Dirigido a un periodista

Ángel de Av. Gral. Paz

Estimado Alaniz: Soy un humilde lector de El Litoral, sus artículos me atraen sobremanera; no obstante me llama poderosamente la atención que cuando los mismos se refieren a la gestión del gobierno K sólo se preocupa de señalar las pálidas, olvidando algunas otras, pocas quizás, que son positivas.

Ignoro si su pluma es impulsada por su conciencia, o si obedece al cumplimiento de un contrato de servicios, método que a mi parecer suele ser muy utilizado por los amos que ejercen el poder desde los medios de comunicación. Mi intención no es criticarlo, muy el contrario, reconocerle su profundo conocimiento y por ello le pido nos señale a todos sus seguidores, a quien de todos los candidatos actuales, debemos confiar.

Pienso que no soy el único indeciso, muchos otros deben pensar igual, las críticas son buenas cuando el interés personal no las incentivan, los libros nos enseñan a escribir y la vida nos hace conocer, lamentablemente tarde a nuestros enemigos.

Respuesta

Rogelio Alaniz

Estimado Ángel: Para bien o para mal soy el dueño de lo que escribo. Mis patrones tiene defectos como todos, pero no el de ordenarme a decir lo que no quiero decir. Escribo dos o tres columnas políticas por semana. Allí hay errores y aciertos, pero son mis errores y son mis aciertos. Las “pálidas” de este gobierno no las invento yo; son de su propia cosecha. Hubo una época en la que se podían recoger otras flores, pero de un tiempo a esta parte lo que abundan casi hasta el exceso son los vicios y las torpezas.

Usted me pide que le diga en qué político confiar. Ni ebrio ni dormido cometeré ese error. Mucho menos en los tiempos que corren. Es más, estoy tan aprensivo al respecto que hasta le aconsejaría que no confíe ni siquiera en mí. Cordialmente.

Reconocimiento al Cullen

Graciela Daneri

El pasado 7 de enero tuve un accidente doméstico y como consecuencia de él tuve una herida en la frente y lesiones en el lado izquierdo del rostro. Mi hija me trasladó inmediatamente a la guardia del Sanatorio Mayo, con la cabeza envuelta en una toalla porque manaba muchísima sangre. Allí se encontró con que atendían por orden de llegada y no de gravedad y que debíamos hacer cola. Frente a la indiferencia de la empleada a los reclamos de mi hija y, peor aún, viendo la cantidad de sangre que fluía de mi cabeza, muy preocupada, me llevó al hospital Cullen y en la guardia me atendieron inmediatamente, tomando todos los recaudos del caso: inmovilización del cuello, radiografías y suturas. Por lo tanto quiero expresar mi reconocimiento a la médica de guardia, Dra. Carolina Fessia y al Dr. Locatelli, por su impecable y responsable atención. El hospital público fue quien me salvó de lo que pudieron ser graves consecuencias.