Opinión

Corte y sobrevuelo

Horacio Serafini

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CMI

Parecería que un conflicto empezara a cerrarse, y otro, histórico, a profundizarse. Después de casi cuatro años de corte, y a menos de dos meses del fallo del Tribunal de La Haya, un juez federal entrerriano unificó las causas contra el bloqueo del puente binacional Gualeguaychú-Fray Bentos.

A miles de kilómetros de esa frontera, un trío de aviones de la Royal Air Force con base en las Malvinas, sobrevoló Tierra del Fuego. El Gobierno definió el hecho de “emergencia”. Pero, aun así, se trata de un episodio confuso que irrumpe en el clima de una creciente tirantez con Londres, que desataron los permisos unilaterales para la exploración petrolera, con aparentes resultados positivos.

El corte

La decisión de la Justicia Federal de tomar cartas en el asunto resulta sugestiva. Sucedió después de la casi exhortación a intervenir que le hizo la presidenta Cristina Fernández, en atención a los gestos que ha tenido José Mujica. De ese gesto necesitó el uruguayo para atenuar la crítica política interna, sobre todo, pero no sólo, de la oposición, por “concesiones” tales como el voto por Néstor Kirchner para la Unasur.

Pero la exhortación presidencial no estuvo exenta de trasladar responsabilidades políticas a la inacción de la Justicia. Ciertamente, no le cabe a ella esa responsabilidad política. Pero sí a su antecesor, que fogoneó la protesta de Gualeguaychú, al punto de convertirla en “causa nacional”, cuando estaba urgido de legitimación política.

La pregunta es si el gobierno estará dispuesto a ejecutar la orden judicial en caso de que ordene el cese del corte. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, han anticipado que así será. Pero, en atención a lo que la propia presidenta dijo respecto de los cortes como forma de protesta instalada desde la crisis de 2001, puede que deje actuar una eventual decisión judicial en ese sentido como parte de una estrategia disuasiva hacia los asambleístas.

Hacia allí también apuntó Cristina Fernández cuando circunscribió a Gualeguaychú y Fray Bentos como los únicos perjudicados por el corte. Es que, por otro lado, la pretensión argentina de un monitoreo in situ de la pastera ex Botnia, es una pretensión inaceptable para Montevideo.

Los aviones militares británicos

No hay motivo para desconfiar de la versión del Ministerio de Defensa: no hubo violación del espacio aéreo argentino, sino que fue un sobrevuelo autorizado ante una situación de emergencia como el impedimento climático de aterrizar en Malvinas.

Sin embargo, el hecho deja en pie un interrogante. ¿Por qué la versión oficial estuvo a la saga del trascendido de que el sobrevuelo fue detectado por un particular que interceptó una comunicación entre los aviones y la torre de control de la chilena Punta Arenas? ¿No habría cabido la versión oficial apenas sucedido el hecho, no casi 36 horas después y ante el trascendido?

También da lugar a la constatación de una carencia: la Fuerza Aérea no cuenta con un radar en la Patagonia, a pesar del reforzamiento de la presencia militar británica en Malvinas.

Puede que los dos casos pasen a un ultimísimo plano durante el próximo mes ante el inicio del Mundial. O bien que, ante la pantalla clavada en Sudáfrica, adquieran perfiles de mayor definición, en uno u otro sentido. No sería la primera vez en la historia que un hecho de convocatoria planetaria sirva para eclipsar definiciones.