De la post convertibilidad al Bicentenario

Diez años de emergencia, dos meses de urgencia

Para el gobierno, un estado de excepción dura un decenio y lo urgente se mide en meses. La carne y los combustibles. La inflación y los jubilados.

Diez años de emergencia, dos meses de urgencia
 

Sergio Serrichio

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CMI

“Yo no estoy acá para representar a quien ocupa la Casa Rosada, sino a todos los argentinos”, dijo la senadora nacional por Santa Cruz, Cristina Fernández de Kirchner, el día de reyes de 2002, para explicar en la Cámara Alta su voto contrario a la ley de Emergencia Económica. Aquella noche, en un país con la economía en caída libre, al borde del estallido social y con un sistema político en crisis, tras nueve horas de debate el Senado aprobó por 50 votos a favor, 6 en contra (incluidos los dos de Santa Cruz que respondían al gobernador provincial, Néstor Kirchner) y 5 abstenciones, la ley 25.561, que puso punto final a la convertibilidad uno-a-uno entre el peso y el dólar y declaró la “emergencia pública en materia social, económica, administrativa, financiera y cambiaria”.

Aunque se opusieron entonces, llegados al gobierno Néstor y Cristina impulsaron sucesivas prórrogas y estiraron la vigencia de la ley y de sus modificatorias hasta el 31 de diciembre de 2011. Para entonces, la Argentina habrá transcurrido diez años (menos una semana) en “emergencia”. Que vendría a ser la normalidad kirchnerista.

Mejor sin Congreso

Del mismo modo, la presidenta anunció el 14 de diciembre la creación, por decreto de necesidad y urgencia (DNU), del llamado Fondo del Bicentenario (Fobi), con reservas del Banco Central (BCRA). A dos meses vista y pese a un fallo judicial que ratificó que para disponer de las reservas es necesaria la aprobación del Congreso, el gobierno se niega a convocar a las Cámaras.

Prefiere esperar a marzo mientras negocia, billetera en mano, cómo llegar a 37 votos en el Senado. Con eso le bastaría, pues una ley debe ser aprobada por ambas Cámaras, pero a un DNU le alcanza con que una sola no lo rechace. En cualquier caso, ¿dónde estaba la “urgencia”?

Lo peor es que en este apuro trucho se crean y recrean falsos héroes y villanos y se postergan cuestiones reales, como la inflación, esa que según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) no existe.

Echando nafta

La propia presidenta se esfuerza en promocionar las ventajas sexuales de la ingesta de chancho, pontifica sobre el vuelo de pollos y gallinas, y explica que la carne vacuna subió porque, debido a las lluvias, hay sobre-engorde de animales, pero el Indec informó el viernes que la inflación de enero fue de uno por ciento y que el rubro Alimentos y bebidas se encareció apenas 7,8 por ciento en los últimos 22 meses.

¿No sería más lógico, entonces, explicar el aumento de los combustibles, que subieron casi 70 por ciento desde la “argentinización” parcial de YPF con la entrada de los Eskenazi, principales accionistas del Banco de Santa Cruz, mientras el precio mundial del petróleo caía casi a la mitad y la porción de YPF en el mercado local volvía a aumentar, para superar el 50 por ciento?

Es que la diferencia no son los precios ni la concentración. La suba de la carne sirve para apuntarle al campo (olvidando que, según las propias estadísticas oficiales, entre 2006 y la primera ronda de vacunación anti-aftosa de 2009, el rodeo ganadero cayó de 61 a 53 millones de cabezas, y que en el último año la liquidación de vientres se aceleró), en tanto que la de los combustibles sirve para apuntalar a capitalistas Nac & Pop.

¿Serán los Eskenazi tan eficientes en petróleo como en banca? Aun pagando altas tasas en dólares a depositantes como los Kirchner, al banco de Santa Cruz le quedó resto para engullir peces mucho más grandes: desde 2003, con el beneplácito del BCRA, adquirió los bancos de Santa Fe y de Entre Ríos.

Monetarismo

“Que no vengan de ningún rincón monetarista a decir que la inflación es producto del aumento de la oferta monetaria; que no nos digan entonces que hay que achicar salarios o jubilaciones”, dijo la presidenta en una de sus peroratas recientes, para referirse a un fenómeno que oficialmente no existe.

Así como los monetaristas llevaron demasiado lejos una cuestión trivial (¡obviamente que la inflación tiene alguna relación con la cantidad de dinero!), la afirmación presidencial llega, por el opuesto, al absurdo. Según datos del BCRA, entre diciembre de 2003 y enero de 2010, la oferta monetaria medida en M2 (circulante en poder del público, más cuentas corrientes y cajas de ahorro en pesos) aumentó 215 por ciento. ¿Creerá en serio CFK que eso no tiene nada que ver con la inflación?

Además, mientras miente sobre la inflación, el gobierno hace lo que jura que no hará: achicar (el poder adquisitivo de) salarios y jubilaciones. Hace más de 16 meses reestatizó el sistema previsional y se hizo de una bolsa de 100.000 millones de pesos y un flujo anual de aportes de 15.000 millones, supuestamente para defender a los jubilados.

Desde entonces, la Anses, que administra esos recursos, aumentó 325 por ciento (de 2.000 a 8.500 millones de pesos) los créditos a las empresas y se convirtió en la gran financista del gobierno nacional. ¿Y los jubilados? Reciben dos aumentos anuales, que corren por detrás de la inflación, y suman fallos a favor que la Anses demora, en promedio, 16 meses en pagar. Los litigios se acercan a 330.000 y en 2009 el número de juicios iniciados se duplicó respecto de 2008.

Emergencia, urgencia, lucha contra la inflación y la concentración, defensa de asalariados y jubilados. En el diccionario K, las palabras tienen la costumbre de designar lo opuesto.


Por la vuelta

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Rafael Bielsa volverá a hacer política en la provincia, luego de su derrota electoral ante Hermes Binner en las elecciones para gobernador de 2007. En declaraciones al diario La Capital el ex canciller dice que no vendrá como referente kirchnerista y que esto no significa apuntar a una nueva candidatura, sino a buscar alternativas de coincidencia para unificar al Partido Justicialista y ofrecer un modelo “productivo, institucional y comercial” superador de la “pésima” gestión socialista. La estrategia será hablar con todos los referentes del partido pero, sobre todo, caminar la provincia.