Cabaña “La Magdalena”

El premio a una trayectoria

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El establecimiento de la familia Felissia volvió a llevarse el Concurso de Vacas Lecheras en la Rural de Rafaela, gracias a una trabajo metódico basado en el manejo y la buena alimentación. Sepa cuáles son las claves.

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La historia de “La Magdelena” se inició con Ricardo Armando, en la década del 40. Desde entonces, los premios son una costumbre familiar. “La Magdalena tiene, por ejemplo, no menos de 10 récords nacionales de producción en concursos lecheros”, comenta Juan Felissia. Entre otros: Gran Campeona y Mejor Ubre de Palermo 2003, Gran Campeón de Palermo 2005, Reservada Gran Campeona en Mercoláctea 2005 o Campeona Vaca Joven y Reservada en la misma categoría en la Expo Morteros 2006, o el reservado gran campeón en Mercoláctea 2009.

En sus inicios, la cabaña comenzó la cría con animales argentinos de origen importado. En 1954, se incorporó un grupo de ejemplares holandeses (18 vacas y 2 toros). Y más adelante, en 1967, Armando se volcó a la genética norteamericana, que ya entonces era más productiva que las europeas, con la incorporación de 14 hembras y 2 machos. Las importaciones siguieron sucediéndose hasta que el propio Felissia incorporó 8 terneras canadienses en 1987.

Días atrás, “Olimpia”, una vaca de la cabaña La Magdalena, ganó el 90º Concurso de Vacas Lecheras de la 103º edición de le Expo Rafaela, uno de los eventos más significativos del sector. Luego de dos días de producción, “Olimpia” entregó 146,900 litros de leche, con un tenor graso de 3,85% y 2,80% de proteínas, acumulando 663,761 puntos, llevándose así una vez más el triunfo en esta competencia tan prestigiosa. El segundo premio del concurso lechero también quedó en manos de los Felissia. La “Ninín Saltarina Blizzard” produjo 142,300 litros, con 2,99% de grasa y 2,82% de proteínas, sumando 612,155 puntos.

¿Cómo hacen?

“Lo fundamental es la constancia en el manejo”, confiesa Juan José. “Para los animales de concurso, vamos llevando la vaca sola a la alimentación, de manera muy cuidada, porque si hay una sobrealimentación no podemos volver atrás, todo tiene que ser bien controlado. Los cambios le llevan 15 días mínimo, y todo lo que hagamos a la apuradas nos termina pasando la factura”, agrega.

Ahora tienen 8 vacas separadas que van a exposición, con una dieta distinta: fardo de alfalfa y balanceado, totalmente estabuladas.

“En el tambo comercial usamos silo de alfalfa, un poco de silo de maíz y sorgo forrajero. Esa es la base en invierno con las vacas encerradas, después usamos balanceado, expeller de soja y cáscara de soja. Los animales del tambo comercial se manejan de la misma igual, lo mismo que cualquiera, aunque todos conviven en el mismo ambiente”, manifiesta.

El tambo comercial trabaja con 104 vacas en ordeñe, logrando 38,700 litros de promedio en agosto,donde el 38 % son vaquillonas de primera cría. Es importante destacar que el resultado del control oficial se logró con secado previo. “Una vez que la nutrición está estable todo se hace más fácil, es el eslabón más importante, junto al manejo: horarios constantes, personal capacitado, equipos en excelentes condiciones, etc.”, explica. Para Felissia es fundamental el control lechero y el control reproductivo. “Los que todavía no lo adoptaron, si algún día lo hacen, comprobarán la real importancia de esta técnica”.

La genética es el sustento comercial de la empresa, por lo que tratan de innovar a través de la transferencia de embriones, usando el semen de los mejores toros del momento y comprando embriones en EEUU y Canadá. “Buenas patas, ubres, y bastante capacidad o fortaleza lechera para poder soportar nuestro riguroso verano”, son las claves de Felissia.

El contexto

Para Felissia, el problema es que la vaca no sabe de economía, sólo sabe de buena comida, y uno no le puede pedir que produzca más o menos, según el momento económico. “Habría que estabilizar la producción, decidir si queremos ser un país productor para el consumo interno solamente o también para la exportación. Por el otro lado, ver las variables de ganancia de las partes. Si el ajuste va a pasar por el precio de la materia prima castigando al productor, el negocio no prosperará. La producción, la industria y el comercio deben tener ganancias coherentes. Es difícil que Argentina lo pueda concretar. Si los industriales y el comercio lo van a aceptar sería fantástico”.

La sequía les está afectando bastante las alfalfas nuevas. “No se pueden pastorear, muchas nacieron muy mal y parece que el verano será poco llovedor. Hay que prepararse, planear y tratar de pensar en hacer el doble de lo que uno necesita”.

