Ganados y carnes

La mayor caída en 96 años

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Poco ganado. Los feedlots están al 50% de su capacidad, pero la llegada del invierno derivaría hacienda hacia los sistemas de engorde a corral.

Foto: Federico Aguer

La producción de carne descendió en el último año de 315 mil a 200 mil toneladas mensuales. Se trata de la caída interanual más importante en 96 años. Es decir, desde que se llevan estadísticas.

 

Ignacio Iriarte

Se pasa de una producción de 300/315 mil toneladas mensuales a mediados del año pasado a las 200 mil toneladas actuales. Aunque las exportaciones se estén restringiendo al mínimo (Hilton, termoprocesados), el volumen disponible hoy no alcanza para un consumo de más de 54 kilos por persona. En menos de nueve meses, el consumo se ha reducido cerca de 20 kilos (equivalente anual); a medida que los precios suben y las cantidades demandadas se reducen, se encuentran consumidores de mayor poder de compra, que son más resistentes a bajar la ingesta. Hay un gran segmento del mercado de la carne premium (novillito, ternero, vaquillona), donde el consumidor ha convalidado estos altos precios al mostrador y hasta parecerían tener un resto para el momento eventual en que se eleve nuevamente el peso de faena y la oferta disponible de carne se reduzca aún más.

La inelasticidad de la demanda por carne vacuna se confirmó una vez más: para lograr una reducción del 25 por ciento en las cantidades demandadas, fue necesario un aumento del precio del 75-80 por ciento.

De estos 20 kilos que le faltan al consumo, las carnes aviar y porcina en el corto plazo (seis meses) pueden compensar en el mejor de los casos unos tres a cinco kilos per capita adicionales. En este escenario de carne vacuna “cara”, entre 80/81 por ciento del gasto de las familias en carnes se dedica a carne vacuna y el 19-20 por ciento restante al pollo. Esto sin computar el cerdo, cuyo consumo fresco no supera los cuatro kilos y sin computar las achuras, cuya demanda ha aumentado sensiblemente en los últimos meses, arrastrada por la abrupta suba del precio de los cortes vacunos económicos.

Oferta reducida

Este esquema con precios récords (en dólares y a moneda constante) para el ganado se sostiene por una oferta extremada e inesperadamente reducida. En el corto plazo no se recuperaría: la elevación del peso mínimo de faena ya ha determinado una caída del 10-12 por ciento de una oferta ya de por sí muy restringida. Los campos están llenos de pasto, los feedlots semivacíos, y por varias semanas se seguiría presentando un panorama de oferta igual o algo inferior a la actual. Es posible que luego, en junio-septiembre, tengamos algo más de oferta, porque si bien el feedlot comercial está al 40-50 por ciento de su capacidad, los terneros destetados están en algún lado, alguien los está engordando y van a salir a la venta. Del mismo modo, todo lo que no tenga el peso suficiente ahora, en algún momento lo tendrá, y será comercializado.

Con la primera sucesión de heladas fuertes, más adelante, saldrá lo poco o mucho que se sigue reteniendo. Pero la suma del feedlot y a campo estará lejos del aluvión (“puerta 12”) de otros años, y podría dar lugar después (diciembre-marzo) a otro faltante igual o peor que el actual.

Altas y bajas estacionales de la oferta se seguirán sucediendo, dentro de una faena total anual mucho más baja que en años anteriores.

La inelasticidad de la demanda por carne vacuna se confirmó una vez más: para lograr una reducción del 25 por ciento en las cantidades demandadas, fue necesario un aumento del precio del 75-80 por ciento.

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El futuro de la ganadería

La retención se insinúa, por ejemplo, en el hecho de que se venden como invernada mucho más machos que hembras, pero todavía no hay indicios claros de un cambio drástico en la fase del ciclo ganadero. Se venden todavía muchos vientres útiles para faena, porque su precio al gancho es más tentador que esperar esa vaca para cría. Muchos de esos vientres están preñados. En el productor prevalece, pese a los altísimos precios, la incertidumbre y el escepticismo sobre el futuro de la ganadería.