SALÓN DEL ABANICO

Lo que mata es “la calor”

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“Mujer con abanico”, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (fragmento). Foto: Archivo El Litoral

Gabriel Cimaomo

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Con la misma tónica lúdica y recreativa que inspiraron los anteriores salones internos de la Mantovani, éste, el del abanico, tiene como objetivo fortalecer los vínculos entre todo el personal que trabaja en la institución.

La propuesta consiste en la intervención de un objeto dado y, al igual que en ediciones anteriores, no se establecen parámetros excluyentes disciplinares, conceptuales, como tampoco respecto del formato de las propuestas. El desafío: hacer una obra a partir de un abanico.

De diversos materiales, formatos y diseños, los abanicos representaron a lo largo de la historia mucho más que un instrumento funcional o un complemento de moda. La umbela o quitasol y el flabélum o abanico alto provienen de la más remota antigüedad egipcia y asiática. Sin embargo, el abanico plegable, tal cual llega a nuestra cultura, ingresa a Europa a fines del siglo XV traído desde China y Japón.

Este particular objeto que representa el tema a nuestro Salón llega a la Argentina de la mano de los españoles que supieron hacer de él un auténtico objeto artístico, creando incluso, a partir de su uso, todo un lenguaje gestual con el fin de comunicarse discretamente y a una distancia prudencial, según se podía, debido a las circunstancias sociales y morales de la época.

CREAR Y RECREAR

Así, el abanico, además de convertirse en un elemento indispensable en la indumentaria femenina, se constituyó en un instrumento de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida. Cuando las jóvenes del siglo XIX y principios del XX iban a los salones de baile, eran acompañadas por su madre o por una dama de compañía cuya misión era velar por su comportamiento. Las acompañantes eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba, por lo que las jóvenes crearon un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas. Este objeto se convirtió en un auténtico parapeto de todo un repertorio de señales que iba desde las sonrisasww ingenuas, hasta auténticas declaraciones amorosas.

No es la intención primordial de este Salón develar el sentido de este lenguaje, aunque en el video con el cual se inaugurará la muestra se recupere jocosamente, sino sembrar quizá la inquietud de proponer, crear o recrear otros.

Aliviarse del calor constituyó siempre un deseo, cuando no una necesidad de todos; no obstante, el abanico ha sido usado preferentemente, a lo largo de su historia, por mujeres adultas. Prerrogativas de género y restricciones culturales que con el paso del tiempo han ido mutando, abriendo el juego a varones acalorados y a las generaciones más jóvenes.

El arte contemporáneo que se resiste a poner límites respecto de las formas de expresión, cada vez más difíciles de clasificar, cuestiona los supuestos aceptados y propone reinterpretaciones que permiten pensar lo aceptado desde un lugar menos restrictivo.

Sin más restricciones que la creatividad de sus 40 participantes, el Salón del Abanico quiere ser, en el marco de los festejos del 70º aniversario de la Escuela Mantovani, una reivindicación a la libertad de expresión a la que la emblemática institución artística y educativa da lugar.

El autor:

 

Gabriel Cimaomo es profesor de Estéticas Contemporáneas y jefe de Extensión Cultural de la Escuela Provincial de Artes Visuales Prof. Juan Mantovani.

 

/// EL DATO

Inauguración

Será este miércoles, a las 21, en el Hall de Exposiciones de la Escuela Provincial de Artes Visuales (9 de Julio 1821). Las curadoras de la muestra son María Teresa Serralunga y Alva Soratti, artistas y docentes de la casa.

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Cuadro de Gustav Klimt. Foto: Archivo El Litoral

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“Mujer con abanico”, de Pablo Picasso (fragmento). Foto: Archivo El Litoral

 

Abanico

Refiriéndose al objeto que da nombre a este Salón y con el objeto de inspirar la intervención de los participantes, las curadoras Alva Soratti y María Teresa Serralunga señalan: ventilador manual agitado enérgicamente en momentos de intensa sofocación; objeto generador de aire en reuniones plenarias agotadoras; apéndice de la mano femenina que se agita histéricamente; fuelle repetidamente abierto en fervorosas discusiones; elemento utilizado también para descargar tensiones; artefacto que evapora el sudor de manera artesanal; cosa desplegada en pos del bienestar de la señora; dispositivo que engalana la cartera de la dama; aparato disipador de aromas inoportunos; accesorio emisor de mensajes amorosos; amortiguador de calores imprevistos; instrumento utilitario refrigerante; amedrentador de mosquitos; objeto volador identificado y objeto de vuelo limitado.