A la espera de una pronta solución
Santa Fe vivió una mañana complicada
El amanecer sorprendió a más de uno con la noticia del corte en el servicio de agua potable. A pesar de que la mayoría concurrió a los lugares de trabajo, las tareas no se pudieron cumplir con normalidad.
En el lavadero no pudieron trabajar, el mate fue la mejor alternativa para matar el tiempo.
Foto: Amancio Alem
Además de la baja temperatura de esta mañana que invitó a acurrucarse cerca del calor, el corte del servicio de agua potable hizo que muchos trabajadores de diferentes rubros se queden mateando bajo el sol.
En el lavadero de autos “Impecable” de calle Francia al 2700, Ariel y Gustavo escuchaban radio; provistos de una suculenta bolsa de bizcochos, calentaban agua y cambiaban la yerba mientras comentaron que desde ayer a las 19 no pueden trabajar.
“La gente sigue viniendo igual y les tenemos que decir que no tenemos agua; desde ayer hasta hoy a las 10 debemos haber perdido unos 15 clientes”, explicaron. La limpieza completa de los vehículos cuesta 30 pesos, por lo que la perdida económica es importante. “La verdad es que para nosotros no tener agua es un garrón, si no vuelve tengo que cerrar por hoy e irme a mi casa”, lamentó Ariel.
Pablino Giménez estaba parado con las manos en los bolsillos en un reparo bajo el sol escuchando Tango; es empleado en una construcción de Crespo al 3400 y tampoco podía trabajar. “No podemos hacer sin agua así que estamos esperando que vengan los patrones para resolver qué haremos durante todo el día. Imaginate que la necesitamos para la mezcla, para regar, es indispensable”, afirmó.
A una cuadra hacia el oeste, un camión mixer descargaba hormigón en otra obra. “Nosotros pudimos venir porque nuestra empresa está en la localidad de Recreo y tenemos agua, pero el resto está todo detenido”, explicó Julio del comercio Santa Fe Materiales.
Por las dudas
En la sucursal de barrio sur de la cadena de supermercados “Kilbel”, se podían ver en cada una de las 10 cajas disponibles a los clientes llevandose botellas de agua mineral, soda y gaseosas.
Fabian Dorigón, encargado del mercado esperaba la llegada del camión desde el deposito central que traía la reposición para la góndola del agua mineral, agua saborizadas y sodas. “Desde anoche a las 21 la gente se compró todo, como nos quedamos sin agua se llevan la soda, lo que encuentran”, explicó. Cuando terminó de pagar la compra, una vecina señaló que llevaba “bastante cantidad para tomar porque tengo una reserva en el tanque pero la cuido para el baño y para cocinar”.
La rutina parecía no estar alterada en el lavadero de ropa de calle San Jerónimo al 3500 pero era solo apariencia. “Todavía tengo un poco de agua en el tanque así que voy lavando de a poquito”, explicó Mónica y agregó: “a los clientes les aclaro que la entrega de la ropa limpia es para mañana o el lunes porque no se hasta cuando voy a tener agua”.
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Baldes, bidones, agua mineral y quejas
Alrededor de las 10.30 Gladys caminaba por calle Padre Genesio, en el barrio Guadalupe Oeste. Deambulaba con una botella de plástico vacía en su mano para ver si podía conseguir un poco de agua. “Desde ayer a la tarde estamos sin” comentó y explicó que anoche no pudieron cocinar ni tomar mate, ya que en su humilde vivienda carecen de tanque. “Tengo un hijo discapacitado, estoy sin agua y en ningún lado consigo” se lamentó, antes de proseguir su errático camino.
Esta fue una sola de tantas situaciones que se repitieron a lo largo y ancho de la ciudad por el corte del suministro de agua potable ocurrido ayer. Y que sólo pudieron eludirla, al menos un tiempo, aquellos que tienen tanques en sus casas con alguna reserva del vital elemento.
A Verónica, que tiene su domicilio en calle Risso, en Barrio Transporte, no le quedó otra opción que ir a comprar agua mineral pero sólo consiguió tres botellas. “En los supermercados no hay y la cobran 4 pesos el litro y medio y 4,80 los dos litros. No sé por qué sale tan cara” manifestó.
Respecto de los inconvenientes cotidianos, dijo que sus hijos están desde ayer si poder bañarse. Y por si esto fuera poco, tiene un albañil trabajando en el frente de su casa, que hoy apenas pudo avanzar. “Tenía un poquito de agua, voy a trabajar hasta donde pueda, después me voy” comentó el trabajador.
La vecina de Verónica, una mujer mayor llamada Raquel alcanzó a llenar un par de baldes y guardar botellas en la heladera. “No tengo más agua y ahora estamos mezquinando” afirmó. Poco después de las 10, esperaba un remís para llevar a su marido a hacerse diálisis, aunque no tenía certeza alguna si lo iban a poder atender.
En Guadalupe Oeste la situación no era distinta: Sergio, que tiene su negocio en Padre Genesio y Necochea tomó por ejemplo la precaución de llevarse desde su casa, cerca de Rincón, un bidón para cubrir las necesidades elementales. “No me está afectando tanto porque no tengo gran consumo excepto para el baño y para higienizarme las manos” explicó, aunque reconoció que conlleva varias complicaciones.
En el mismo barrio Alicia se mostró muy molesta frente a la contrariedad ya que desde anoche carece del servicio. “Usé una botellita que tenía en la heladera para calentar el agua para el mate, ahora estoy esperando” comentó. Y no omitió una queja para las autoridades.
La estrategia de Blanca para aguantar fue ocupar sólo “un poquito que tenía guardado en la heladera” y para lo demás una de sus vecinas le dio una mano. “Haremos las cosas necesarias” dijo esta vecina de barrio Mayoraz aunque manifestó estar molesta.
“Fue dejada a la mano de Dios”
“Hoy no estamos discutiendo la rotura de un caño, esto es consecuencia de una política nefasta de Estado”, disparó este mediodía el ministro de Aguas, Servicios Públicos y Ambiente, Antonio Ciancio. Así, responsabilizó del grave problema a “los 25 años de desaciertos” de los gobiernos justicialistas. “Nos enfrentamos con un esqueleto envejecido que en función de no aumentar los impuestos se lo ató con alambre y hoy tenemos que afrontar las consecuencias”, dijo respecto al traspaso de la ex Aguas Provinciales a manos estatales. Ciancio dijo que “esto es consecuencia de que la empresa fue dejada a la mano de Dios, acá se había hecho hace tiempo una reparación muy precaria, seguramente de apuro y a la empresa francesa no se le pidió nada”. Consultado por las críticas de legisladores justicialistas, el funcionario respondió con énfasis: “Demoler una casa lleva un día, construirla dos o tres años. Y acá se estuvieron demoliendo empresas durante 24 años. Se las quiso privatizar y no se le pidieron inversiones. Recuerdo que el gobernador saliente dijo que se iban a ir en calzoncillos y ahora nos está haciendo un juicio multimillonario y que todos los santafesinos vamos a tener que pagar”.
