Vivir de la tierra

A fines de febrero, Ramón Antonio Gómez y su familia recolectan la producción de mandioca. Una parte la consumen en su propio hogar y la otra la comercializan.

Vivir de la tierra

Hace varios años la familia Gómez, guiada por referentes del programa Pro Huerta, puso en marcha su propia quinta en casa. Apostaron al cultivo natural y la biodiversidad productiva. A fuerza de trabajo sostenido crecieron: hoy cultivan lo que consumen y venden los excedentes.

TEXTOS. IVANA ZILLI. FOTOS. AMANCIO ALEM.

Con simpleza y en silencio, la familia Gómez trabaja en su quinta para obtener los frutos de su comida diaria y vender el excedente. En el año 1969, desembarcaron en suelo santafesino y tras desarrollarse como medieros en otros establecimientos de la zona dedicados a la horticultura, lograron emprender su propia huerta, centralizada en la biodiversidad.

En el norte de la ciudad de Santa Fe, muy cerca de la localidad de Monte Vera, producen maíz, papa, mandioca, abonos verdes, alfalfa, porotos -tienen 25 variedades-, chaucha turca, higos, tunas, cebollino, frutilla y humus de lombriz en, aproximadamente, tres cuarto de hectárea.

Una vez que los porotos son recolectados, los colocan en potes no muy grandes, donde son intercalados con hojas de laurel para evitar que se piquen ante la posible presencia de gorgojos.

Ramón Antonio Gómez es el jefe de familia y un día -por razones familiares- decidió venirse de Corrientes para instalarse en la capital santafesina. Desde su tierra natal trajo una variedad de maíz, que siembran desde hace varias generaciones, y que dio muy buenos resultados en este suelo. A raíz de las destacadas características que tiene este cultivo, profesionales del Inta decidieron invitarlos a hacer distintos ensayos en el marco del trabajo del organismo, para luego distribuir la semilla entre los integrantes del programa Pro-Huerta.

Este cultivo puede ser consumido como choclo, pero también es muy utilizado para la elaboración de polenta o harina. “Yo lo bauticé como “Amarillo polenta Gómez’. Lo probamos en Rafaela y dio más de 80 quintales por hectárea. Ahora lo estamos multiplicando y entregándoselo a los distintos huerteros”, comentó el ingeniero agrónomo Hugo Luis Amherd, integrante del equipo técnico del Pro-Huerta, de la Agencia de Extensión Rural Inta Santa Fe.

“A don Gómez lo incorporamos como promotor referente del Pro-Huerta porque tiene mucha sabiduría de vida, experiencia en el campo, un sinnúmero de costumbres correntinas que las mantiene en Santa Fe y que no duda en darlas a conocer. A medida que probamos lo que él produce y vemos que anda bien, lo difundimos entre nuestros productores, a quienes les resulta muy útil para ampliar sus conocimientos”, resaltó Amherd.

De esta forma, “logramos demostrar que si bien la producción de semillas en esta zona es difícil, no es imposible”. Tradicionalmente, “se elige producir semillas en San Juan, Mendoza o La Rioja, que es una zona más seca, pero a partir de las experiencias llevadas a cabo en esta zona vemos que aquí también se puede”.

Esta es una alternativa más para “el pequeño y mediano productor que, en una primera instancia, cuenta con la posibilidad de producir su propia semilla; y en segundo lugar, puede bajar los costos en el uso de agroquímicos, porque está pulverizando con algún producto que es natural. Por lo general, en este trabajo existe un mayor costo de mano de obra -tanto en la época de siembra como en la de cosecha-; pero en la mayoría de los casos esta actividad está a cargo de todos los integrantes de la familia”.

DE LA TIERRA A LA MESA

Al contar con una interesante biodiversidad de producciones, existen distintos momentos del año en los que la familia Gómez está ocupada en la cosecha. Por ejemplo, “hace unos días empezó a recolectar el maíz; estaba terminando con la cosecha de chaucha turca y está empezando con la recolección de mandioca, que es muy utilizada en las dietas de los celíacos”, apuntó Amherd.

En agosto comienza el cultivo de las distintas variedades y la cosecha se extiende entre noviembre y mayo. “Uno tiene que sembrar en la época que corresponde para que la tierra cuente con todas las vitaminas que necesita la planta”, apuntó Gómez. Su mujer, Margarita Repisa, y sus hijos Carlos Gabriel, Emilia María del Carmen y Juana Soledad, están muy involucrados en el trabajo de la quinta. Todos los integrantes, en menor o mayor medida, intervienen al momento de colocar una semilla, aprenden a combatir algunas plagas y a espantar los pájaros para que no arruinen las plantaciones.

Conocen los distintos secretos que deben tener en cuenta para que la siembra prospere y la cosecha no falle; saben mirar al cielo y anticipar si se acerca una tormenta; y detectar cuándo es el momento oportuno para recolectar los frutos de estas plantas y hacer la rotación correspondiente.

Tras la cosecha y con el producto ya en mano, destinan una parte de la producción a venderla en la feria Las Cuatro Vías o a la gente que desde hace tiempo se acerca a esta quinta para comprar verduras cultivadas en forma natural. El resto queda en casa, para la elaboración de diversos platos con aroma bien casero.

OBJETIVO PRIMORDIAL

Desde hace 20 años el Inta, en articulación con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, acompaña procesos organizativos en barrios de grandes centros urbanos, pequeñas localidades y parajes rurales, con el objetivo de poner en marcha proyectos que promuevan la autoproducción de alimentos. Tanto en el caso de las huertas familiares como en aquellas que son comunitarias se trabaja para lograr, en primera instancia, el autoabastecimiento; mientras que, cuando estos emprendimientos se desarrollan en el ámbito escolar, cumplen un rol motivacional y pedagógico, complementando subsidiariamente el aprovisionamiento del comedor que funciona dentro del establecimiento educativo.

