El cine y el tren en la Revolución Mexicana

 

(EFE)

El cine y el ferrocarril son presentados como testigos clave de la Revolución Mexicana (1910-1917) en una exposición que revela su protagonismo durante la gesta con una selección de materiales gráficos y objetos de la época. “La comunicación, movilidad, difusión y memoria del episodio revolucionario dependió mayoritariamente de la presencia del ferrocarril y el cine, a ellos les debemos grandes testimonios”, confirma Carmen Carrara.

“Rieles, Rollos y Revolucionarios RRR” se inauguró en el Museo de Ferrocarrileros de Ciudad de México, en el 50º aniversario de la filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México. Dicho recinto es el acervo fílmico más grande de México con más de 40.000 películas de todos los formatos, algunas películas de celuloide, una biblioteca especializada de 28.000 volúmenes, una hemeroteca que consta de 15.000 impresos, 10.000 carteles de estrenos y más de 83.000 fotografías de rodaje y personajes.

La presencia del ferrocarril y el cine en México se remontan a unas décadas antes del inicio de la Revolución, ya que hicieron su aparición en 1850 y 1896, respectivamente. La primera línea de ferrocarril, que unía la Ciudad de México con el Estado de Veracruz, fue inaugurada en 1873 por el entonces presidente de México, Sebastián Lerdo de Tejada, mientras que la primera película mexicana fue “El presidente de la República paseando a caballo en el bosque de Chapultepec”, de 1896. La Revolución Mexicana remonta sus orígenes a la dictadura del ex mandatario de México, Porfirio Díaz, quien se perpetuó en el poder por cerca de tres décadas. El conflicto armado dio inicio el 20 de noviembre de 1910 bajo el mando de los generales Emiliano Zapata y Pancho Villa y su finalización está fechada en 1917 con la proclamación de la Constitución mexicana.