Juan José Llach, ex ministro de Educación nacional

“Las computadoras por sí solas no

resuelven el problema educativo”

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“Hay un desinterés de la dirigencia política por la educación, y eso es muy lamentable”, dice Llach.

Foto: Flavio Raina

El sociólogo y economista habló de la necesidad impostergable de que las políticas educativas pongan el foco en tres ejes: la universalización del nivel inicial, la doble jornada escolar y la vinculación de la escuela media con el trabajo.

 

Mariela Goy

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“Sería un grave error creer que por repartir 3 millones de computadoras, resuelve el problema de la educación. Algo parecido ocurrió cuando fui ministro de Educación: había mucha gente que pensaba que creando el portal Educ.ar, se iba a hacer magia en el mismo sentido. Y no es así; la tecnología es un instrumento importante pero diría que no es el decisivo”. El licenciado en Sociología y Economía, Juan José Llach, sostiene que se exagera un poco la importancia de la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula. “Cuidado: creo que es imprescindible pero también me parece que se le otorga un carácter mágico”, aclara.

El ex ministro de Educación de la Nación -cargo que ocupó diez meses durante la presidencia de Fernando De la Rúa- estuvo hace unos días en Santa Fe invitado por la Fundación Dos Siglos. En el Consejo Profesional de Ciencias Económicas disertó sobre “Educación de calidad para todos; no renuncia a la utopía”.

— Hay dos desafíos en el título de su conferencia ¿Es posible lograr la conjunción de una educación de calidad y para todos en un país como el nuestro?

— Es una utopía pero conviene pelear por ella. Y en todo caso, es un proceso, no es algo que se consigue de la noche a la mañana. Argentina tuvo durante muchas décadas un proyecto educativo que fue muy integrador, que incorporó mucha gente, donde había un nivel de calidad aceptable. Fue un proyecto bastante inclusivo y creo que ahora se necesitaría algo parecido.

— ¿Se puede conseguir?

— Ya digo, es un proceso. Otros países lo han logrado. Por ejemplo, para el año 2020, cerca del 80 % de la población de Corea va a tener su diploma terciario y con altos niveles de calidad. En general, los países asiáticos y los escandinavos son los que más logros han conseguido, pero en América Latina hay algunos proyectos interesantes. Va a llevar mucho tiempo, no hay que crear falsas expectativas, el problema es que todavía no estamos en camino.

— ¿Argentina no está en camino a pesar de los 3 millones de computadoras anunciadas por la presidenta, destinadas a avanzar hacia la igualdad educativa?

- La ley de Financiamiento Educativo decía que para el año 2010 había que lograr que el 30 % de las escuelas tengan doble jornada o jornada extendida. Y ese indicador no ha aumentado nada. Si uno le diera prioridad a las zonas más necesitadas, poniendo allí escuelas de doble jornada tanto en primaria como en la escolaridad media, ése sí sería un punto de giro, de quiebre, mucho más que las computadoras.

— ¿Por qué?

— Porque hoy en día los chicos de nivel socioeconómico alto tienen en la escuela un segundo idioma, tecnología, recreación, deportes, expresión artística, etc. Las clases medias se las ingenian para pagarle a sus hijos alguna de estas actividades. Pero son los sectores populares los que en general, no acceden. Hay que entender que la jornada extendida no es poner dos horas más por día de clases. Es cambiar el concepto de educación, utilizando la cuestión de las “inteligencias múltiples”, que sostiene que cada uno puede desarrollarse en lo que es mejor. Insisto, ése sí sería un punto de quiebre.

— ¿Cuáles serían otros ejes prioritarios?

— Otro sería universalizar el nivel inicial, que también está en la ley de Financiamiento pero no avanza lo suficiente. Hay que evitar situaciones como la descripta por una docente del Gran Buenos Aires que me dijo que sin la experiencia previa del jardín de infantes, un chico de primer grado en realidad está cursando la sala de 4 años. Esa desventaja es muy difícil de recuperar después.

Un tercer tema sería educación y trabajo. Ahora es obligatoria la enseñanza media, lo cual está muy bien porque la Argentina siempre ha respondido bien a las obligatoriedades, siempre creció la matrícula. Pero el problema es que muchos chicos no van a querer o poder seguir estudiando una vez que terminen la enseñanza media, por lo que no puede seguir existiendo la desvinculación entre la escuela y el mundo del trabajo.

