Llegan cartas

Responsabilidad

Prof. Rubén Elbio Battión.

DNI. 2.398.162, ciudad.

Señores directores: Hay palabras que tienen una apariencia volátil y trascendente: responsabilidad, educación, moral, justicia, etc. pero que, en general, tiene una pátina de sólida subjetividad. La traducción concreta, legal, vital, carece de estructuras reales y efectivas. Un ejemplo cotidiano lo hallamos en la delincuencia juvenil incrustada en el ámbito familiar.

Los padres son responsables de la creación, crecimiento, salud, escolaridad, obediencia, hábitos de aseo, deportes, presencias sociales, etcétera. Son solidarios en la sonrisa, los juegos, la escuela, la conducta, el lenguaje, etcétera. Pero, llegado el momento —excepcional y común— de la delincuencia juvenil, la responsabilidad desaparece. Y allí debiera intervenir la ley para que la Justicia encauce, eduque, alerte y castigue, en pos de un remedio que apacigüe y restituya la paz social herida. Que los padres sepan anticipadamente que deben asumir la cuota responsable del desatino de sus hijos. Y que actúen para prevenir situaciones desdichadísimas para todos: padres, hijos, sociedad. Y que la solidaridad familiar englobe los momentos críticos con conocimientos, sentimientos y razones, para que las conductas delictivas sean justamente compartidas y asumidas a través de la concreta responsabilidad paternal. La idea queda esencial y legalmente en las manos de los legisladores: nuevas leyes para promover una convivencia civilizada. Puede ser un remedio para un vacío evidente; y que los delincuentes menores —aislados, ¿huérfanos?, individuales, sueltos— tengan el reflejo indirecto de un castigo justo; y que por el camino de alertas familiares y de una responsabilidad asumida, se erija una resonancia justa y esperada por la sociedad actual. Que los padres cuiden a sus hijos para evitar situaciones de justo castigo: ¿trabajo comunitario, multas, prisión, indemnizaciones? Que la delincuencia juvenil no implique una familia tranquila y serena mientras el resto de la sociedad sucumbe. La propuesta tiene la intención de allegar otro medio para solucionar el desastre de los chicos delincuentes que —por ahora— siguen en pacífica libertad y en condiciones de continuar en sus lides. ¿Y los padres? Quieran nuestros legisladores incorporar el tema, pensar, reflexionar y obrar para tentar un nuevo remedio en busca de la paz social. Aunque sea parcial e indirecta.

Pero es un empuje de justicia.