Noche de tango femenino

El alma desnuda y

envuelta en percal

El pasado viernes, la agrupación santafesina Tangas, el Tango Vestido de Mujer, estrenó su primer espectáculo, titulado “El atroz encanto de ser mujer”. Fue una velada compartida con sus colegas porteñas de China Cruel.

Ignacio Andrés Amarillo

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Cuando se piensa en tango, generalmente se lo asocia con “pasión”, con una forma de vivir los sentimientos a flor de piel. ¿Y qué más propio del alma femenina que esto? No olvidemos que del otro lado de los guapos malevos de la letrística siempre hubo alguna percanta que los amurara... Y siempre hubo alguna cantora que se pusiera en la piel de algún personaje de armas llevar.

Todo eso estaba al parecer en la mente de Adriana Quaglia (piano), Iris Marcipar (contrabajo), Carolina Mráz (flauta traversa y melódica), Melisa Rodríguez (percusión, viola y flauta traversa), Daniela Celeste Romano y Andrea Eletti (voces). Bajo aquel concepto la agrupación Tangas, el Tango Vestido de Mujer, pensó su primer espectáculo, titulado “El atroz encanto de ser mujer”, estrenado el viernes en el Teatro Municipal: un recorrido por el amor, el desengaño y el “post-amor”, a través de un repertorio basado en clásicos del repertorio femenino y otros de corte “unisex”.

Roberto Trucco, el “Negro” para los amigos, es el condimento y el cemento que une los fragmentos de esta historia. Con su voluminoso porte, es el contrapeso para las seis muchachitas: junto con el público tratará de reflexionar sobre esa esencia femenina cambiante y manipuladora, capaz de someter a más de un varón con una caída de ojos. Y vamos, quien mejor que Trucco para dar esa estampa de macho de bar, ese que pasa del “ya va a ver” entre los amigotes al “sí, querida” en el hogar.

Acicateadas por las intervenciones del actor, quien también es el autor de una puesta en escena que las muestra a las chicas en logrados pases de comedia, aun las que no acreditan experiencia actoral (Romano, Eletti y Mráz vienen del teatro musical).

El viaje se inició con “De contramano”, verdadero manifiesto de ese “yo soy así”; siguió con “Si no me engaña el corazón”, “Al aire libre”, “Milonga de mis amores”, “Nostalgias”, “Rencor”, “Me enamoré una vez” y “Depresión”: una humorística reflexión sobre el bajón, autoría de Verónica Bellini, principal compositora de China Cruel, las compañeras de escenario esa noche.

Los arreglos (a cargo de Quaglia, Marcipar y Mráz) son directos y fluidos, y permiten el lucimiento instrumental, especialmente en el caso de Marcipar: su contrabajo arrastrado y percusivo es el motor que mueve la maquinaria, y es capaz de sostener solo la primera vuelta de “Nostalgias”, acompañando una fuerte interpretación de Romano, a cuyo particular timbre, algo inusual en el tango contemporáneo, la artista suma su potencial dramático, logrando una desgarradora versión del clásico de Cobián y Cadícamo.

Por su parte, Eletti evidencia que lleva el género en los genes y que tiene la estampa de las viejas cancionistas: sin asustarse de que antes lo haya hecho “la Merello”, logra una interesante versión de “Me enamoré una vez”, llevando el estribillo como el trotecito de un pingo en un viejo desfile patrio.

Damas ciudadanas

Tras el auspicioso debut, las santafesinas y su peculiar galán hicieron los honores y dieron paso a China Cruel, el capitalino grupo que busca imponer un tango femenino y del siglo XXI, a través de composiciones originales.

Más allá del resultado, podría decirse que intentar escribir tangos nuevos, con letra y todo (hay algunos experimentos exitosos desde lo instrumental) es de corajudos, viendo todo el corpus que legó la historia. Pero la base de la creación está en el atrevimiento y en tener algo propio para decir, parece. Así, Verónica Bellini (su compañera María Laura Santomil escribe obras instrumentales) se suma desde un registro personal a personajes como Omar Mollo y Sebastián “Dema” Demattei, entre otros osados.

Ahí no hubo elementos teatrales, sólo seis mujeres bien plantadas: Bellini en piano, Santomil en guitara eléctrica, Carolina Cajal en Contrabajo, Valeria Collante en violín (de especial lucimiento), Ayelén Pais en bandoneón y la impactante voz de Viviana Scarlassa (¿cómo lucirá en un dúo con el Chino Laborde?).

Después de “La trampera” (Troilo) y “Che bandoneón” (Troilo y Manzi), vendrían los temas propios: “Como las estaciones”, “De vuelta”, “Sin nada más”, “Tu cuarto de hora”, “La elegida” y el increíble “Tu muñequito verde”: verdadera historia de desamor en los tiempos del MSN, merece integrar el panteón de los nuevos clásicos (seguramente junto con la “Milonga del rey Pelela”, de Dema y su Orquesta Petitera). El cierre fue con “Solterona” y como bises estarían “¿Qué querés con ese loro?” (estrenado hace tiempo por Sofía Bozán) y el “Candombe esdrújulo”, con las Tangas como invitadas.

Así cerró una velada llena de (como dirían Las Blacanblús) “Rouge y pentagramas”... sólo que con sabor autóctono.

El alma desnuda y envuelta en percal

Mano a mano: Daniela Romano y Andrea Eletti llevando la voz cantante en la agrupación y confrontando por un amor en la ficción del espectáculo.

Foto: Flavio Raina