Emplazaron el Cristo de la Hermandad
Santo Domingo tiene su protector
Pese a la desapacible jornada que se vivió ayer, Santo Domingo y la zona vivieron un momento inolvidable: la entronización del Cristo de la Hermandad. Mañana se realizarán los actos oficiales.
Convocatoria espontánea. Pese a que la ceremonia de bendición y misa se va a realizar mañana, la gente acompañó el traslado y no se quiso perder ningún detalle de la entronización.
Foto: El Litoral
César Benítez
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Santo Domingo (Enviado especial)
A las 13.45, comenzaron los aplausos y el tañir de las campanas de la iglesia Santo Domingo de Guzmán marcó el inicio del itinerario que acompañó al Cristo de la Hermandad hacia su emplazamiento definitivo, en un predio de una hectárea donada por una religiosa del lugar, ubicado a la vera de la ruta de acceso a la localidad.
De esta forma, la figura moldeada en un eucalipto colorado -extraído de la Estancia La Atalaya-, que fuera tallada con maestría por las manos del escultor chileno Luis Sissara utilizando una motosierra había llegado a su fin. Fueron más de 30 días, durante los que, en una carpa de media sombra al lado del predio contiguo a la iglesia, el bohemio artista trabajó sin horarios y plasmó el imponente Cristo crucificado, que ahora se entronizó un kilómetro antes de llegar a Santo Domingo sobre la margen izquierda.
El traslado del Cristo de la Hermandad no fue fácil, ya que, al principio del periplo, debieron sortearse no pocos obstáculos por la magnitud de la figura, que era trasladada en un camión semirremolque, luego de ser depositado en el transporte por una grúa con sumo cuidado. Algunas ramas de los árboles ubicados sobre la vereda debieron ser cortadas para evitar que dañaran la escultura, que lucía impecable.
Al retomar el rumbo por las calles menos pobladas, el transporte se hizo más aliviado y centenares de personas comenzaron a sumarse a la caravana, conformada por autos, camionetas, motociclistas, ciclistas o simplemente a pie.
Eran las 14.20 cuando el semirremolque ingresó al predio donde horas más tarde iba a ser entronizado por otra grúa de gran porte, contratada especialmente a una empresa santotomesina. Una motoniveladora y un tractor completaban el escenario, donde comenzaba la lenta y milimétrica tarea de levantar al Cristo, que pesa 30 toneladas. La figura de 9 metros de largo, abulonada a una cruz de 23 metros de altura -también de eucalipto colorado-, era guiada desde tierra por un grupo de colaboradores para darle la posición correcta por medio de una linga.
A prudencial distancia y en llamativo silencio, unas 500 personas observaban cómo el maquinista, con suma pericia, iba elevando al Cristo de la Hermandad, cuya figura se recortaba entre las nubes. Y, de a ratos, los rayos del sol se colaban.
El reloj marcaba las 15 y la postal era única; los aplausos, pese al gélido viento que soplaba del noreste, dieron un marco de emoción entre la gente, que estoicamente soportó lo riguroso del clima. El objetivo se había cumplido y el Cristo de la Hermandad número 37 que modelara Sissara se erguía orgulloso, convirtiéndose desde ahora en el protector de Santo Domingo.
Se plasmó una idea
“Hugo Bidart vio una imagen de un Cristo imponente en Villa Elisa, Entre Ríos, y así se puso a buscar al autor de la obra, Luis Sissara. Lo trajo como inquietud a Santo Domingo y se invitó a las iglesias Católica y Evangélica para tratar el tema.
Fue así que, al aprobarse la iniciativa, comenzaron los contactos el año pasado para concretar la obra que, felizmente, está llegando a su fin”. De esta forma Carlos Boutet, quien junto a Bidart son directivos de Escuela Agrotécnica Nº 2047 Los Colonizadores, explicaba a El Litoral el 24 de mayo pasado el origen de esta singular movida que ahora es realidad.
Imponente. El Cristo de la Hermandad con su mirada al sur, luego de ser entronizado por una grúa de gran porte que se trasladó desde Santo Tomé para emplazar la imagen, que pesa 30 toneladas.
Foto: El Litoral
La entronización del Cristo de la Hermandad marca, a partir de ahora, un motivo de atracción en Santo Domingo”.
Darío José Riva
Presidente comunal de Santo Domingo
Últimos retoques
Un grupo de voluntarias da la última mano de pintura a la cruz que sostendrá al Cristo de la Hermandad. La gente del lugar colaboró hasta en el más mínimo detalle. Foto: El Litoral
Mirando al cielo
Una enorme grúa comienza a elevar lentamente la enorme figura tallada en madera de un eucalipto que tenía más de 80 años y que pertenecía a La Atalaya, una estancia de Santo Domingo. Foto: El Litoral
Misión cumplida
Luis Sissara saluda satisfecho, tras concluir el Cristo de la Hermandad que lleva el número 37. Ahora quiere tallar una figura para llevarla a las Islas Malvinas.
Foto: El Litoral
Pese a lo destemplado
del clima, ayer, unas 500 personas observaron con atención los trabajos de entronización del Cristo. El aplauso final fue el broche de oro para indicar que el emplazamientohabía concluido. Foto: El Litoral