El cuello de botella

La supercosecha plantea la necesidad de resolver problemas estructurales de logística para aprovechar el potencial del sector agropecuario.

Federico Aguer

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El escenario cambió tan drásticamente respecto del mismo mes que el año pasado, que a nadie se le hubiera ocurrido en ese contexto plantear la necesidad de incorporar más cosechadoras, más silobolsas y más camiones para trillar y transportar una “supercosecha”.

Gracias a las oportunas lluvias registradas en gran parte del área agrícola nacional, la producción de soja será de 52,5 millones de tn, un 48 % más que el año pasado, mientras que el maíz rendirá 46 % más, unas 19 millones de tn.

Semejante volumen de granos plantea la necesidad de debatir acerca de los problemas estructurales de logística que carece nuestro sistema productivo.

Caminos rurales en mal estado, rutas diseñadas hace 40 años, superadas largamente por un parque automotor de vehículos que transitan a toda velocidad, un sistema ferroviario tristemente desmantelado, ponen sobre el tapete una estructura obsoleta y caduca.

Tranqueras adentro, los productores argentinos llevaron adelante una revolución en los modos de producir y de pensar. Nuevos paradigmas que involucran a la Siembra Directa, el agregado de valor, el modelo asociativo, la incorporación de genética animal y vegetal. Incluso saldaron una deuda histórica: solidificaron la unidad de las entidades gremiales del campo, a través de una Mesa de Enlace de Entidades Agropecuarias, algo impensado un par de años atrás.

Con aciertos y con errores, el campo se reinventó a sí mismo, demostrándole al resto de los sectores de la economía argentina que cumplía un rol fundante y decisivo en el balance de las arcas y de la soberanía alimentaria argentina.

Sin embargo, hasta ahora, ninguna fuerza política pudo o supo encabezar ese movimiento, en gran parte por ignorancia o por prejuicio. La clase política local, no ha sabido instalar el debate que trascienda los intereses sectoriales y que pueda hacer rendir a pleno el enorme potencial del campo en beneficio de todos los argentinos.

El ejemplo de la carne o del trigo son patéticas muestras de la capacidad de transformar una oportunidad en una crisis. En un mes faltarán cosechadoras, tolvas, embolsadoras, silos, camiones y gasoil. ¿Qué está esperando el Estado para gestionar medidas que ayuden a “sacarle el jugo” a esta brillante oportunidad?