La última frontera de América Latina

En el libro “Miami”, el periodista Hernán Iglesias Illa rompe con el estereotipo de una ciudad reducida a la tríada playa-shopping-anticastrismo, para presentarla “como la última frontera de América Latina” a partir de los vertiginosos cambios producidos en los últimos años.

TEXTOS. MORA CORDEU (TÉLAM). FOTO. EL LITORAL.

La última frontera de América Latina

El puerto de Miami, puerta de ingreso de muchos latinos que llegan a la ciudad estadounidense en busca de un mejor porvenir.

“Me gusta esa imagen de un lejano oeste. Es una ciudad en la que todavía están creando cosas, las reglas son nuevas por lo que se pueden cambiar. Hay mucho por hacer”, dice Hernán Iglesias Illa, autor de “Miami”, un libro de reciente aparición que muestra a la ciudad norteamericana desde otro costado.

“En Miami no hay familias tradicionales que lleven controlando la ciudad cuatrocientos años, o grandes grupos económicos o clubes sociales donde se conozcan todos -menciona-. Cualquiera puede llegar a ser exitoso, no hay una cofradía, son todos nuevos”.

Iglesias Illa considera que esa atipicidad que la caracteriza ha hecho posible una capacidad de reinventarse de manera constante: “Miami cambia todo el tiempo y desde la globalización esa falta de identidad propia la hace más interesante. La globalización ha sido buena para la ciudad; en el año “90 todavía estaba inmersa en la crisis de los “80, con el crimen, la tensión racial y los cubanos anticastristas muy poco interesados en el mundo. Era sólo importante para el turismo: como puerto para cruceros o como una escala para Disney”, describe.

La ciudad en transformación

El periodista fue a Miami por primera vez en el año 2003, cuando se mudó a Nueva York, y le pareció “que había algo hirviendo y moviéndose que valía la pena contar porque nadie lo hacía”.

A su juicio, “la ciudad se adapta rapidísimo a muchos procesos diferentes. Es normal ir a un barrio y ver las marcas de cinco años atrás, cuando era completamente distinto”.

Desde ese aspecto, el periodista registra lugares de la ciudad que brillaron en su momento, luego perdieron importancia y la volvieron a recobrar; en páramos inhóspitos que hoy se han convertido en barrios estrellas del ejido urbano y de tierras salvajes infectadas de cocodrilos a solo minutos de Miami.

“El crecimiento -indica el escritor- se da fundamentalmente en dos direcciones: una sofisticada y global que disfruta de Arte Basel y el renacimiento de South Beach, y la de los colonos latinoamericanos”. Ganador en 2006 del Premio Crónicas Seix Barral, de la Fundación Periodismo Iberoamericano y el Grupo Editorial Planeta con una historia de los banqueros latinoamericanos de Wall Street (“Goleen Boys; Vivir en los mercados”), Iglesias Illa considera que “la imagen de Miami mejoró cuando retomó su conexión con América Latina y con Estados Unidos”.

La comunidad cubana, que llegó desde los albores de la revolución, adquirió un estatus privilegiado “que se cayó con el caso de Elian González, el niño que había perdido a su madre en el Estrecho de la Florida en el año 2000. Los cubanos intentaron mantenerlo en Miami pero no lo lograron -recuerda-. Al principio lo vivieron como una derrota pero ahora se han reconciliado con una Miami diferente”, opina el escritor y sitúa ese momento como crucial, ya que los cubanos fueron perdiendo la influencia obtenida en los años 90 en el manejo de la ciudad.

Para un continente donde el nacionalismo tuvo importancia y se vivieron rivalidades entre países, “hoy los latinoamericanos en Miami viven integrados de forma pacífica”, asegura Iglesias Illa, quien en el libro habla de las comunidades asentadas en la ciudad: Venezuela, Colombia, Argentina, Nicaragua y Cuba (“envueltos en una inédita renovación generacional y política”).

Aves de paso

Acerca de los argentinos, el escritor marca que la mayoría son como aves de paso. “No todos pero los típicos que viven en Miami Beach, si un día le ofrecen algo en otra parte se van. No consideran a la ciudad, no la respetan. Piensan que ellos están para otra cosa”.

El costado anglosajón tampoco está ausente de la investigación del periodista. “En los “80 hablaban todos en inglés. Y en los libros sobre la ciudad todavía hay muy poco de lo latino”.

También, aparecen personajes que llegaron sin nada a Miami y que con espíritu pionero no titubearon en abrirse camino, “como el argentino Claudio González, ex vendedor de autos que en el año 2005 se hizo cargo de la publicidad de Kendall Toyota y se ha convertido en una de las personas más famosas de la ciudad”.

Otro caso es el del hijo de un ejecutivo cubano llamado Jorge Pérez, nacido en Buenos Aires, “que llegó a Miami un poco de casualidad, a mediados de los “70, después de estudiar planificación urbana en la Universidad de Michigan” y no tardó en erigirse en un exitoso desarrollador inmobiliario. Con la recesión, un edificio emblemático -Icon Brickell- que terminó de construir en noviembre de 2008, “en el peor momento de la crisis financiera”, le hizo perder 1800 millones de dólares.

“Yo no quiero que me recuerden porque un día tenía dos mil millones de dólares o porque era el tipo no sé cuántos más rico del mundo”, le dijo Pérez al escritor, ya que su anhelo es ser recordado “como el hombre que permitió a Miami convertirse en una gran ciudad global”.

El mercado inmobiliario -apunta el periodista- no se recuperó, “pero la mayoría de la gente se quedó en Miami, o se recicló o pudo aguantar de alguna manera”.

primera persona

“Mi nombre es Hernán Iglesias Illa, soy argentino, escritor y periodista en orden descendiente de irreversibilidad y vivo en Brooklyn, Nueva York.

Hace poco publiqué “Miami: turistas, colonos y aventureros en la última frontera de América Latina” (Seix Barral, 2010), mi segundo libro, un retrato de no ficción de la Miami latinoamericana. El primero, “Golden Boys: vivir en los mercados”, había salido dos años antes. El proyecto para escribir “Golden Boys”, una historia de los banqueros argentinos y latinoamericanos de Wall Street, había ganado en 2006 el Premio Crónicas Seix Barral. Mi único texto de ficción publicado es “Las dos vidas de Maxi Kaplan”, incluido en la antología “Los días que vivimos en peligro”, editada por Emecé en 2009.

Pago el alquiler, las cuentas y las tonterías que me permiten tener una vida pequeña pero agradable, escribiendo para medios de Estados Unidos, América Latina y España. Hasta 2007 fui editor en The Wall Street Journal Americas. Para entender cómo llegué a Nueva York, y por qué antes tuve que pasar por Moscú, hay unas 4.000 palabras en Etiqueta Negra. Durante varios años escribí en “Los Trabajos Prácticos”, una de mis páginas favoritas de todos los tiempos. En El País, en Madrid (1998-2001), también trabajé en Deportes, donde tuve como jefe al gran Santiago Segurola y donde intenté descifrar el secreto de la crónica futbolística perfecta.

Estudié Comunicación Social en la Universidad Austral, donde me recibí en 1996; hice el Master en Periodismo del diario El País y la Universidad Autónoma, en Madrid (1998). Estoy casado, desde septiembre de 2005. Nací en 1973”.

Fuente: www.hernanii.typepad.com, blog del autor