet. Fue becario de la Fundación Alexander von Humboldt, en Alemania, donde se formó con profesores como Karl Otto Apel y Jürgen Habermas.

Actualmente, es profesor de Filosofía Contemporánea en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, y de Ética y Filosofía Política en la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín, en Buenos Aires.

Participó como ponente, panelista y conferencista en congresos en Brasilia, Florianópolis, Budapest, Debrecen-Budapest, Stuttgart, Ciudad de México, Santiago de Chile, San Sebastián, Alcalá de Henares, Salamanca, Málaga.

Integra una veintena de comités de publicaciones periódicas e instituciones científicas, entre los que se cuentan la Asociación Argentina de Investigaciones Éticas, la Asociación Iberoamericana para el Estudio de la Filosofía de Hegel y la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.

Desarrolló cargos de gestión en la Universidad Católica de Buenos Aires, la Universidad Nacional del Litoral, el Consejo de Rectores de las Universidades Nacionales; fue secretario de Cultura y Comunicación Social de la provincia de Santa Fe entre 1988 y 1991 y vicerrector de la Universidad Católica de Santa Fe entre 1992 y 1995.

Ejerció la docencia en las universidades nacionales de Entre Ríos, San Martín, del Sur, Lanús, Tucumán, Salta, Santiago del Estero y Cuyo, además de universidades privadas. En el exterior, se desempeñó en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Valencia, España; Universidad Nacional de Chile; Universidad Iberoamericana de México; y Universidad de las Islas Baleares, Palma de Mallorca, España.

Entre sus publicaciones pueden destacarse: “Había una filosofía de liberación latinoamericana” (1970); “Estudios sobre Kant y Hegel” (1982); “Ética comunicativa y democracia” (1991); “América, conflicto, constitución y desafío” (1992); “Libertad, poder y discurso” (1993), entre otras. Además publicó artículos en revistas científicas de Filosofía nacionales y extranjeras, capítulos de libros editados en el país y en el exterior, conferencias, folletos, comentarios críticos, traducciones del alemán y del inglés y artículos periodísticos.