Tras la embestida oficialista

La UCR cerró filas detrás de Cobos y minimizó el ataque del gobierno

El gobierno logró desviar el eje del cónclave legislativo de la UCR y lo focalizó en la “traición” de Cobos y el ánimo “destituyente” del partido. “Si ladran, es porque cabalgamos”, se entusiasmaron los radicales.

 

Daniela Mozetic

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DyN

El radicalismo cerró su primer encuentro legislativo nacional con una firme defensa del vicepresidente Julio Cobos frente a la embestida del oficialismo e instó a que el gobierno “deje de desestabilizarse a sí mismo”, con una actitud de “confrontación, encierro y soberbia”.

La UCR transitó ayer la segunda jornada del cónclave organizado en San Nicolás (Buenos Aires) para delinear la agenda parlamentaria 2010, pero la controversia generada por la participación de Cobos en la cena de la noche anterior fue el eje central de las discusiones.

Las repercusiones que surgieron temprano desde el gobierno nacional, con acusaciones sobre una postura “cuasi golpista” e, incluso, un pedido de renuncia del vicepresidente, llegaron rápidamente a oídos de los radicales que deliberaban en San Nicolás.

“Éste es un partido donde nadie da órdenes a nadie, eso le pasa a la gente del gobierno, nosotros estamos acostumbrados a debates horizontales”, fue la primera respuesta que deslizó el presidente del partido, Ernesto Sanz, al oficialismo.

Es que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, había acusado a la UCR de “pedirle al vicepresidente que votase en contra del gobierno del cual forma parte”, en coincidencia con el resto de los funcionarios que salió en fila a rechazar al partido opositor.

Nada nuevo

El diputado Ricardo Alfonsín buscó bajar el tono a la polémica, que dejó en un segundo plano el debate legislativo previsto para un primer momento, y se limitó a mencionar que “ni ellos mismos creen” las denuncias que vertieron sobre la UCR. “No merece la pena contestar. No agrega nada nuevo a lo que pasa en el oficialismo”, fue la respuesta de Alfonsín en diálogo con la prensa, restando importancia a la actitud oficial.

Por su parte, los jefes de los bloques legislativos Oscar Aguad y Gerardo Morales buscaron capitalizar la reacción del kirchnerismo y lo consideraron como una señal de preocupación por parte del gobierno sobre el crecimiento de la fuerza. En ese sentido, Morales afirmó que, si “ladran Sancho, es señal de que cabalgamos” -parafraseando el texto de El Quijote- y destacó que, en todo momento, “Cobos ha venido actuando del lado de la racionalidad y ahora también debe poner un límite al DNU que quiere apropiarse de las reservas”.

En la misma sintonía, Aguad remarcó que “está bueno que el gobierno comente lo que hace la UCR”, en relación con la recuperación que está logrando la primera fuerza de oposición en el Congreso.

Desestabilizante

Los radicales iniciaron el jueves por la tarde en el Hotel Colonial de San Nicolás un debate sobre la estrategia parlamentaria para este año y por la noche recibieron la visita de Cobos, en un gesto que apuntó a acortar las distancias que surgieron por su voto a favor de la remoción de Martín Redrado del Banco Central.

Al término de la cena que compartió con unos 60 dirigentes partidarios, Cobos retornó a Buenos Aires con sus más directos colaboradores, pero en San Nicolás quedó una de sus principales aliadas, la senadora Laura Montero, que defendió su posición y subrayó que el mendocino “va a dedicarse fundamentalmente a su rol como vice”.

En la conferencia de prensa que dio por finalizado el cónclave radical, Sanz les replicó a los críticos oficiales que “no hay nada más desestabilizante para un gobierno que tener una actitud de confrontación, encierro y soberbia. Instamos a que el gobierno deje de desestabilizarse a sí mismo”, pidió el senador, como una manera de devolver las gentilezas que le envió el oficialismo durante toda la jornada.

