AL MARGEN DE LA CRÓNICA

Cuando impera la sordera política

Si en la Nación hay una maraña de egoísmos no disimulados, esta provincia no se queda atrás. El santafesino medio siente que la carrera por el 2011 se largó demasiado temprano y presiente que los socialistas ya piensan en cómo quedarse, mientras los peronistas sueñan con volver. En medio de la disputa, la gente: usted, yo, los chicos. Posiciones despiadadas confrontan, en apariencia, por reivindicaciones tan justas por un lado como tan imposibles de conformar por el otro. Cualquiera con sentido común, podría imaginar al insigne “Presupuesto” como un chicle que se estira o acorta de acuerdo con la conveniencia de quien lo mastica. La cuestión se presenta en términos de un partido de fútbol con definición por penales, en el que el oficialismo debe patear y hacer los goles mientras que la oposición tiene la obligación de atajarlos. No hay acuerdos, no hay consensos, no hay discusiones serias. Sólo chicanas, aprietes, embestidas irracionales que pujan desde gobierno, oposición y gremialismo. Nada. Lo que hay es nada. Quienes pagan impuestos quieren ver adónde va su dinero; los padres quieren que sus hijos aprendan; los enfermos, que los hospitales los contengan; quienes tramitan documentos vitales para su desempeño, ser atendidos; los empleados, un sueldo digno. Pero políticos y gremialistas, buscan conservar, aumentar o revivir su poder. Lejos. Siempre lejos. Lejos de la gente, lejos de sus necesidades inmediatas y posibles de solucionar con sólo proponérselo, lejos de una mirada generosa hacia el futuro; cero en soluciones, aplazados en diálogo. La provincia no importa como conjunto, lo que importa es conseguir una porción más grande con vistas al 2011.

Autistas en un mundo tan lejano como irreal. Con otros tiempos y otros intereses que no son los que tienen sus representados. Con discursos soberbios, sin consensos. Cada uno; cada facción, está encerrada en una pelea etérea, inconducente, carente de sentido, con buenos efectos especiales y con palabras huecas. Realidad inentendible y realidades soslayadas, es la percepción que transmite la conducta de los que tienen la obligación de facilitar el presente y mejorar el futuro de los ciudadanos. La vida cotidiana de la gente está alterada. Los piquetes imprevistos que trastornan el día de cualquiera, la atención de la salud de los enfermos o la desatención de cualquier trámite que se necesite hacer, son apenas algunos temas que requieren que un trabajo desinteresado y mancomunado los resuelva. En vez de eso, egoísmos, conveniencias y falsedades, son las respuestas de los que, en vez de conducir, esconden a la gente su juego. Y es porque la política se ha convertido en eso, en un juego, en una puja de fuerzas que reconoce un ganador; a cualquier precio, aún a costa del bienestar común o con la garantía de un futuro hipotecado. El malhumor social de estos días retrotrae peligrosamente a los momentos de hartazgo generalizado de cercanos y nefastos tiempos. La soberbia y la sordera de los dirigentes, también.