Panorama nacional

Desquicio institucional

Desquicio institucional

Néstor Kirchner y Julio Cobos

El gobierno sigue poniendo a prueba la fragilidad de la recuperación económica y del sistema político del país. La oposición lo ayuda.

 

Sergio Serrichio (CMI)

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El recrudecimiento de la ofensiva kirchnerista contra Julio Cobos, que llevó al vicepresidente a denunciar el espíritu “destituyente” (expresión cara al léxico K) del combo de presiones legislativas y verbales, denuncias judiciales y marchas callejeras para lograr su remoción o renuncia, es la expresión más reciente del desquicio institucional que vive la Argentina.

La presión fue en aumento tras el ping-pong del proyecto para reformar el reparto del Impuesto al Cheque, episodio marcado por el súbito celo oficial acerca de los requisitos que -al entender K- exige la Constitución, y la paradójica iniciativa de 14 gobernadores de publicar una solicitada para decir no, así no vale, el gobierno es generoso, ¿por qué querríamos recuperar 10.000 millones de pesos de los muchos más que la Nación nos quita cada año, desde hace siete?

Pero la oposición también hace lo suyo. Así, por ejemplo, dio media sanción en Diputados a un proyecto para limitar el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que da al Congreso ya no la facultad de rechazar un DNU, cortando su vigencia, sino la de declararlo nulo, negando de modo retroactivo derechos a quien, temporalmente, los hubiera tenido. Así, un DNU sería un billete de lotería. La segunda anomalía es un artículo que inhibe el veto de la eventual ley. Al cesarismo ejecutivo se intenta responder con cesarismo legislativo.

ARITMÉTICA DE LOS DNU

Los DNU son una vara institucional. Un reciente estudio del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría precisa, por caso, que entre 1853 y 1983 se emitieron 25, a razón de uno cada poco más de cinco años, mientras que desde el retorno de la democracia hubo 1.065, a razón de 41 por año.

Menem, con 545 DNU en diez años y medio, ostenta el récord total, pero Eduardo Duhalde, con 158 en 17 meses, le ganó en intensidad (más de 9 por mes). Néstor Kirchner sancionó 270 en cuatro años y medio y Cristina Fernández emitió 4 en los últimos cuatro meses y lleva 9 en su foja. Raúl Alfonsín, en 67 meses de gestión, emitió 10, y Fernando de la Rúa, en dos años, 73.

Los DNU, más que potencia, pueden expresar impotencia ejecutiva. La actual presidenta, que hasta mediados de 2008 se ufanaba de no haber firmado ninguno, se transformó en emisora serial por la ineficacia de sus actos. De los últimos cuatro DNU, dos fueron para anular sendos actos anteriores, y uno para echar a un funcionario (Martín Redrado, el ex presidente del BCRA) que se negaba a cumplir con el primero.

El único que queda en pie, el 298/2010, por el que se creó el mentiroso “Fondo de Desendeudamiento Argentino” (Fondea) es, justamente, el que quiere anular la oposición. El próximo miércoles, en el Senado, para preservar el Fondea (del que ya usó 1.100 millones de dólares), el gobierno depende de que Menem falte otra vez, o de que vote junto al bloque K, o de que los senadores pampeanos hagan alguna pirueta respecto de lo que han dicho públicamente.

La excursión anterior no pretende hacer arqueología de los DNU, sino ilustrar el mamarracho que montaron un gobierno que se resiste a aceptar que, desde diciembre, está en minoría en el Congreso, y una colección de grupos de oposición que no se da cuenta de que tampoco es mayoría y, de resultas, no acierta a encontrar su rol.

A pesar de tanto desorden político e institucional, la economía sigue tirando, acechada por peligros. ¿Pensarán realmente los Kirchner que cargarse a Cobos mejoraría la “gobernabilidad” y las expectativas económicas, o serán conscientes de que probablemente ocurriría lo contrario? ¿Son conscientes de cuán serio es el problema inflacionario?

EL MUNDO COMO AYUDA Y REFUGIO

El contexto internacional, tras el vórtice de la crisis, favorece mucho a la Argentina. La recuperación se concentró en países, como Brasil (cuya demanda sostiene nuestra industria automotriz) y China (nuestro gran comprador de soja), que tiran fuerte de nuestra nación.

