Editorial

Derechos humanos, liberales y republicanos

Una tarea para los historiadores del futuro será la de indagar por qué el tema de los derechos humanos en la Argentina ha sido hegemonizado por un gobierno cuyos titulares jamás se preocuparon por estos temas en el pasado y por organizaciones que en la actualidad han identificado a los derechos humanos con la ideología de las víctimas políticas de la represión ilegal.

El afecto de una madre por su hijo es comprensible e incluso es comprensible que en nombre de esos sentimientos justifique sus errores, pero lo que importa en este caso es la transformación de una subjetividad en un programa de acción política revolucionaria y todo ello en nombre de los derechos humanos. Si bien en una democracia que se precie de tal todo ciudadano tiene derecho a cuestionar incluso los fundamentos de esa democracia, en el caso que nos ocupa no se entiende esta relación entre derechos humanos y programa revolucionario.

Al respecto vale la pena recordar las declaraciones recientes de Hebe Bonafini y Estela Carlotto. Con sus particulares registros ambas dirigentes se dedicaron a hablar sobre los supuestos responsables de la represión ilegal y en ese espacio sumaron a empresarios, políticos y medios de comunicación, incluyendo a periodistas. Si bien estas mujeres tienen derecho a opinar lo que mejor les parezca, lo que resulta interesante a la hora de la reflexión es este deslizamiento desde un reclamo de garantías a una propuesta que impugna la totalidad del sistema.

Como para que ninguna paradoja esté ausente, quienes hablan en nombre de las ideologías revolucionarias de sus hijos, acto seguido manifestasen su plena identidad con el gobierno nacional que, más allá de las opiniones que se merezca, está muy lejos de ser revolucionario. Aceptando el derecho de estas dirigentes de pensar lo que piensan, lo que merece discutirse es si esto tiene que ver con los derechos humanos tal como se han concebido históricamente. En principio es primordial establecer que la génesis de los derechos humanos y tiene una clara filiación liberal y republicana.

Es en esos términos como se instituyen en la Argentina y no es casualidad que la entidad más representativa haya sido la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), integrada por un abanico político que iba desde la izquierda a la derecha y con una ecuménica representación religiosa. Tampoco es casualidad a la hora de pensar sobre el devenir de estas instituciones, que desde la época de Alfonsín la APDH haya quedado relegada a un segundo plano y de hecho haya dejado de gravitar.

Habría que señalar que la APDH fue la única institución que en su momento integró la Conadep, iniciativa boicoteada por Madres. Por último resulta interesante registrar la conducta de los funcionarios del actual gobierno modificando el prólogo del “Nunca Más” porque en ese acto manipulador es posible datar el instante en que se consolida una visión hegemónica de los supuestos derechos humanos, visión colocada en las antípodas de lo que debe ser una concepción republicana y liberal de las garantías civiles.