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Nota para una supuesta

 

LEONEL GIACOMETTO

Argentina está poblada de mitos urbanos y de los otros. Los otros son los que no son urbanos, los de los pueblos, los del campo, el desierto, la montaña, el estero y el supuesto bicho que un ex presidente alimentaba con carne humana.

La Difunta Correa encajaba perfectamente para preguntarme por su hijo. ¿Qué pasó con el hijo de la Difunta Correa? Eso me pregunté para escribir, pero ya no importa esa pregunta, no importaría para la supuesta puesta. Al hijo de la Difunta Correa se lo robó un coronel confinado a un fortín y con órdenes de limpieza étnica. Pero vino un malón. Parece que la Difunta es justa.

“El difuntito” debería ser puesta en una supuesta realidad extrañada. Lo de realidad y lo de extrañada es un decir, ya que lo que debería funcionar, en todo caso, es una incomodidad en el ambiente, un algo que flota y circula, como cinco moscas que surcan el aire y desaparecen para reaparecer un rato después; así. Escribí “El difuntito” hace algunos años y ahora le echo un vistazo buscando corrección. Arreglos menores, cuestiones de formato, didascalias mientras siguen circulando las moscas por ahí. En “El difuntito” hay algo, no sé. Puede ser un olor, una sensación repentina, un sonido confuso que no sólo viene del nene. Todos respiran mal, se me ocurre eso también. “El difuntito” fue escrito bajo la influencia de un mandato, es decir, partiendo de una premisa, de una consigna, de un desafío, de un concurso.