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Efecto Mourinho

Por Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Johannesburgo, Sudáfrica)

Cuánto ruido. Ensordecedor, impactante, emotivo. Ésta no es una nación futbolera como la nuestra. Pero lo parecía. Desde muy temprano, miles de sudafricanos encolumnados con su pasión, su algarabía, sus ruidosas vuvuzelas y esa rara mezcla de festividad y peligrosidad que tiene este pueblo, marcharon hacia el Soccer City. Al comienzo, el estadio estaba en un 60 por ciento. Cuando empezó el partido entre Sudáfrica y México, eran más de 90.000 que le estaban dando un marco impresionante.

En cuanto al encuentro, uno tiene la sensación de que México confiaba en la victoria. Y también está rondando la idea de que el “efecto Mourinho” se ha globalizado a la hora de plantar los equipos cuando enfrente hay un rival superior u obligado.

México debía hacer el gasto. Por historia y por jerarquía. Por eso, salió a atacar e hizo lo previsible. Enfrente, Sudáfrica, con dos buenos jugadores como Tshabalala y Pienaar, esperó bien armado y contragolpeó. Así llegó el gol de Tshabalala que parecía, como ocurrió en varios mundiales, marcar una sorpresa. Me acordé de Camerún 1 Argentina 0. Sin embargo, la jerarquía de Márquez permitió que los mexicanos llegaran al desahogo del empate. Empezar perdiendo un Mundial no es nada aconsejable, menos en este grupo donde parece que se van a “sacar los ojos”.

¿Seguirá yendo al frente México sin tomar recaudos defensivos?, ¿será Sudáfrica la sorpresa del torneo? Por lo pronto, el “efecto Mourinho” desplegado por Parreira se instala como una sombra encima de las cabezas mexicanas.