Al margen de la crónica

No contaban con mi astucia

La historia argentina está plagada de momentos políticos de “antis” que se juntaron para hacer frente al poder de turno al que acusaban de todos los males del presente, con un final bastante conocido de disputas internas que terminaron despedazando a esas circunstanciales alianzas.

La alianza de Urquiza para sacar a sacar a Rosas congregaba desde el caudillo entrerriano hasta futuros presidentes como Mitre y Sarmiento, pasando por uruguayos, brasileños y caudillos de lo que hoy son las provincias centrales. A los pocos meses, devino el enfrentamiento con la ciudad de Buenos Aires y disputas políticas más allá de la sanción de la Constitución en 1853.

Las diferencias surgieron también después del golpe a Yrigoyen, a Perón y así sucesivamente.

Más cerca en la historia, las fuerzas políticas se fueron unificando en el antimenemismo que devino en la Alianza que llegó al gobierno en 1999 y se hizo trizas en menos de dos años.

La historia vuelve a repetirse con los Kirchner, y cobra especial relevancia después del conflicto del actual gobierno con el sector agropecuario. Más allá del voto “no positivo” del vicepresidente Julio Cobos que mutó a ser oficialista-opositor, el conflicto azuzó a la integración de coaliciones que -sumados aunque divididos- le ganaron al kirchnerismo las elecciones legislativas del año pasado.

Este resultado se transfirió a las preparatorias de ambas Cámaras del Congreso donde los antiK lograron quedarse con la llave de las comisiones en la Cámara de Diputados e iban por el mismo botín en el Senado asegurando tener una carta firmada por los 37 opositores que no fueron tales a la hora de sentarse en la banca.

El que no estuvo es justamente Carlos Menem a quien todos empezaron a mirar con desconfianza. Apareció en La Rioja -de donde nunca se fue- y fue la nota del día. Dijo ser antiK y que el miércoles estará en el recinto. Entonces muchos se acordaron que el riojano sigue siendo integrante del Senado de la Nación.