En la actualidad, en el área de influencia de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del Inta Rafaela, el Pro-Huerta acompaña a más de 12.000 familias en el desarrollo de quintas y granjas agroecológicas. Esto se logra gracias al trabajo de 338 promotores voluntarios -docentes e institucionales-, y una red de más de 400 entidades que, mediante capacitaciones, rescate de saberes y prácticas de cultivo, posibilitan la producción de alimentos en armonía con la naturaleza.

En Santa Fe, esta propuesta llega a Coronda, Sauce Viejo, Desvió Arijón, Santo Tomé, a la mayoría de los barrios -principalmente, los que son más vulnerables- de la capital provincial, a Alto Verde, la zona de la costa hasta Santa Rosa de Calchines, Recreo, Nelson, Laguna Paiva y ahora se incorporará Llambí Campbell. Una iniciativa que tuvo un eco interesante en la familia Gómez que, gracias a su esmero y confianza, se convirtió en un fiel referente de los pequeños productores que están ávidos de conocer la experiencia de aquéllos que nacieron y se criaron labrando la tierra.

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En tres cuartos de hectárea producen distintos tipo de chaucha y una gran variedad de porotos.

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El maíz que Gómez trajo de Corrientes dio muy buenos resultados en las tierras santafesinas.

BANCO MÓVIL

El ingeniero agrónomo Hugo Luis Amherd remarcó que luego de participar de una feria de semillas en Misiones, “nos trajimos variedades de porotos que recolectamos con los promotores del Pro Huerta y formamos el Banco Móvil de Semillas”.

AMPLIACIÓN

Para que este Banco Móvil perdure en el tiempo, hay que sembrar las semillas. Por eso, “tratamos de que las familias que las tienen las entreguen a otras para ampliar este banco”.

más datos

PRODUCTORES EN LA FERIA

Desde noviembre del año 2009, la Feria Franca Municipal que funciona en Las Cuatro Vías tiene un nuevo puesto. Es que un grupo de huerteros familiares de los barrios Barranquitas, San Pantaleón, 29 de Abril III, Cabal, Caima (localidad de Desvío Arijón) y Altos del Valle decidieron exponer y vender sus productos en este espacio. Se trata de un emprendimiento que surgió a raíz de un trabajo continuo desarrollado en el marco del programa Pro-Huerta, en forma conjunta con las asistentes sociales (que se desempeñan en el ámbito de la Municipalidad de Santa Fe) a cargo de los barrios Barranquitas y San Pantaleón.

Desde hace varios años se está trabajando en estas zonas de Santa Fe con la asistencia técnica, acompañamiento, asesoramiento, entrega de diversos insumos y capacitaciones que brinda el Pro-Huerta. Y estas familias han logrado una producción continua, de manera tal que les permite producir, consumir y obtener excedentes de la producción en sus huertas. Se comenzó a trabajar con la posibilidad de ofrecer estos excedentes a los consumidores de la ciudad como forma de generar ingresos para estas familias, invitando también a huerteros y promotoras de otros barrios y zonas que también han consolidado su trabajo y producción desde este programa.

A las verduras y plantas aromáticas que se pueden adquirir en el stand, se le suman los aderezos artesanales, panes saborizados, mermeladas y licores.

En esta propuesta se trabajó durante 2009. A través de las reuniones periódicas, surgió la idea de solicitar un puesto en esta tradicional feria franca y se hicieron gestiones con el área de Acción Social del Municipio de Santa Fe que brindó su apoyo permanente.

La ingeniera agrónoma Fabiana Beccaria, desde el Inta Rafaela, y la licenciada en servicio social Cecilia Páez, desde la Agencia de Extensión Rural (AER) Santa Fe, junto a sus colegas del barrio Barranquitas, María Eugenia Demiryi, y de Santa Pantaleón, Cristina Di Paolo, estuvieron involucradas en la conducción de esta iniciativa que, poco a poco, dio sus frutos.

Vivir de la tierra

Desde muy temprano Ramón y Carlos caminan por la quinta, limpian el terreno y saben cuándo es el momento preciso para hacer las rotaciones.

LAS CAMPAÑAS DEL PRO-HUERTA

El Pro-Huerta organiza su operatoria en dos campañas anuales: otoño-invierno y primavera-verano. Están diferenciadas de acuerdo a la estacionalidad de las diferentes producciones.

En sus inicios, el Pro-Huerta elaboró una colección de semillas hortícolas “tipo” (12 especies) para una huerta familiar con una superficie de 100 metros cuadrados, contemplando los requerimientos de consumo de hortalizas frescas de una familia de cinco integrantes. Se decidió trabajar con variedades y no híbridos para facilitar la autoproducción de semillas y que aquellas provistas no contuviesen “curasemillas” para evitar peligros en su manipulación.

Luego, dada la diversidad de condiciones agroecológicas que presenta el país, el programa fue ajustando la composición de las colecciones hortícolas entregadas, diferenciándolas según regiones e incorporando especies de adaptación y consumo local.

La capacitación constituye el eje de esta propuesta, centralizada en la concepción de generar procesos educativos y una visión de “construcción conjunta del conocimiento”; donde las semillas provistas no son más que el “disparador” de una compleja trama que pone en movimiento saberes, valores y recursos para incrementar las capacidades de la gente.

Durante los últimos años se fortalecieron algunas iniciativas de huertas productivas familiares y/o comunitarias, que tienen como objetivo generar ingresos. Estas propuestas son acompañadas por medio del fortalecimiento técnico-organizativo junto a instituciones locales.

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