Entrevista exclusiva con el finalista de Roland Garros 2005

“Nadal es el mejor jugador en polvo de la vida”

El cordobés Mariano Puerta habló mano a mano con El Litoral. Relató experiencias, adelantó proyectos y opinó de los mejores jugadores del planeta en una entrevista distendida, horas antes de disputar la exhibición en el Santa Fe Lawn Tennis Club.

“Nadal es el mejor jugador en polvo de la vida” Los monstruos, uno por uno Ping pong

Momento cúlmine. Mariano a minutos de comenzar la final de Roland Garros 2005 ante Rafa Nadal. La cúspide de su carrera deportiva. Foto: Archivo El Litoral.

 

Alejandro Galetto

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Llega caminando por calle San Martín en su cruce con Juan de Garay, y pasa bastante inadvertido. Con un jeans, zapatillas deportivas y una campera canguro, sube las escaleras del lujoso edificio donde se reunirá con El Litoral.

Mariano Puerta estrecha la mano con firmeza, y mientras lo hace mira a los ojos. Se sienta en un cómodo sillón, sonríe y asiente ante la propuesta del periodista, que pretende recorrer diversas facetas de su vida. Y desde el inicio responde con franqueza.

—¿En qué etapa de tu vida estás?

—Estoy en un momento en el que evalúo la posibilidad de dejar de jugar de manera competitiva. Con muchas ganas de hacer torneos, fundamentalmente de nivel Challenger, ya que en el país no hay, salvo uno a fin de año, que si bien es organizado por gente de Buenos Aires, el dinero es aportado por la empresa Petrobras Brasil, que sustenta este tipo de certámenes en cinco países.

También estoy entusiasmado con la idea de tomar un club en Capital Federal por un tiempo para hacerme cargo de todo lo relacionado con el tenis. Estas cosas me tendrían allá, pero lo que más me interesa es estar en Argentina, ya que tengo muy pocas ganas de viajar.

—¿No existe la posibilidad de volver a tu ciudad natal, San Francisco?

—No. A mí me gusta mucho Buenos Aires. En caso de que me moviera de allá hacia otra provincia u otra ciudad, tendría que ser por un muy buen motivo. Tampoco es que tengo que vivir sí o sí en Buenos Aires, pero por ahora estoy muy cómodo allí. Estoy muy tranquilo porque no estoy viajando, y eso me da cierta estabilidad, algo a lo que no estaba acostumbrado.

Pros y contras

—En un rato me hablaste mucho de lo importante de no viajar más. ¿Es el punto más negativo de la vida de los tenistas?

—Sí, totalmente, el viajar es terrible. Yo hoy estoy negado a subirme a un avión. Viajar a Europa en la actualidad, con 14 horas de vuelo, para mí es imposible.

—¿Qué balance rápido podés hacer de tu carrera?

—Fue una carrera sin dudas muy exitosa, con muy buenos resultados, aunque también accidentada. De no haber sido por esos “accidentes” habría ganado mucho más de lo que logré. Pero además, indudablemente, hubiera dejado de jugar muchísimo antes. Yo siempre tuve la idea, desde chico, de hacer una carrera buena y corta, porque siempre me tiró el estar en Buenos Aires, en un lugar fijo, cerca de mi familia, armar la propia y compartir con mis amigos, pero para eso se necesita estar en un lugar fijo y tener estabilidad, algo que los tenistas no tienen.

Volvés al país 10 ó 15 días y te vas dos meses; luego retornás otras dos semanas y volvés a viajar por mes y medio como mínimo, y así todo el tiempo. Estar en Buenos Aires tres meses por año te impide tener una vida normal.

Lo mejor

—Te hago una pregunta con respuesta cerrada. ¿El mejor momento de tu carrera?

—Roland Garros 2005. Pero en rigor, todo ese año fue fantástico. Tuve otros dos años excelentes pero no se puede comparar con jugar la final de un Grand Slam y un Masters.

—¿Por qué ése fue tu mejor año?

—Es muy común que a los jugadores sudamericanos les llegue la madurez después de los 22 ó 23, salvo que seas un fenómeno como Del Potro. Si bien yo tenía 19 años y estaba 30 del mundo, para alcanzar el nivel de Juan Martín tenés que ser un tenista extraordinario. Y en mi caso, se dio una conjunción de cosas que llevaron a que desarrolle ese nivel.

—Sorprendiste a todos con el nivel alcanzado en ese Roland Garros, ¿a vos te pasó algo similar?

—Sí. Si bien yo llegué a París con un muy buen récord sobre polvo de ladrillo, creo que el segundo mejor detrás de Nadal, y estaba 30 del mundo, sabía que era muy complicado. Yo tenía el objetivo de llegar a la segunda semana, y cuando logré eso, un poco se me abrió el cuadro.