Pero todo está prendido con alfileres. La única “ancla” oficial para evitar que la inflación se desmadre es la quietud (con ánimo bajista) del dólar, que se prolongará algunos meses gracias a los ingresos de la soja, la abundancia recaudatoria (en mayo se concentra el grueso del Impuesto a las Ganancias) y el probable éxito financiero del canje de deuda.

Pero un estornudo exterior podría cambiar todo. La Argentina depende crucialmente de que el real brasileño se mantenga sobrevaluado (la medida de esa sobrevaluación es el déficit externo de 50.000 millones de dólares que en 2010 tendrá el socio mayor del Mercosur) y atraiga dinero caliente, ese que huye de las nulas tasas de interés de los principales centros financieros.

Una mínima reversión por caso, un toque alcista en las tasas de interés en EE.UU., pondría en serios aprietos el “ancla” cambiaria. Es probable que ese toque llegue antes de fin de año. El viernes, por ejemplo, se difundió que en marzo la venta de casas nuevas en EE.UU. tuvo el aumento mensual más grande de los últimos 47 años. Una buena noticia para la economía de ese país y del mundo. Pero, si eso lleva a la FED (Banco Central) a subir las tasas de interés, mucho dinero caliente saldrá Brasil, facilitándole al próximo gobierno (sea el de Serra, que hasta quiere salir del Mercosur, o el de Dilma Roussef) el fin del “real caro” y dejará al desnudo la endeble política económica kirchnerista.

También Beijing, a través de su viceministro de Comercio, Jiang Yaoping, de visita en Buenos Aires, hizo saber que su reciente frenazo a las compras de aceite de soja argentino es el inicio de un apriete comercial, en pos de dos objetivos: cobrarse la promesa que Néstor Kirchner le hizo en 2004 a Hu Jintao, de que Argentina reconocería a China como “economía de mercado”; y revertir medidas proteccionistas del gobierno argentino.

Los Kirchner, sin embargo, persisten en creer que pueden usar el mundo para sus objetivos domésticos. He ahí el intento de erigir a Néstor como titular de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur). Con tantas causas judiciales sobre corrupción que cada vez le pican más cerca (las dádivas y el enriquecimiento del ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime; los peajes en la relación con Venezuela, denunciados por el ex embajador argentino Eduardo Sadous; el financiamiento con olor a remedios truchos de la campaña electoral 2007, entre otros), al ex presidente le sería más ventajosa la inmunidad de un cargo regional por cuatro años que la más endeble y expuesta de una diputación que nunca le interesó en serio.

Si Néstor se sale con la suya (Cristina aseguró hace poco el apoyo del peruano Alan García, pero falta que el uruguayo “Pepe” Mujica cumpla su promesa de levantar el veto que había impuesto Tabaré Vásquez y que el colombiano Uribe no salga al cruce) y deja su banca, ninguno de los cuatro primeros candidatos del kirchnerismo en Buenos Aires en las elecciones de 2009 (el propio ex presidente, Daniel Scioli, Sergio Massa y Nacha Guevara) cumplirá el mandato para el que pidieron el voto.

Se habrá consumado así la política como estafa. El desquicio actual es apenas una consecuencia.

 

/// EL DATO

Por dentro del PJ

La diputada nacional Celia Arena aclaró que los dirigentes del Peronismo Federal “coincidimos en que queremos dar la pelea interna por adentro del PJ, pero vamos a luchar hasta el final, para que el partido se presente como tal, y no vaya como un frente kirchnerista a las internas.

“En el caso de Carlos Reutemann y los santafesinos, siempre nos planteamos ir por dentro del Partido Justicialista” y reclamó que “el PJ participe en las internas como Partido Justicialista, no como Frente para la Victoria, que es un sello kirchnerista”.

Respecto de Reutemann, dijo que mantiene su postura de que ““no es momento de hablar de candidaturas” para el 2011 hasta tanto “la mesa nacional del Peronismo Federal se reúna para definir su estrategia electoral, a fines de este año”.