EDITORIAL

La crisis que muy pocos previeron

Inesperadamente, en sólo un par de semanas, el mundo financiero volvió a sacudirse como en 2008. Esta vez, la cuestión comenzó en Grecia, y con su burbuja de deuda soberana. La fiesta terminó y alguien tiene que pagarla. Como nos sucedió en 2001/2002, el ajuste lo pagarán los trabajadores griegos, si bien las cuestiones son muy diferentes.

Grecia parece ser la punta del iceberg. Si uno piensa en Portugal y España, alcanza la dimensión de lo que esta crisis puede generar en países desarrollados, a cuya lista también se incorporan Inglaterra y los Estados Unidos. Nadie niega que el pesimismo apunta a una tormenta mayor cuando se le recorte la calificación a los Estados Unidos. El efecto dominó llegará finalmente a esta parte del continente, aunque la firme política monetaria y los recientes compromisos asumidos ante los acreedores nos mantendrán en una posición más cómoda.

La primera conclusión es que, al menos por unos meses, el escenario se cargará de dificultades. La segunda es que el gran ganador de las monedas ha sido el dólar. El euro perdió la consistencia ganada y remontar la cuesta significará una estrategia finamente elaborada. A nadie escapa que el blindaje dispuesto por los países europeos cubrirá las necesidades de financiamiento de los próximos tres años de Grecia, pero hace falta la voluntad política de un cambio de metodología. No son pocos los que piensan que el mundo financiero entrará en una crisis de deuda, porque los inversores llevarán sus capitales a lugares seguros y a productos más seguros aún.

Si las bolsas cayeron, el dato más relevante es, en el caso argentino, la pérdida de valor de los bonos. Los títulos públicos siguieron pesados y el interés pasó por los cupones atados al crecimiento. El problema de fondo es que a raíz de la situación en la que se encuentran los mercados internacionales ya nadie quiere estar con bonos en su cartera. Hoy, el riesgo de los deudores a nivel global es mucho mayor y por la jugada sugerida al gobierno no es insistir con ingresar a los mercados internacionales de crédito, especialmente porque es preferible cuidar las reservas. Créditos internacionales a tasas de un dígito es algo imposible. Lamentablemente, la suerte no ayudó a la Argentina que, cuando quiere pagar, se encuentra con mercados prácticamente cerrados y/o caros.

La gran pregunta es qué ocurrirá el lunes. Puede haber un rebote técnico de precios porque el euro, al caer la tarde del viernes, se recuperó de valores mínimos del año pasado. Por los otros ejemplos hay también claras apreciaciones: la caída de España es una situación global y atacará a los mercados financieros desarrollados en su conjunto. No hay que olvidar que lo que está en juego no es el sistema financiero de unos pocos países sino del mundo entero.