Ganados y carnes

Un fuerte ajuste es inevitable

Si se estabiliza la oferta de carne en los volúmenes registrados en marzo, el año cerraría con una caída de 900 mil toneladas respecto del año pasado.

Ignacio Iriarte

Contra una producción que promedió el año pasado las 280 mil toneladas mensuales -con picos de 310 mil toneladas-, en marzo la producción (volumen en gancho faenado) de carne se habría ubicado en sólo unas 205 mil toneladas. De confirmarse este registro, y si calculamos una exportación reducida para ese mes de sólo unas 20 mil toneladas, el consumo habría caído a sólo 52 y 55 kilos per cápita.

Si esta oferta de 200 mil toneladas mensuales se estabiliza- igual que en los primeros años de la década actual- la producción anual sería del orden de las 2,4-2,5 millones de toneladas, o sea entre 900 mil y un millón de toneladas menor que en 2009. Un fuerte ajuste del consumo y de la exportación es inevitable.

Justo en este contexto de extrema reducción de la oferta, el Gobierno nacional, preso de la impotencia y del desconcierto, tomó la decisión no sólo soltarle la mano a los feedlots, sino también llevar el peso mínimo de faena a los 300 kilos a partir del primero de mayo.

Señales

Si existía alguna posibilidad de que los precios se estabilizaran o retrocedieran algo, esta nueva señal del Gobierno, que achica en el corto y mediano plazo la oferta y aumenta la incertidumbre tanto para los modelos pastoriles como para el feedlot , no hace otra cosa que reducir aún más la cantidad de carne disponible.

No debe descartarse que el faltante de carne y la suba de precios que desatará esta medida lleve al Gobierno -por novena o décima vez- a cambiar nuevamente el peso de faena.

Dentro del Gobierno hay diferentes líneas, y a veces se les permite a los más “moderados” (que no tienen peso alguno), introducir algunas disposiciones “mejoradoras” del funcionamiento del mercado.

En el ala más dura del Gobierno ha resucitado el pensamiento mágico, que sostiene que hay 70 millones de cabezas y que este faltante circunstancial se revertirá apenas caigan las primeras heladas generalizadas.

La furia oficial está hoy concentrada en la industria exportadora, que está perdiendo montos inéditos mensualmente. Cuando la industria advierte sobre el nivel de pérdidas, se le contesta: “No importa, ganaron mucha plata en los últimos años”. Mientras se mantienen prácticamente cerradas las exportaciones, y se aumenta el volumen de carne que se debe vender a precios políticos o para la “gran barata”, disminuye la cantidad de cortes que se pueden exportar de la cuota Hilton.

La industria observa con preocupación que la oferta de novillos y vacas les lleva a caídas en la actividad que varía, según las plantas, entre 20 y 40 por ciento. Hay establecimientos cerrados, plantas que trabajan dos o tres días a la semana, otras que derivan la poca hacienda que logran comprar a otras de la misma empresa, porque no consiguen el volumen mínimo para armar una faena.

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Caída. Contra una producción que promedió el año pasado las 280 mil toneladas mensuales, en marzo, el volumen en gancho faenado se habría ubicado en sólo unas 205 mil tn.

Foto: Archivo

“Acorralados”

“Si pagamos lo que el Gobierno dice, no faenamos una pata; si compramos a los valores de mercado perdemos entre uno y 1,5 peso por kilo en gancho. Con la oferta actual de ganado o con la que se proyecta para los próximos dos años, acá hay muchas plantas que deberán cerrar por falta de materia prima”, admiten los empresarios. Sostienen que la industria frigorífica nacional está preparada para faenar 16 millones de cabezas y que por varios años el nivel de actividad va a caer a entre 11 ó 12 millones. “Alguien tendrá que salir del negocio. La hubiéramos pasado muy mal de todos modos, por la falta de ganado y por los precios de la hacienda, pero ahora el Gobierno nos ha acorralado”, observan con preocupación.

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