Saludos para los ferroviarios

Osvaldo Etchegaray y

Humberto Gómez.

Secretario de Prensa y secretario General. Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos y Puertos.

Señores directores: En virtud de celebrarse este 1º de marzo un nuevo Día del Ferroviario, nuestra Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos y Puertos, aprovecha esta hermosa y linda oportunidad para una vez más confundirnos en un fuerte y efusivo abrazo, que representa en sí mismo el sentimiento de familia y hermandad entre los trabajadores, ligada por este particular e inigualable medio de transporte como lo es el ferrocarril.

Ser ferroviario, una entidad por sí misma, una pertenencia, jubilados, en actividad, cesanteados de otras épocas que les llegó la edad de la jubilación esperando de brazos cruzados la reincorporación, en definitiva, sea trabajando en empresas concesionadas o en el Estado, si alguien se tomara la molestia de analizarnos descubriría sin lugar a dudas un mismo gen que parte de nuestro ADN de identidad ferroviaria, y a mucha honra.

Ya las primeras potencias y magnates multimillonarios redoblan inversiones a nivel mundial apostando a los rieles, saben de los problemas energéticos que se avecinan en poco tiempo y que ya algunos se dejan ver a las claras, cómo la creciente demanda de petróleo y carbón, recursos no renovables, por ende, todo medio que esté ligado a economizar estos elementos alcanzará dimensiones de valor incalculable, no hay que ser muy visionario para darse cuenta que como ferroviarios estamos del lado correcto y tarde o temprano por economía, por ecología, por seguridad y por tantos otros “por”... veremos “los palitos desparramados con hilos de acero”, como decía don Raúl Scalabrini, desplegarse al máximo sobre nuestra querida patria. Esta comisión directiva les desea a todos los compañeros un feliz Día del Ferroviario, poniendo el sindicato al servicio de los trabajadores.

Detrás de las rejas

Dolly Campana.

L.C. 1.049.195.

Señores directores: Siento tristeza al ver la ciudad transformada en un inmenso zoológico humano. Tras las rejas estamos, tras la rejas vivimos, con mucho miedo, miedo al ataque de las fieras que libres pueden seguir.

Rejas por todas partes, cada vez más altas, cada vez más gruesas. Día a día desgraciadamente el temor aumenta.

Yo, con muchos años, recuerdo que la puerta de calle ni llave tenía.

Jugábamos en la vereda cuidados por el vigilante de la esquina, el miedo no se conocía, el zoológico humano no existía.

Mis nietos y sus hijos: ¿podrán algún día vivir con más tranquilidad que ahora? O cuando los cachorros de las fieras sean adultas, ¿será peor el miedo?

Pido a Dios ilumine a las autoridades judiciales para que logren detener semejante salvajismo y así nuevamente poder vivir en paz y armonía.