— ¿Ese debería ser un cambio a considerar para el secundario que es uno de los niveles con mayores dificultades?

— Claro, porque el modelo anterior de bachillerato permitía a la gran mayoría seguir estudios superiores. De las escuelas normales salían maestros, de los comerciales peritos mercantiles -un diploma que dio trabajo a decenas de miles de personas-, y de las escuelas técnicas, salían egresados capacitados para el mundo laboral. Después vino el corto período del Polimodal, y ahora se habla de especializaciones, pero realmente no hay un vínculo sólido entre la escuela y el mundo del trabajo. Incluso muchos chicos no se sienten motivados a seguir los estudios secundarios porque sienten que no les sirve para nada. Hay que empezar por generar escuelas de doble jornada para la enseñanza media, y que los chicos al terminarla salgan -al menos- con una competencia laboral.

— ¿Qué pasa que el secundario en general no motiva a los adolescentes?

— Estamos frente a un desafío nuevo, que tiene que ver con la posmodernidad. En el pasado los valores que la escuela trataba de impartir eran más o menos los mismos que predominaban en la sociedad; hoy esto no es así. Por lo tanto, los chicos a través de Internet o de la televisión adquieren mucha información, de tal manera que sienten que lo que el docente les está diciendo no es ninguna novedad o puede no interesarles. Es un desafío muy grande intentar volver a interesar a los adolescentes por el sistema educativo, y para mí algunos de los ejes pasan por la capacitación de los maestros, el trabajo y las prácticas solidarias. Lo que puede “enganchar” a los chicos es ver que se están capacitando para trabajar y que mediante el aprendizaje para el trabajo, ellos adquieren cultura, manejo del lenguaje, capacidad de comunicarse. Después, el trabajo solidario es un valor muy importante que se está dejado de lado. Del mismo modo, si los chicos además tuvieran una segunda lengua, tecnología, expresión artística, deporte, creación, tendrían más formas de expresarse y de encontrar cuál es su nuevo camino, su nueva vocación.

—En su libro sobre equidad educativa, usted habla de priorizar a los más chicos y a los más pobres, dos objetivos que parecieran muy difíciles de cumplir.

— Mucho más si no se hace nada para alcanzarlos. Todas las leyes de esta década han sido promisorias, pero su efecto ha sido mucho menor al esperado. Por ejemplo, la ley de 180 días de clases casi no se cumple. Y tanto la ley de Financiamiento como la ley de Educación Nacional decían que hay que dar prioridad a las zonas más pobres, pero no se generó ningún mecanismo institucional para lograr ese propósito y eso quedó como una simple expresión de deseo. Además, hay un desinterés de la dirigencia. ¿Cuántas veces se ha visto que la dirigencia política, económica y social de la Argentina se tome en serio la educación? No es un tema de agenda prioritaria y eso es muy lamentable. Entonces, con computadoras no se va a reemplazar esa falencia.

Jerarquizar al docente

— Si se está logrando invertir el 6 % del PBI en educación pero no se cumplen las metas de la ley de Financiamiento como son: extender la oferta del nivel inicial o alcanzar el 30% de escuelas con jornada extendida. ¿Adónde fue el dinero extra invertido? ¿A salarios docentes?

— Algunas estimaciones dicen que el 75 % o más del aumento de los recursos en educación ha ido a las remuneraciones de los maestros. Pero hay que tener cuidado, porque para jerarquizar la educación hay que volver a jerarquizar la docencia. En Finlandia, uno de los países que siempre sale primero en las pruebas internacionales de evaluación de calidad de enseñanza, el Ministerio de Educación ha puesto unas oficinas para atender a las delegaciones extranjeras que van a ver cómo han hecho. Y una de las cuestiones que ha hecho claramente ese país es lograr que la docencia tenga la misma jerarquía económica y de prestigio social que otras profesiones. Entonces, no se puede criticar de por sí que se invierta dinero en mejorar las remuneraciones docentes, que están realmente muy deterioradas. Lo que hay que encontrar son caminos para hacerlas compatibles con los otros objetivos. Ahora la Legislatura tiene la oportunidad de votar una nueva ley de Financiamiento que llegue hasta el 2020. Habrá que lograr que el uso de los recursos esté vinculado al logro de las metas educativas; ésa es una falla de la actual ley.

 

/// EL DATO

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