“El gobierno está permanentemente saliéndose a la banquina. Que traten de entrar de nuevo a la autopista rápido, porque nos están llevando a todos a problemas”.

Ernesto Sanz,

titular de la UCR.

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Aguad, Sanz y Morales. Los radicales trazaron estrategias para el Congreso, y capitalizaron la andanada kirchnerista.

Foto: DyN

Conclusiones

El encuentro legislativo que llevó adelante la UCR en esta ciudad dejó como principales conclusiones el rechazo al Fondo del Bicentenario, la necesidad de reformular el Presupuesto 2010 y la convocatoria a un debate opositor para lograr la coparticipación del 100 por ciento del impuesto al cheque.

Además de las cuestiones parlamentarias, los radicales dejaron un claro mensaje hacia el resto de los integrantes del Acuerdo Cívico y Social, con quienes mantienen una buena relación en el Congreso pero admiten dificultades para trasladar las coincidencias en el plano político.

La presencia del vicepresidente Julio Cobos, rodeado de todos los diputados y senadores de la UCR, fue asumido como una demostración de fuerza frente a sus aliados de la Coalición Cívica, el Socialismo y el GEN, que no ocultan su rechazo a una eventual candidatura presidencial del mendocino.

Traición

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, reiteró hoy sus críticas al vicepresidente Julio Cobos al señalar que mantiene un “gesto de traición contundente” y que “se opone a todo lo que la presidenta (Cristina Fernández) presenta como proyectos”. El funcionario también señaló que la actitud de Cobos, de reunirse con legisladores de la UCR cuando participa de un gobierno kirchnerista, “no es saludable”. Pero, a diferencia de otros referentes como Agustín Rossi o Miguel Pichetto, aclaró que “nunca le pediría la renuncia al vicepresidente de la Nación porque llegó adonde está por la voluntad popular”.

 

/// análisis

Peligro

Emerio Agretti

La posición de Julio Cobos es más o menos insostenible y, probablemente, constituirá un caso de estudio para la ciencia política, tanto o más que el propio kirchnerismo. Con un solo gesto, irrepetiblemente oportuno, saltó de la vereda de la mediocridad obsecuente a la de adalid institucional y fulgurante presidenciable. Desde entonces, se las arregló para seguir siendo el número dos del gobierno desde la oposición -los Kirchner no lograron que se fuera, ni él que intenten echarlo-, ser recibido con los brazos abiertos y alfombra de plata por el partido que lo había defenestrado, y mantener el equilibrio en la cornisa de la consideración popular, cultivando un estilo tan moderado como sinuoso. Hoy protagoniza la paradoja de ser el mayor capital electoral de su partido -y probablemente de la oposición- y constituir a la vez su flanco más desprotegido, proporcionando al gobierno el mejor argumento para limar sus aspiraciones.

Pero los kirchneristas son, también fieles a su estilo y a la valoración que en su momento Borges asignó al partido que les sirve de referencia, incorregibles. Y en lugar de explotar desde la razonabilidad republicana y la picardía política la intrínseca debilidad del proyecto cobista, dan rienda suelta -por cálculo, temor o mero reflejo- a la virulencia y el maniqueísmo con que suelen leer la realidad, y lo único que ponen en evidencia es su propia torpeza.

Porque, en la visión del gobierno central, ya se han manifestado como golpistas “el campo”, los medios de comunicación, el grueso de los partidos de la oposición y hasta el Poder Judicial. De qué manera se sostiene en medio de tamaña conspiración, y sin suficiente respaldo popular a la vista como para contrarrestarla, es un enigma hipotético al que los integrantes del elenco oficial no se han molestado en buscar respuesta. Mientras tanto, no vacilan en incurrir en un verdadero terrorismo verbal que, si todavía pudiera ser tomado en serio y no hubiese perdido efecto a fuerza de repetición y desatinos, sería un verdadero peligro para las instituciones.