—¿Por qué decís que se abrió el cuadro?

—Porque en octavos me tocó Acasuso, que es muy bueno, pero al que siempre le había ganado, y tenía todas conmigo en ese momento. Después me tocó Cañas, que es excelente, sobre todo en polvo de ladrillo, pero con el que nos conocemos muchísimo desde muy chicos, y le termino ganando en el quinto. Y de repente estaba en semifinales y, en esa instancia, ya puede pasar cualquier cosa. Me encontré ganando ese partido increíble con Davydenko y de repente estaba en la final de Roland Garros.

El duelo final

—Vos ya le había ganado a Nadal cuando recién empezaba, pero en ese momento era uno de los tres mejores del mundo. ¿Con qué te enfrentaste?

—Yo enfrenté al mejor jugador de polvo de ladrillo quizás de todos los tiempos. La derecha que tiene es increíble. Ya está comprobadísimo que la pelota da en el aire el doble de vueltas que la de cualquier otro jugador; llega con el doble de efecto.

—¿Terminás perdiendo el partido más por una cuestión física?

—No, pierdo porque él es superior. Igualmente tuve tres puntos para ir a un quinto set, en el que puede pasar cualquier cosa. No fui tan superado pero perdí contra el mejor. No tengo absolutamente ningún reproche. Todo lo contrario, me queda como el mejor recuerdo.

Dos polos

—¿Cuál es tu opinión de lo que vivió Guillermo Coria?

—Fue un excelente jugador. No hay que olvidar que fue top ten cuatro años seguidos. Entiendo perfectamente que se haya retirado a los 27 años. Yo te dije que mi idea desde joven era tener una carrera buena y corta. Lo que pasó con Coria en particular, es que la gente disfrutaba mucho de verlo jugar y ganar, y hubiera esperado verlo mucho tiempo más. Me incluyo, porque yo me sentaba a verlo jugar porque me gustaba su tenis. A todos nos hubiera encantado verlo retirarse estando arriba y en su mejor momento. Trató y no pudo, pero hoy está feliz.

—¿Cómo describirías a Gastón Gaudio?

—Es un jugadorazo. Creo que le ha sacado todo el jugo que podía a su juego. Fue número 5 del mundo sin tener grandes resultados en superficies duras, césped o indoors. Se llevó todo lo que podía con su juego.

En la actualidad, el gran problema es que la carrera de los tenistas es muy corta y hoy cualquier pibe de 20 años te pasa por encima. Si nos viaja la pelota diez kilómetros por hora menos, nos tenemos que mover mucho más rápido que hace cinco años, pero estamos más grandes. Empezás a ir para atrás solo. Tal vez cuando nos veas jugando mañana entre nosotros, pensás “cómo puede ser que no estén top 20”. Pero la velocidad empieza a bajar...

Mariano se levanta, vuelve a estrechar la mano con firmeza, y se retira. Fueron más que esos diez minutos que nos había prometido. Su actualidad relajada, lejos de la estresante vida del circuito ATP, deja ver a la verdadera persona. Que en realidad es la misma que estuvo muy cerca de levantar la copa de Los Mosqueteros, en el Philippe Chatrier de Roland Garros, ante el mismísimo Rafael Nadal.

Su infancia humana y tenística

Puerta nació en la ciudad fronteriza de San Francisco, en el límite de la provincia de Córdoba con Santa Fe, pero no siente una gran pertenencia al lugar.

“Tengo pocos recuerdos de allá porque en realidad a los dos años nos mudamos a Córdoba capital y después de un par de años más, nos fuimos a Buenos Aires. De hecho, hace como 15 años que no visito San Francisco. Ahí tengo a mi tía, la hermana de mi mamá”.

Sobre los comienzos en el deporte blanco, Mariano recordó haber vivido una “etapa muy linda, porque si bien la formación como jugador yo la tomé con suma seriedad y responsabilidad desde chico, siempre me divertí mucho. Tengo muy buenos recuerdos de mis viajes a los 14, 16 ó 18 años a los circuitos juniors”.


Clínica. En el marco del Aries Santa Fe Tenis Show, mañana a las 10 se ofrecerá una clase pública y gratuita de tenis en el Parque Garay, por calle Salvador Caputto. Por ello, se invita a todos los chicos que quieran participar de esta clínica que será dictada por reconocidos profesores de la región.

 

Los monstruos, uno por uno

En una charla con un tenista que supo insertarse en la elite más exclusiva de este deporte, es inevitable hablar de los mejores del planeta. Puerta se refirió a cada uno de ellos.

