Eternidad del lenguaje

Por M.L.M.

“El misterio de los gatos egipcios”, de Alma Maritano. Ediciones Colihue. Bs. As., 2009.

Aunque el título y la colección presuponen un público infantil juvenil, tanto la historia como las acciones configuran un entramado esotérico e intrigante destinado a cualquier lector, dispuesto a investigar sobre la cultura egipcia, sus ritos y costumbres.

Básicamente estamos ante la búsqueda del origen del lenguaje, entre investigadores que deben presentar sus hipótesis en un simposio internacional al que asistirán científicos de renombre internacional, para lo cual dos de ellos se esmeran porque están ante hallazgos insólitos. Por un lado, Juan Simón, ansioso por demostrar el lenguaje de las lombrices matriz de los jeroglíficos egipcios- metamorfoseados en los restos arqueológicos, y el Dr. Mad Mundsen, quien sostenía el origen felino de los jeroglíficos, inventores del alfabeto egipcio.

Mientras preparan sus trabajos, sucede una serie de peripecias inquietantes entre adultos, jóvenes y niños que viven su propia aventura. Hay una pareja de adolescentes que debaten sus primeros cosquilleos amorosos en torno a situaciones que requieren de la categoría de proezas para impactar en cada uno. Por otro lado, se suceden ciertos personajes acordes con las circunstancias: Casandra, con dotes mágicas; Colita, interviniendo con su media lengua y su mamadera a cuestas; Pandora, una permanente caja de sorpresas. Le siguen Cleopatra (Raquel, como la reina egipcia en su papel de actriz); Rovenza (un ovejero alemán), y tantos otros.

Como bien se advierte en los inicios, nadie es llamado por su nombre ni tampoco las cosas suceden como parecen. Las ilustraciones resultan un ingenioso recurso para ordenar las escenas que alternan con otros códigos lingüísticos, tanto de la electrónica como del campo publicitario y del mismísimo lenguaje coloquial, acorde con los registros actuales, las edades y la diversidad de situaciones.

Todo acontece en contextos familiares, en los que se aprecia una película de Woody Allen o se comentan actuaciones de los Simpson, sumado a la feroz competencia entre los investigadores por sus trabajos.

A la hora del simposio, el Dr. Mundsen no se pudo presentar y el público comprobó en la demostración que las lombrices petrificadas dejaban al descubierto que no por estar debajo eran menos importantes, entendido como “La súplica para que no las olvidemos”, y que ningún cataclismo puede contra la eternidad del lenguaje.

Mientras aplaudían esa revelación, los gatos dirimían la continuidad de la especie, el Dr. Mundsen se lamentaba y la Bruja Protea huía en busca del tesoro de Bashtet la diosa con cabeza de gato- transformándose en gato y luego en camello (dando lugar a otra historia, en otra crónica de la especie).

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