El negocio ganadero quiere
crecer sobre bases sólidas
La cadena de la carne enfrenta el desafío de recuperar los stocks de vacas y novillos. Un plan estratégico es clave para conciliar la necesidad de abastecer el mercado interno, al mismo tiempo que se “afina y potencia” el perfil exportador.
Apostar. Con una mejor ecuación económica, los productores ahora tienen margen para invertir en genética y mejorar la calidad de las pasturas.
Foto: Archivo/Juan Manuel Fernández
Gastón Neffen y Federico Aguer
El negocio de las vacas y los novillos repuntó, y a esta altura se consolida la sensación de que no es un espejismo. En la Argentina hay condiciones de mercado que hasta cierto punto garantizan un horizonte rentable para el sector, al menos durante los próximos cuatro o cinco años. La principal causa es que falta carne, es decir hacienda en los potreros y en los corrales.
Por eso, en el Congreso Ganadero CRA, que se realizó recientemente en Santa Fe, la cadena de la carne planteó la necesidad de construir un plan estratégico que valore a la ganadería como una herramienta de desarrollo social y económico. No hay que olvidar, que en sólo cuatro años, la ganadería nacional perdió 9.379.966 cabezas, según los datos oficiales de las campañas de vacunación antiaftosa, para muchos el termómetro más fiable.
El rodeo ganadero santafesino también sintió el impacto. Hace cuatro años, en la provincia había 7.817.171 animales y ahora quedan 6.640.401. Se fueron más de un millón de animales que no resistieron la sequía, que emigraron hacia otras zonas productivas o que se “malvendieron” porque no había pasto ni margen económico para alimentarlos.
No se trata sólo de contar animales. Con las vacas y los novillos se fueron miles de puestos de trabajo en el campo. Por eso, en uno de los picos de la sequía, la desocupación en Tostado trepó a más del 50% de la población. Y en algunas escuelas rurales del norte de Santa Fe, los maestros le contaron a Campolitoral que perdieron el 20 por ciento de sus alumnos.
Ahora, la corriente a favor es clave para que los planteos ganaderos se recuperen de un ciclo “pesado”, en el que se combinaron desafíos productivos muy complejos —la sequía y el desplazamiento de la actividad hacia zonas “marginales”— con las constantes intervenciones del gobierno (a partir de 2006) que “pisó” los precios, y abrió y cerró el grifo de las exportaciones con el argumento de “garantizar la mesa de los argentinos”.
“Por la escasez generalizada hay cinco años de precios garantizados, la carne hoy vale porque no hay”, reflexionó Dardo Chiesa, presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), en el Congreso Ganadero CRA, que se realizó la semana pasada en Santa Fe. Cuando se miran los precios al consumidor, la escalada es indisimulable.
El kilo de nalga para hacer milanesas en junio del año pasado valía 17,31 pesos y ahora se paga 28,74 pesos, en promedio. Es un aumento de más del 60 por ciento. En el caso del asado, el incremento de precios es del 65% (de 14,41 a 22,60 pesos), según los datos del Ipcva. Las milanesas y el asado son los dos productos cárnicos que más comen los argentinos.