Roger Federer. “Nunca pude enfrentarlo. Va a ser el mejor de la historia. Ya rompió el récord de Grand Slams y va a seguir consiguiendo cosas”.

Rafael Nadal. “El mejor de la vida en polvo de ladrillo. Se destaca por su físico y por tener una mentalidad arrasadora, ganadora 100 por ciento”.

Novak Djokovic. “Para mí es más del montón. Es un tipo que le está sacando muchísimo jugo a su juego. No lo veo como los demás que están en el top 5, al menos para mantenerse tanto en ese segmento. Del Potro está por encima de él”.

Andy Murray. “Otro crack, pero crack en serio. Djokovic está un escalón más abajo que él”.

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Cómodo. Puerta ponderó las instalaciones del ex Jockey Club Santa Fe, donde se concretó la nota, y se explayó sin restricciones. Foto: Flavio Raina.

La lesión de Del Potro

Corría el año 2001, Puerta tenía apenas 22 años y ya había mostrado sus atributos; de hecho, se encuentra entre los mejores 25 del planeta. Sin embargo, una lesión en su muñeca izquierda lo obligó a someterse a una operación de ligamentos en enero, lo que le privó de participar del circuito durante cinco meses. La analogía es inevitable.

—Aquella vez tuviste una lesión similar a la que sufre hoy Del Potro. ¿Cómo fue tu experiencia?

—Mi experiencia es que es una lesión muy difícil. Recuperarme bien a mí me llevó prácticamente un año. La muñeca es la continuación de la raqueta; yo creo que debe ser la peor dolencia que puede tener un jugador de tenis. Es la parte de tu cuerpo que recibe todo el impacto. Es terrible para la cabeza enfrentar este tipo de problemas.

—¿Cuál es tu opinión de Juan Martín?

—Es un monstruo. Queda claro porque ya ganó un Grand Slam con muy poca edad. Si se puede recuperar bien de su lesión, pienso que va a ganar muchísimo. A mí me gusta mucho su revés, y para la altura que tiene, se mueve muy bien.

La esquiva Copa Davis

—Hace poco, Gaudio dijo que era difícil ganar la Copa Davis con dos tenistas con intereses contrapuestos. ¿Cuál es tu pensamiento?

Mariano piensa, respira y responde. “Y... sí, es complicado. Pero hay que hacerlo funcionar igual. Es fundamental el trabajo del capitán.

—¿Cómo fue tu experiencia en los equipos de Copa?

—Muy linda. Me ha tocado ganar aquella serie con Australia muy buena. Me encantaba jugar esta competencia, realmente.

—¿Fuiste una revelación jugando aquel dobles con Nalbandian?

—A mí me encantaba jugar dobles. De hecho, por lo poco que jugaba, he ganado mucho. Me llevé tres o cuatro ATP Tour en dupla y casi ni participaba. Lo que pasa es que el single me resultaba tan desgastante, que tenía que guardar físico siempre. En aquella serie en Australia yo le pedí jugar a Mancini.

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Sorpresa. Si bien al cordobés siempre le gustó mucho jugar dobles, poca gente conocía sus virtudes en esta modalidad. Con Nalbandian, ganaron un partido decisivo ante Australia por cuartos de la Davis en 2005. Foto: Archivo El Litoral.

Ping pong

Una comida: asado.

Un hobby: el golf.

Un amigo: quedo mal; tengo varios, un lindo grupo.

Música preferida: Fundamentalmente el pop. Me gusta Maná, Madonna y Michael Jackson.

Qué hubieras sido de no ser tenista: me gusta mucho manejar. Me hubiera encantado ser piloto.

Un auto: cualquier BMW.

Un programa de tv: no veo, soy más de ver películas o deportes. Estoy viendo mucho fútbol y las finales de la NBA o la NFL.

Una película: tengo como 100 películas en casa. Una favorita es Gladiador, y tengo todas las de Robert De Niro, mi actor favorito, o Al Pacino.

Con quién aprendiste más de tenis: sin dudas que con mi papá, y también de Guillermo Pérez Roldán. Otro que me sirvió mucho fue Pablo Martínez.

Una anécdota: tengo dos millones. He jugado en Kazajstán, Uzbequistán, donde tenías que decidir entre dormir en un hotel de lujo, que te salía 500 dólares la noche, o pasarla en una pocilga. Una vez tuve que hacer migraciones en un aeropuerto de alguno de estos países y no había fila, estaban todos amontonados. Había empujones, eh. Era a matar o te sentabas a un costado y esperabas tres horas. No sabés lo que fue. Juré que no volvía nunca más a esos lugares.