Pro-Huerta en Haití

La esperanza también puede llegar desde la tierra

Los conocimientos que entrega el INTA llegan al pueblo haitiano mediante 23 promotores locales capacitados y cerca de 2 mil voluntarios. Las circunstancias actuales obligarán a redoblar los esfuerzos.

Prensa INTA

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Las paradojas de la tierra. Esa que tembló y sembró pánico y dolor es la misma en la que el pueblo de Haití cosecha con paciencia sus esperanzas de un futuro mejor en cada semilla que le brinda el programa Pro-Huerta del INTA, implementado en el país caribeño desde 2005.

Este sistema permitió producir alimentos frescos a más de 70 mil personas en gran parte del territorio haitiano. Para lograrlo, ya se cuenta con más de 10 mil huertas, 1.500 promotores y un banco de semillas orgánicas de origen argentino, con 27 variedades de hortalizas y legumbres: acelga, albahaca, arvejas, berenjena, brócoli, calabaza, cebolla, coliflor, lechuga, maíz, melón, zanahoria y zapallo, entre otras.

La decisión de llevar el Pro-Huerta a este país del Caribe es parte de las políticas de Estado que la Argentina tiene en su cooperación internacional. José Zelaya del INTA Famaillá es uno de los técnicos que encabeza la misión el otro es David Arias Paz del INTA Santiago del Estero- y que conoce como pocos esa nación hoy tan golpeada.

Más de 11 mil familias.

“Más allá de esta última catástrofe, la decisión es continuar con la misión que actualmente tiene una gran consolidación en los barrios cercanos a Puerto Príncipe (la capital de Haití). Es por esto que ya estamos trabajando en la propuesta para seguir con el Pro-Huerta”, comentó Zelaya.

Los conocimientos que entrega el INTA llegan al pueblo mediante 23 promotores locales capacitados y cerca de 2 mil voluntarios.

La tarea era ardua hasta que el sismo cortó la respiración pero no la marcha. “En 2009 lanzamos cursos para más de 60 promotores, que son luego quienes llevan a las familias haitianas la forma de realizar las huertas”, dijo el referente de la misión de técnicos argentinos.

El INTA profundiza su trabajo en el corazón del país más carenciado del hemisferio occidental, donde el 75% de los alimentos son importados, el aparato productivo es escaso y la agricultura es demasiado escueta en cuanto a sus recursos. “Pero en cada huerta —cuenta Zelaya— está la alegría del compartir. Varias familias suman el trabajo y disfrutan de los alimentos en una hectárea de tierra. El país está muy poblado pero todo espacio verde sirve para producir”.

Desde hace décadas, Haití atraviesa una grave situación socioeconómica: el 80% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza y el 47% padece algún grado de desnutrición. En este contexto, la red social que se formó en Haití hoy llega a más de 11 mil familias, esas mismas que a diario conviven sin una red integral de agua potable y pocas horas de energía eléctrica.

Zelaya, que conoce en profundidad al pueblo haitiano, pondera una y otra vez la “fortaleza y la nobleza de esta gente que busca por todos los medios superarse aún en las situaciones más difíciles. Es por esto que las capacitaciones técnicas llegan a organizaciones comunitarias, iglesias, unidades de fomento, escuelas. Es allí donde el Pro-Huerta crece y se consolida con mucha fuerza”.

La red de promotores y voluntarios —junto con la financiación internacional de España y Canadá— posibilita que las huertas crezcan y se consoliden.

Otro idioma, otras costumbres

También las costumbres en Haití son distintas. Zelaya cuenta que cada mañana desde las 6 se ven a muchos haitianos llenando las calles de Puerto Príncipe a pie “buscando ganarse la vida”. Esta porción de la isla Santo Domingo (la otra porción pertenece a la República Dominicana) no cuenta con reservas propias de combustible y todo es importado: “hay muchos autos usados que llegan desde los Estados Unidos y también colapsan la ciudad”.

A pesar de las limitaciones idiomáticas (en Haití hablan francés y en mayor número el Creole), los técnicos del INTA llegan a cubrir la mayor parte de este terreno caribeño: “el Pro-Huerta es una herramienta muy importante en el entramado social porque, básicamente, los usuarios creen en la fortaleza del programa y en la seriedad de quienes llegamos a cada barrio y más allá donde ninguno llega”, se enorgullece Zelaya.

De ahí que este plan de autoproducción de alimentos frescos desista de detener su marcha ni aún en medio de la catástrofe. “No vamos a abandonar a un pueblo que regala nobleza”, dice el técnico del INTA.

Y si bien la realidad parece chocar una y otra vez con las esperanzas, Zelaya alza su voz y anticipa: “en un año, Haití vuelve a levantarse. Conozco la fortaleza de ese pueblo que pelea por la vida”, enfatiza.

“en un año, Haití vuelve a levantarse. Conozco la fortaleza de ese pueblo que pelea por la vida”, sostuvo José Zelaya, miembro de la delegación argentina

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En todo el territorio. Más de 70.000 personas se beneficiaron de unas 10.000 huertas en las que se sembraron semillas orgánicas de origen argentino

Foto:Gentileza Prensa INTA

¿Con qué objetivos trabaja el Pro-Huerta?

Concretamente, el programa del INTA desarrolla la autoproducción de alimentos, mejora la calidad de la dieta, promueve la participación comunitaria en producción de alimentos, genera tecnologías apropiadas y potencia pequeñas alternativas productivas agroalimentarias.

/// el dato

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Cohesión. Los técnicos del INTA relatan que en una misma huerta varias familias suman el trabajo y disfrutan de los alimentos en una hectárea de tierra.

Foto: Gentileza Prensa INTA

/// en relación

Pedido de la FAO para sostener la agricultura haitiana

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) ha solicitado a la comunidad internacional u$s23 millones para el sector agrícola de Haití, en el marco del llamamiento de Naciones Unidas para recaudar u$s562 millones destinados al país caribeño afectado por el devastador terremoto ocurrido el pasado 12 de enero.

El dinero se necesita para apoyar la producción alimentaria en los campos y huertos, no sólo en las zonas devastadas por el sismo y sus alrededores, sino también en las zonas rurales que no han sido afectadas directamente pero que sentirán los efectos del desastre que ha golpeado la capital.

La próxima temporada de siembra comienza el mes de marzo, por ello es vital que los campesinos reciban ayuda durante las próximas semanas para evitar que se colapse aún más la seguridad alimentaria del país.

También se necesitan recursos para la rehabilitación de las infraestructuras de los pequeños agricultores destruidas por el terremoto, como los canales de riego, la industria de transformación agrícola, los mercados y demás infraestructura rural clave.