Afuera, obras a granel; adentro, ruinas de fútbol
Para ponerle copas a
la bandeja falta fútbol
Darío Pignata
La verdad que cuando uno llega al Cementerio de los Elefantes se da cuenta porqué Lerche hace tanto hincapié en su plataforma política —es este 2010 un año sabalero electoral— con la frase: “Colón tiene todo lo que tiene que tener y está preparado para ser campeón”. Es que, sinceramente, para los que empezamos a ir a la cancha cuando había torres de iluminación de hierro, voz del estadio en el codo noreste y tribuna con tablones de madera, la mole de cemento que está emociona. Pero la que se viene para la Copa América 2011 impacta la vista.
Desde las dos cabeceras, asoman las respectivas estructuras que le darán al Centenario una imponente bandeja en la cabecera norte, la continuidad de los palcos del sector oeste oficial y una figura simulada que cerrará el anillo del lado del Fonavi. Se ven hierros por todos lados, cemento roto y la advertencia de la actual voz de cancha: “Se ruega bajar a los simpatizantes trepados en la estructura, recuerden que ya estamos en obras”.
Este proyecto que asoma y que avanzará al palo en los meses decisivos de parate desde el 16 de mayo hasta después del Mundial será vitales para avanzar esta carrera contra el tiempo. “Vamos a tener el mejor estadio del interior de la Argentina y uno de los mejores del país”, prometió el presidente Lerche cuando presentó la original maqueta para los hinchas y socios sabaleros.
Lástima que mientras Colón es pura obra afuera, adentro de la cancha sólo quedan ruinas de un equipo que arrancó el año prometiendo pelear todo —Copa Libertadores, campeonato y Sudamericana— y ahora inexorablemente se quedará sin nada. Si el 0-5 frente a Newell’s en Rosario fue preocupante, no ganarle a un equipo descendido que aguantó con uno menos los minutos finales en Santa Fe genera más dudas. Claro que, a favor de Colón, esta milonga ya termina y para elegir a los nuevos músicos el director de orquesta tendrá tres meses para no equivocarse, pensando que a mediados de agosto recién comenzará el otro campeonato en la Argentina.
La famosa columna
Cuando Colón fue protagonista en los dos torneos anteriores, llegando a pelear arriba hasta las fechas finales, escribimos hasta el cansancio lo de la famosa columna vertebral del 1259, explicado con un buen arquero (el 1, Pozo), un zaguero impasable (el 2, Garcé), un volante todo-terreno (el 5, Prediguer) y un goleador arriba (el 9, Fuertes). El resto, buena compañía.
Entonces, ya desde la base, no hay demasiados secretos para la reconstrucción que debe empezar ayer en Colón. Lo primero que hay que hacer es traer “un cinco como la gente”, que se banque jugar en un equipo como los de Mohamed, porque el “Turco” suelta los carrileros, libera al otro interno, pone un enganche y nunca resigna a los dos puntas. Entonces, ese puesto es clave. Hasta les diría que es, delante del arquero y la línea de tres, el verdadero corazón del equipo. Si ese “5” se para, Colón se muere.
Tanto Rivarola como Moreno pueden ser complementos. Ocasionalmente, Capurro también. Pero paradito ahí como volante tapón, donde ayer no jugó Pellerano, Colón dejó un hueco que nunca más volvió a llenar con la salida de Prediger. En Estudiantes, todo el mundo habla de Braña como sustento de Verón; en Argentinos, de Ortigoza; en Independiente, Acevedo. Todos tienen ahí un motorcito, lo que es distinto a tener tractores.
Si Pozo y Garcé mantienen su nivel, más el plus del “5” que venga, considerando que tanto Candia como Nico Torres saben defender, no debiera haber mayores problemas atrás.
Las otras dos preguntas, de cara al Colón 2010-2011, son las que se hace todo el mundo:
— 1) ¿Con quién podrá tirar paredes el chico Facundo Bertoglio, cada vez más guapo para encarar y cada vez más solo para jugar?
— 2) ¿Quién hará los goles en este equipo cuando falte el único jugador capaz de hacerlos, que es el “Bichi” Fuertes, un fenómeno poco entendible a los 36 años con la camiseta de Colón?
Ahí están los otros grandes interrogantes, en los cuales Mohamed y los dirigentes no podrá fallar. No hay que traer 10 jugadores para completar nada, para eso Colón puede poner a Quilez, Soto, Bauman, Mugni y otros que vienen pidiendo pista de abajo. Hay que gastar la moneda en un buen “5”, un volante que hable el mismo idioma que Bertoglio —en su defecto, una rueda de auxilio de lujo— y un plan “B” para cuando no aparezcan los goles de Fuertes.
Las copas marean
Las complicaciones deportivas en el final del 2009, donde Colón estaba prácticamente adentro de la zona de grupos de la Libertadores y se condicionó a jugar un repechaje, dejaron a Mohamed y los dirigentes en un laberinto sin salida. Particularmente, pienso que el técnico se mareó, porque no pudo determinar con claridad si armar un equipo para dos torneos o para uno solo. Entonces, la impresión es que se apuntó mucho más a la cantidad que a la calidad.
Igualmente, a la luz de la realidad y con estos pobres rendimientos de los supuestos “refuerzos”, jugar los dos torneos a la vez hubiera sido —en el campo de las hipótesis— un calvario sin fin.
Lerche es un dirigente que tiene algo de aquel Macri (ojalá él y Colón terminen igual) que arrancó con muchos problemas en Boca cuando llevó al “Narigón” Bilardo y al “Bambino” Veira: quiere armar una estructura de trabajo donde el presidente no tome ninguna decisión de neto corte técnico-futbolístico.
Es por ello que el apoyo a Mohamed es irrestricto en todas sus decisiones y hasta se dice que es por lo mismo que viene pensando en Esteban Oscar Fuertes