El planteo alimentario

Para el Dr. José María Dillon, encargado de diseñar la estrategia alimenticia, las vacas del concurso basan su dieta en forraje de la mejor calidad. En el rodeo general usan alfalfa con silo de maíz o sorgo y heno de alfalfa, además de una fracción energética con mucho maíz. Se le agregan derivados de soja y un compuesto vitamínico y mineral ajustado para vacas de alta producción como selenio y cinc. Algunos aditivos como levaduras y si es necesario secuestrantes de toxinas, para controlar posibles alimentos contaminados, tal como ha sucedido por el clima en los últimos años.

“Es importante buscar el confort en el animal, que tenga buena disponibildad de agua, hacer un manejo tranquilo y suave de los animales, buscando un alto consumo de materia seca y tiempo para que rumie y descanse”, aconseja. En el caso de los concursos lecheros la preparación comienza en época de vaca seca y preparto, tratando de mantener el estado corporal, manteniendo un alto consumo de comida y balance de la dieta y protegerlo de las enfermedades metabólicas del periparto, como la hipocalcemia, la acetosis, metritis, o la mastitis. Dillon apunta a controlar estas enfermedades y a llegar a un alto consumo de materia seca. “A partir del parto se busca la fuente de forraje con alta fibra digestible y aumentando la ración que contiene el maíz en una forma lenta pero progresiva para no apurar la vaca. Cuando uno se acerca a la época del concurso se observa y analiza qué es lo que más le gusta comer, se ajusta la dieta en función de eso y se aumenta la ración, controlando el confort, la rumia y el bosteo”, agrega. A los pocos días del concurso vuelven al rodeo general. En unas dos semanas se ajusta al sistema general del rodeo con cambios lentos. “En el concurso se adicionan grasas protegidas de degradación ruminal, que son fuente energética”, confiesa.

Una vez que la nutrición está estable todo se hace más fácil, es el eslabón más importante, junto al manejo: horarios constantes, personal capacitado, equipos en excelentes condiciones.

 

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Mano a mano con la excelencia

En La Magdalena llegan a 34 litros de producción diarios por vaca de promedio anual. Esta cabaña ha estado entre los primeros tres criadores del país y su genética está en la mayoría de las cabañas argentinas. “Estamos buscando una vaca mediana con buen compuesto de ubre, buenas patas y talones y gran capacidad corporal. La calidad de los forrajes es vital balanceado con dieta con concentrados adecuados que optimicen la salud y nutrición del animal. En cuanto al manejo, darle la comida en el momento adecuado del día para que la vaca la aproveche mejor y descanse más. Hacia el futuro tienen que depender más de los forrajes y no depender tanto de los concentrados, ya que en 30 años habrá que duplicar la cantidad de comida en el mundo”, dice Dillon.

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Bienestar animal. En el establecimiento sostienen esta premisa antes que nada. Las claves en el manejo obligan a realizar cambios graduales en el rodeo.

foto: juan manuel fernández

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Premios. Merced a esta filosofía de trabajo, los Felissia se destacan como una de las cabañas productoras de genética Holando más importantes del país.

foto: juan manuel fernández

En el caso de los concursos lecheros la preparación comienza en época de vaca seca y preparto, tratando de mantener el estado corporal, manteniendo un alto consumo de comida y balance de dieta.

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“El orgullo de trabajar con ellos”

Hernán Botto. GARAY SRL

Con “La Magdalena” y Juan Felissia nos une una relación comercial desde hace ya varios años, cuando trabajaba para una empresa dedicada a la comercialización de genética, la cual vendía semen de algunos de sus toros. Con Juan siempre nos acordamos específicamente de un toro llamado “Jaguar”, que aparte de sus excelentes características genéticas tenía una alta fertilidad. Lo vendimos mucho, y hoy se ven sus hijas, tal cual lo prometían, muy funcionales y muy lecheras. Cuando me incorporo a la empresa GARAY (hace más de cuatro años), empezamos a hablar con Juan y así surgió una especie de asociación estratégica entre ambas empresas, en donde GARAY puso a disposición de “La Magdalena” su fábrica de alimentos, su laboratorio de control de calidad de materias primas, su logística , su personal técnico, como así también una amplísima lista de materias primas, (más de 25) para elaborar según las necesidades específicas de sus vacas el mejor alimento posible, y es así como empezamos a trabajar. Siempre haciendo primar la responsabilidad y la confianza de todas las partes, sobre todo basados en el criterio en la formulación de la dieta del Dr. José Dillon. Nosotros tenemos la enorme responsabilidad de la elaboración, el control de procesos, y todo lo que eso significa para lograr una constante y excelente calidad del producto entregado. Personalmente me une con “La Magdalena” la pasión por las vacas, y por lo tanto es un enorme orgullo que nos hayan dado la oportunidad de trabajar con ellos.