España finalista de la Copa del Mundo por primera vez en su historia
Del Bosque aprendió de los errores de Maradona
España jugó con la inteligencia y solvencia que le faltó a la Argentina. Está comprobado que no se puede ni se debe jugar “a la bartola” en un Mundial.
Es impactante el estadio de Durban. Esa construcción ubicada arriba de todo, que cruza la cancha de un extremo al otro, permite que sobre el arco sur, los aventureros puedan realizar un paseo a más de 100 metros de altura que hará soltar mucha adrenalina. Ese paseo está suspendido por lo que dura la Copa del Mundo, pero se reanudará a partir del 12 de julio y por un módico valor que no supera los 7 dólares.
En ese estadio, y en una noche cálida, casi impropia del invierno crudo que nos acompañó durante buena parte de esta larga estadía en Sudáfrica, España hizo posible lo que para Inglaterra y Argentina se transformó en un verdadero “desastre futbolero”: bajar a los temibles alemanes.
La elección después de la lección del sábado
Seguro que Del Bosque hizo una clara lectura del 4-0 de Alemania ante Argentina. Y tomó recaudos, la mayoría de ellos en función de potenciar lo propio antes de destruir lo ajeno. Del Bosque colmó de volantes la mitad de la cancha, cuidó la pelota, no la rifó, despegó como en todo el campeonato a Sergio Ramos, y Alemania empezó a sufrir el 2-1 que le hacían con Iniesta a Boateng. Y obligó a Alemania a buscar mal a Klose, generalmente con pelotazos que el delantero jamás pudo capitalizar en el primer tiempo. La capacidad de Xavi e Iniesta para tener la pelota, más la peligrosidad de Villa -el único delantero neto que puso Del Bosque aunque nunca solo y siempre acompañado por volantes con llegada- hicieron que España tuviese un control del partido, generándole una situación siempre incómoda a los alemanes.
Esa correcta lectura del fracaso argentino ante Alemania, por parte de Del Bosque, le permitió a su equipo conseguir algo esencial en el fútbol, que es el manejo de la pelota y, por ende, el control de la situación. No había una extrema superioridad por parte de los españoles, pero lo suficiente para ser más que Alemania cuyos argumentos de juego sólo pasaban por Ozil y Schweinsteiger.
Sin embargo, la jugada más clara la tuvo Alemania en el tiempo de descuento del primer período, cuando Ozil ingresó solo como centrodelantero para recibir la habilitación de Klose y hubo una pierna abajo que le hizo perder estabilidad. Fue la única vez que Klose pudo escapar a la marca de Piqué y Puyol, que lo tuvieron bien controlado en esa parte inicial.
Pero lo que quedó como concepto general es que Del Bosque aprendió de los errores ajenos, de esa manera absurda de salir a jugar “a la bartola” que tuvo Maradona en el partido del sábado pasado ante el mismo rival. La historia se escribía de esa manera en el primer tiempo, más allá de que España necesitaba mayor potencia ofensiva para aspirar a ganar el partido.
La desesperación de Loew
Primero lo sacó a Boateng para reforzar la marca por izquierda, atendiendo a las permanentes subidas de Ramos; luego, entró Kroos. Y a todo esto, España apretaba arriba, no lo dejaba armar, le robaba la pelota y era más incisivo que en el primer tiempo. La buena respuesta de Neuer, el arquero, más la solidez de la pareja de centrales, hacía que Alemania mantuviese casi milagrosamente el cero en su arco.
Y claro, Alemania es peligrosa siempre, aun sin las facilidades ni las ventajas que le dio Argentina. La prueba clara fue el centro pasado que capitalizó Kroos por el segundo palo y allí apareció Casillas para tapar y anularle una posibilidad concreta a Alemania, que hubiese sido, en el caso de concretarse, la escenificación de una tremenda injusticia.
Pero llegó el gol español por la vía que más le duele a Alemania, no porque sea una debilidad sino que, por el contrario, el juego aéreo es lo que identifica históricamente al fútbol teutón. Córner desde la izquierda y aparición impecable de Puyol para clavar un cabezazo inatajable para Neuer, a poco menos de quince minutos para el final del partido.
Lo pudo liquidar por una mayor diferencia España. Pero lo que hay que rescatar son las formas. Del Bosque aprendió rápidamente la lección después de aquella primera derrota -inesperada- ante los suizos. “La confianza es la piedra del fracaso”, había dicho en la previa al torneo el propio técnico español. España siempre fue el candidato moral, pero también siempre fue el que nunca llegaba. Sus equipos se hacían poderosos por los extranjeros y no por los españoles. Barcelona y Real Madrid eran los “dream team” por lo que hacían los de afuera, nunca por lo que aportaban los del propio país. Esa historia la están empezando a cambiar jugadores como: Iniesta, David Villa, Puyol, Casillas, Xavi, Xabi Alonso, Piqué. Estos nombres no son conocidos ahora que España es finalista. Son conocidos por sus equipos, por sus logros y porque son hombres clave, ya no exclusivamente relegados al rol de buenos acompañantes.
El Mundial de Sudáfrica nos regalará una última sorpresa. Sea quien sea el campeón, será la primera vez que lo consiga. Holanda ya perdió dos finales; los españoles, por primera vez, han dejado de ser los candidatos morales para convertirse en los candidatos reales. El domingo, Soccer City será testigo de un hecho inédito e histórico para estos dos países.