En barrio Las Lomas

La comunidad toba pide ayuda

Conformada por 700 personas, una de las comunidades tobas de Las Lomas reclama la escrituración de tierras y solicita ayuda de alimentos, porque la venta de artesanías ya no les proporciona el sustento diario.

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Cultura viva

Los tobas luchan hace tiempo por mantener viva su cultura y sus costumbres. En Las Lomas, la comunidad tiene un alfabetizador que pone todo su esfuerzo en que los niños hablen en su lengua originaria, puesto que asisten a escuelas de criollos donde aprenden castellano. Foto: Néstor Gallegos

 

 

Mónica Ritacca

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Eran alrededor de las 11 de la mañana cuando las inmediaciones de Obispo Boneo y 3er. Pasaje, en el barrio Las Lomas, se encontraban desoladas. En la calle no había nadie, pero se oían vocecitas muy cerca. El ruido de un motor de auto, muy poco escuchado por quienes habitan allí, bastó para que de golpe los niños hicieran silencio y un miembro de la comunidad toba saliera a ver quién había ido a visitarlos y, sobre todo, con qué intención.

No es la primera vez que El Litoral llega hasta la comunidad aborigen de Las Lomas, pero como recientemente se renovaron sus autoridades hubo que explicar el porqué de la visita a su máxima autoridad. Luego de un diálogo en lengua toba entre los miembros, y frente al consentimiento de quien la dirige, se mostraron dispuestos a conversar con El Litoral.

Después de que las mujeres acomodaran en círculo unas sillas de plástico, Cleto Mansilla, segunda autoridad dentro de la comunidad y quien la dirigió hasta no hace mucho tiempo, pidió la palabra. Había buscado un cuaderno espiralado, desde donde leyó en castellano y a un ritmo muy pausado una de sus anotaciones: “Los seres humanos nacen libres e iguales. Todos tienen derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser sometido a la esclavitud, a la servidumbre. Nadie puede ser torturado cruelmente. Todos tienen derecho al trabajo y a recibir un sueldo que le asegure el bienestar y la salud de su familia, así como la alimentación, vestido y vivienda, y asistencia médica. Todos tienen derecho a la educación primaria”.

Lo que más reclama la comunidad toba del barrio Las Lomas, una de las dos que hay en esa jurisdicción, es que se la tome en cuenta como un pueblo originario. Se siente marginada y sin ningún tipo de reconocimiento a los aborígenes que la integran, es decir a “los que están desde el principio”.

Las primeras familias tobas que llegaron a la ciudad arribaron a mediados de la década de los 90 en los trenes de Santa Fe Cambios, provenientes de la provincia de Chaco. Reconocen que eligieron esta zona por las perspectivas laborales que aparentaba, ya que en sus lugares de origen eran explotados por las compañías algodoneras. El lugar que adoptaron para vivir fueron los vagones abandonados que por ese entonces había en el interior de la Estación Belgrano, hasta que las autoridades de aquel entonces decidieron radicarlas en Las Lomas, un barrio del postergado oeste de la ciudad.

Tenencia de tierras

Son alrededor de 700 las personas que actualmente integran la comunidad toba. Las familias son muy numerosas, de entre cinco a diez integrantes cada una.

La escrituración de las tierras sobre las que pudieron levantar construcciones humildes de ladrillos es a lo que se refieren cuando piden el reconocimiento como un pueblo originario. Es que tal fue la promesa que escucharon cuando se decidió trasladarlos desde la Estación Belgrano a Las Lomas pero jamás se concretó.

Asegurarles a sus descendientes que nunca serán desalojados del lugar donde viven es la razón principal que esgrimen a la hora de explicar por qué luchan por la tenencia de las tierras, además de decir que necesitan de ellas para realizar cultivos y luego consumirlos.

El comedor

La inundación de 2003 frustró el trabajo de años que venía haciendo María: darle de almorzar a todos los chicos y grandes de la comunidad toba y a otras personas criollas del barrio. Es que “se perdió todo”, y luego las autoridades dejaron de proveerle los insumos al comedor, con lo que se cortó el servicio.

“Ahora se come lo que se puede y cuando se puede. Los tobas vivimos de las artesanías que hacemos y vendemos. Pero no alcanza... Por suerte hay gente criolla que tiene corazón y nos ayuda. Nuestros hermanos blancos tienen mucha voluntad de ayudar y nosotros agradecemos su colaboración.

Es la ayuda del gobierno la que no conocemos y deberíamos tener”, señaló Cleto Mansilla.

Cultura viva

Las vocecitas que se escucharon cuando El Litoral llegó a Las Lomas eran las de los chicos que todas las mañanas se acercan al salón de la comunidad para “mantener viva su cultura”.

Andrés Fabián Sosa se presentó como “un muchacho aborigen que busca enseñarles a los chicos su cultura y su lengua originaria, para que no se pierdan”. Había empezado el primer año del profesorado en la escuela Almirante Brown, pero por falta de dinero no pudo seguir estudiando.

“Los chicos van a la escuela por la tarde y a la mañana también estudian en la comunidad. Soy alfabetizador y lo que busco es educarlos en nuestra cultura, que sepan cuáles son sus raíces. En las clases les enseño el abecedario con palabras en castellano y cómo se escribe y se pronuncia en toba”, dijo, deseando que alguna vez el Estado reconozca el trabajo que hace.

Por último, los miembros de la comunidad toba agradecieron la visita de El Litoral y se mostraron esperanzados en que llegue por parte de las autoridades la ayuda que tanto necesitan para seguir existiendo como “pueblo originario”.


La comunidad toba pide ayuda

“CevenacTáíque aca la copa na leches” reclama en su lengua la comunidad toba de Las Lomas para pedir la restitución del comedor.

Foto: Néstor Gallegos

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Madre y alumna

Los asistentes a las clases del alfabetizador Andrés Fabián Sosa son en su mayoría los más chicos de la comunidad. Sin embargo, una joven madre no se priva de aprender y también concurre junto a su bebé que está en la etapa de amamantamiento.

Foto: Néstor Gallegos

El grupo originario más numeroso (*)

El censo del Indec de principios de 2001 arrojó una cifra de 60.000 argentinos que se consideraban integrantes de la etnia toba, la mayoría residentes en la provincia de Chaco.

Como otras etnias originarias argentinas, los tobas se están acriollando. Los que se mantienen en sus territorios ancestrales o se trasladaron a otras ciudades, con la convicción de mantener sus costumbres, viven generalmente constituyendo comunidades rurales, regidas por comisiones vecinales, asociaciones comunitarias o con líderes elegidos democráticamente por la comunidad. Cultivan pequeñas parcelas o son peones temporarios para faenas rurales, desempeñándose como hacheros, cosechadores de algodón, entre otras actividades. Otra forma para obtener recursos es la elaboración de artesanías de cerámica, guayacán o fibras textiles.

Los tobas componen el grupo más numeroso de originarios en la actualidad y por lo cual conforman una agrupación de castas que se conducen con una organización política milenaria.

(*) Fuente: Wikipedia

Manos artesanales

Bolsos y canastos de hojas de palma son algunas de las artesanías que hace la comunidad toba para poder subsistir. Los hombres también se dedican a changas. “Me levanto a las 6 de la mañana. El trabajo lleva tiempo y venderlo también”, dijo una de las artesanas.

Foto: Néstor Gallegos

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+ información

Para colaborar

con la comunidad toba, los interesados pueden comunicarse con su máximo representante, Luis Méndez, al 154-862178.