Festejos por Mahler

Wanda Rudich

(EFE)

Ciento cincuenta años después de su nacimiento, Viena dedica a Gustav Mahler (1860-1911) una gran exposición que refleja la ambivalente y apasionada relación que con esta ciudad tuvo el célebre director y compositor. Mahler está considerado hoy un precursor de la música moderna que revolucionó, además, a la célebre Ópera de la entonces capital del Imperio Austrohúngaro. “Cuando llegue el fin del mundo quiero estar en Viena, porque allí todo llega 25 años más tarde”, es una de las sentencias del conmemorado artista que se recuerdan en la muestra, con motivo de celebrarse el 7 de julio su natalicio.

Si bien cosechó un éxito enorme como director de orquesta y de la Ópera vienesa, Mahler, de origen bohemio y judío, tuvo que soportar críticas, no sólo debido al creciente antisemitismo, sino también por su severidad en la gestión del teatro lírico y el rechazo de gran parte del público a las composiciones propias.

“Lamentablemente, sigo siendo un vienés empedernido. Gustav Mahler y Viena” es el título de la exposición, que puede verse hasta el 3 de octubre en el Osterreichisches Theater Museum (Museo Austríaco del Teatro), cerca de la Ópera Estatal, donde siempre se lo recuerda con una gran sala y un busto del músico obra de Auguste Rodin.

Mahler estaba seguro de lo que hacía: “Ya vendrá el momento para mi música”, dijo. Y tuvo razón. El momento llegó, aunque tardó mucho, entre otros motivos debido a que su obra fue declarada “degenerada” por los nazis. Hoy es interpretada por las grandes orquestas y cantantes en todo el mundo, y con más frecuencia aún en este jubileo de dos años, ya que en 2011 se cumplen cien años de su muerte.

Nueve sinfonías terminadas y una décima inconclusa, “Das Klagende Lied” (“La canción del lamento”); “Kindertotenlieder” (“Las canciones a los niños muertos”), y la sinfonía-ciclo de canciones “Das Lied von der Erde” (“La canción de la Tierra”), se cuentan entre sus obras más destacadas.

Famoso es el hermoso y triste “Adagietto” de la Quinta Sinfonía, escogido por Luchino Visconti para su película “Muerte en Venecia”, protagonizada por Dirk Bogarde y basada en la novela homónima del escritor alemán Thomas Mann.

El literato, según confirmó en sus memorias su esposa Katia Mann, escribió la novela en Venecia apesadumbrado por las constantes noticias sobre la precaria salud de Mahler, a quien admiraba y en quien se inspiró para crear la figura del protagonista de la obra.

Mahler se casó con una de las mujeres más bellas y admiradas de la Viena de entonces, Alma Schindler, veinte años más joven que él, con quien tuvo dos hijas, pero no fue feliz en su matrimonio y su primogénita murió a los cuatro años, en 1907, el mismo año en el que abandonó la dirección de la Ópera de Viena ante una masiva campaña en su contra.

Ello no le impidió seguir cosechando éxitos como director de la Metropolitan Opera House de Nueva York, ciudad en la que enfermó gravemente en febrero de 1911. Murió poco después, el 18 de mayo del mismo año, en Viena.