El río Paraná y la fauna autóctona

¿Cómo afecta la crecida a los animales?

Algunos se ven beneficiados; otros, invadidos. La fauna terrestre busca tierra firme y se acerca a zonas habitadas por el hombre. Ratas y víboras, en la costanera; iguanas, carpinchos y cuises en las rutas son algunas de las consecuencias de la inundación.

De la redacción de El Litoral

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Las inundaciones periódicas constituyen un proceso natural en el río Paraná. De esta manera, se renueva el sistema mediante el movimiento de nutrientes, sedimentos, semillas, plantas y animales, muchos de ellos adaptados a los pulsos de sequía e inundación.

En este sentido, algunas especies animales pueden verse afectadas positivamente. “Podemos incluir a los organismos acuáticos como muchos peces, sus huevos y alevinos, que migran en distintas direcciones. Un mayor caudal del río también beneficia al caracolero y otras aves rapaces, ya que tienen gran oferta de alimento”, detalló Alejandro Giraudo, biólogo e investigador del Conicet.

En busca de tierra firme

Por el contrario, otras especies semiacuáticas o terrestres pueden verse afectadas negativamente, ya que con la crecida del río, se reduce su hábitat y se ven obligadas a buscar tierra firme. En este sentido, es común la presencia de animales que, en otro momento, no están a la vista.

“Roedores, serpientes, lobitos de río, mulitas, tatúes, gatos de monte y ciervos de los pantanos tienen que buscar tierras altas y son capturados en grandes cantidades por sus depredadores, principalmente el hombre. Cazadores desaprensivos eliminan muchos ejemplares, pudiendo llegar a provocar extinciones locales”, sostuvo el investigador del Instituto Nacional de Limnología (Inali).

Con la crecida del río aumenta la presencia de víboras. “Es probable encontrar una yarará en la costanera porque ese lugar está lleno de ratas, que son su alimento preferido. Pero las víboras no atacan al hombre, sino que por lo general uno las pisa o las agrede de alguna manera y el animal se defiende. Es cierto que pueden provocar algún accidente ofídico, pero también controlan a las ratas, que transmiten al hombre enfermedades mucho más peligrosas que los ofidios”, explicó Giraudo.

Adaptación

Como las inundaciones y bajantes del Paraná son ciclos que existieron durante miles de años, muchas de las especies poseen adaptaciones que les permiten sobrevivir e, incluso, aprovechar estas crecientes.

Por ejemplo, hay serpientes acuáticas vivíparas, es decir que, en vez de poner huevos, sus crías nacen vivas. “La falsa coral del estero es un ejemplo: pare sus crías cuando las crecientes son máximas, para que puedan dispersarse por los ecosistemas acuáticos y tener mayor disponibilidad de alimento”, detalló Giraudo.

Además, las crecientes forman parte de los ciclos necesarios de muchas especies. En el caso de los peces, están relacionadas con las migraciones reproductivas. “Los peces necesitan del cansancio muscular para que maduren las gónadas, que son los órganos reproductores. Por eso migran cientos de kilómetros río arriba hacia zonas de reproducción. El sábalo puede hacerlo por más de 600 km; el dorado, más de 1.000 km”, especificó el investigador.

El hombre

Según Giraudo, “la inundación para nosotros es una amenaza porque la ciudad se ha ido extendiendo hacia lugares que son inundables”.

En este sentido, advirtió que hemos perdido la capacidad de adaptación al ambiente. “Los humanos pertenecientes a las culturas occidentales en la actualidad hemos olvidado y soslayado los ciclos de la naturaleza, debido a la vida artificial y virtual de las grandes urbes. Haciendo caso omiso a las crecientes del Paraná, construimos infraestructura en su planicie de inundación durante las épocas de bajante, y luego pagamos nuestra falta de “adaptación’ con numerosos problemas y costosas pérdidas”, concluyó.

¿Cómo afecta la crecida a los animales?

Los animales buscan tierras altas y se acercan a las zonas pobladas por el hombre. Muchos mueren atropellados o cazados.

Foto: Amancio Alem