Gerencia

Alistarse para el crecimiento

La recuperación industrial obliga a las Pymes a mejorar su desempeño para no quedar fuera del proceso. Por eso, la Unión Industrial de Santa Fe promueve una clínica de costos para sus asociados.

 

Félix Canale

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Desde 2007, las Pymes industriales comenzaron a advertir que el progresivo incremento de los costos de producción acotaba su margen de rentabilidad. Pasada la crisis de 2008-2009, lapso durante el cual la meta se redujo sencillamente a sobrevivir, la reactivación del sector en el primer semestre de 2010 nuevamente trajo a primer plano la cuestión. En el primer trimestre de este año, esos costos ya acumulaban 38 por ciento de incremento, aun antes de los convenios paritarios actualmente en curso.

“El tema de los costos nunca nos abandona, porque siempre hay elementos que se modifican. Pueden ser la relación cambiaria, el valor energético, la mano de obra, o la incertidumbre. Hay casos clásicos, como en el gremio metalúrgico, que obtiene beneficios retroactivos a 2 ó 3 meses anteriores al acuerdo. Esos incrementos llegan cuando ya el fabricante cotizó y vendió el producto a un precio que no contemplaba ese aumento salarial”, dice Norberto Velasco, presidente de la Unión Industrial de Santa Fe.

El dirigente también menciona el costo de la energía: “Ha sucedido que la EPE nos ha facturado, un mes después de cerrado un trato de venta, con valores mayores a los utilizados cuando se presupuestó el trabajo. Esto golpea mucho cuando se trabajaba por licitaciones o con pedidos por encargo, con obras que se entregan a 180 días”.

Mas allá de estos ejemplos, lo cierto es que en las Pymes el ítem costos debe perfeccionarse en forma constante, ya que es el punto crucial a partir del cual una pequeña o mediana empresa puede ser competitiva y tener o no ganancia.

El problema

Planteado el problema, la UISF resolvió adelantar un programa de asesoría para sus asociados, y para eso contactó a Hugo Rodríguez Jáuregui, ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL con larga trayectoria en la actividad privada.

“Todas las proyecciones indican que habrá un crecimiento industrial no inferior a 6 por ciento en 2010 y puede suceder que se duplique en 2011. Si una empresa, aunque participe de ese crecimiento nominal, no incrementa su producción en la misma cantidad, hay otro que se está llevando su pedazo de mercado y su rentabilidad. Si su participación disminuye, aunque no lo parezca porque factura bien, está yendo para atrás”, dice el experto.

De allí que la propuesta de la UISF apunta a trabajar hacia el interior de las compañías asociadas (un cupo limitado, con reunión informativa el 3 de agosto), para que incorporen en lo que resta del año herramientas gerenciales, que les permitan enfrentar el 2011 desde una posición de mayor fortaleza organizacional.

La clínica

La modalidad de clínica se refiere a que cada participante trabajará sobre la realidad de su empresa. “Inicialmente se está a apuntando a la gestión de costos, pero la idea es avanzar sobre otros aspectos, incorporando los indicadores clásicos de un tablero de control y comando, de acuerdo con las necesidades de cada compañía”, explica Rodríguez Jáuregui.

Tanto él, como el presidente de la UISF, remarcan que no se trata de un curso. “No queremos dar un curso más. La gente está medio cansada de cursos, donde al final le dan un diploma. Eso ya pasó”, dice Velasco.

Agrega Rodríguez Jáuregui: “En esta clínica no habrá ninguna evaluación y no se dará ningún certificado. Quienes entren al proyecto lo harán con el compromiso de trabajar. Yo seré el personal trainer, pero a los abdominales los tienen que hacer los participantes. Es como una asesoría in company, aunque, en este caso, el asesor no puede estar en todas las compañías al mismo tiempo”.

De todos modos, esa limitación se subsana. Los participantes se reunirán cada tres semanas y en el lapso intermedio cada empresa avanzará sobre el tema de la reunión previa. Si surgen dificultades o dudas, se podrá consultar vía e-mail con el asesor.

El tablero

El llamado tablero de control y comando (una herramienta para el seguimiento de la calidad de gestión, que en inglés se conoce como Balanced Scorecard) puede tener, en compañías grandes, con gerencias muy profesionalizadas, decenas de variables que en conjunto reportan una visión global del desempeño de la empresa.

Pero una de sus virtudes es que puede implementarse poco a poco, y éste es precisamente el atractivo para las Pymes. En el caso de la clínica propuesta por la UISF, la construcción del tablero contempla como primeros pasos el análisis del costo de los productos, análisis de factores restrictivos, demanda, capacidad de planta, mano de obra productiva, disponibilidad de insumos, recursos financieros y análisis de los costos fijos.

El método pasa por armar grupos, de acuerdo con el desarrollo de cada empresa, para trabajar a partir del punto en que cada una de ellas se encuentre antes de ingresar a la clínica. En cada reunión mensual (desde agosto a diciembre), se irán abordando sucesivamente los distintos indicadores del tablero.

“Hay poca gimnasia en el uso de herramientas gerenciales -dice Rodríguez Jáuregui-. La idea de la clínica es que quienes no las conocen comiencen a utilizarlas, y que quienes ya las emplean puedan profundizar su uso. Por eso digo que no es un curso que comienza y termina. Quien arranque con esto podrá seguir usándolo de por vida, porque las herramientas cambian, se modifican y avanzan continuamente. Como el mundo de los negocios”.

Alistarse para el crecimiento

Rodríguez Jáuregui y Velasco. Éste es el momento de prepararse para el 2011.

Foto: El Litoral

Un caso de costos

Narra Rodríguez Jáuregui: “Las empresas que trabajan por órdenes de compra o por encargo, no lo hacen para el mercado sino para clientes puntuales. Me tocó estar cerca del caso de una persona joven que había heredado la empresa, quien trabajó fuerte y la hizo crecer. Pero él venía del sector ventas, no de producción. Era un vendedor formidable. Cuando nos reuníamos y yo hablaba de costos, él me hablaba de ventas, de productos que iba a entregar a 90 ó 120 días. Se mostraba contento, porque además iba reuniendo dinero por los anticipos de lo que vendía. Pero nadie seguía dentro de la empresa el proceso de producción; las eficiencias necesarias para que el producto costara menos que los precios de venta pactados. Entonces, la ilusión de que allí había un chorro de dinero permanente que entraba por los anticipos, no le dejaba ver que, aun cuando estaba vendiendo mucho, lo estaba haciendo a pérdida. Obviamente terminó fundiéndose. En un tablero de comando, los costos son la columna vertebral. No se puede prestar atención a ninguna otra cosa, si no se tiene un sistema de costos confiable”.