Los candidatos de la oposición en problemas

La situación política de algunos candidatos presidenciables se ha tornado algo incómoda. Según denuncias de dirigentes de la Coalición Cívica, el vicepresidente Julio Cobos no sería ajeno a ciertos negocios ilegales con el gobierno de Venezuela. Si bien Cobos ha desmentido terminantemente esta imputación y la ha adjudicado a operaciones del kirchnerismo, la duda en la opinión pública se ha instalado o puede llegar a instalarse, sobre todo porque la acusación no proviene de la Casa Rosada, sino de otra coalición opositora.

La situación de Mauricio Macri también es imprevisible. Las indagatorias llevadas a cabo por el juez Norberto Oyarbide para precisar su conexión con las escuchas ilegales lo comprometen seriamente y, sobre todo, comprometen sus aspiraciones a ser candidato a presidente en el 2011. En recientes declaraciones ha expresado su temor a ser procesado por un juez cuyos compromisos con el oficialismo son más que notorios y evidentes, aunque no por ello deja de provocar efectos jurídicos y, sobre todo, políticos, como muy bien lo saben, por ejemplo, personajes tan diferentes como Zanola y Martínez de Hoz.

En otro registro no procesal pero también jurídico, la situación de otro presidenciable, como De Narváez, parece haberse definido por la negativa a sus aspiraciones a la Casa Rosada dada su condición de extranjero. Los argumentos de sus abogados acerca de los tratados internacionales y la discriminación difícilmente prosperen, por lo que es muy probable que se resigne a competir por la gobernación de Buenos Aires.

Así planteadas las cosas, es muy factible que, en principio, los beneficiados por estas exclusiones sean Scioli, Duhalde y Solá. El otro beneficiado sería sin lugar a dudas Néstor Kirchner, porque toda dispersión del arco opositor de una manera u otra lo favorece. Aunque en su caso, si bien las encuestas le otorgan una representación que llega al veinte por ciento, los votos en contra no sólo son mayoritarios, sino que, además, son beligerantes, motivo por el cual, en una hipotética segunda vuelta, sería arrasado por el electorado.

En este contexto, la apuesta de Kirchner será la de mejorar su perfil para ganar en la primera vuelta, ya que en su defecto sus chances serían las mismas que las de Menem en el 2003, es decir, la derrota en toda la línea. Al respecto, sus asesores le han indicado que necesita ganar para su causa a un sector, aunque más no sea, de las clases medias urbanas y rurales, un electorado que le ha retirado el apoyo que en algún momento le pudo dar.

Los Kirchner seguramente intentarán tomar algunas medidas que les permitan conquistar la adhesión de estas clases medias, aunque los estudios de campo aseguran que, salvo milagro, ese apoyo es muy difícil que se dé porque es en esos sectores donde el rechazo a la pareja gobernante es más fuerte y excede, incluso, la cuestión estrictamente económica.

Estas exclusiones benefician a Scioli, Duhalde y Solá. El otro beneficiado sería sin lugar a dudas Néstor Kirchner, porque toda dispersión del arco opositor de una manera u otra lo favorece.