El Ministerio de Salud no constató malformaciones

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Esta semana hubo algunos hechos que volvieron a centrar la atención sobre el uso de agroquímicos en suelo santafesino, sobre todo glifosato. Primero se conoció que un periodista rosarino, Luis Emilio Blanco, se vió afectado por la deriva de una pulverización que se realizaba sobre una banquina cuando transitaba con su auto por una ruta santafesina. Luego trascendió que, días atrás, un aeroaplicador habría estado trabajando dentro del “área de exclusión” de 1.500 metros alrededor de San Jorge, vedada para la actividad por orden judicial.

Y también hubo otro acontecimiento novedoso en torno al glifosato, mientras se espera que la Cámara de Senadores trate el proyecto de modificación de la Ley de Fitosanitarios 11.273 que impone al herbicida restricciones mayores a las dispuestas a otros productos de su misma clase toxicológica. Se trata del adelanto al periódico Cruz del Sur que hizo el Ministro de Salud, Miguel Angel Cappiello, sobre un estudio epidemiológico realizado por su cartera respecto de la incidencia en la salud de quienes están en contacto o en adyacencias de las zonas donde se utiliza el herbicida. En síntesis, el funcionario señaló que confirmaron afecciones respiratorias, como sinusitis, rinitis y asma, pero no malformaciones congénitas; y que el riesgo está dado por el mal uso de la sustancia.

El trabajo mencionado por Cappiello se realizó en el marco de la causa judicial iniciada por vecinos del barrio Urquiza de San Jorge y que derivó en la orden de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial (Sala II) de Santa Fe al Ministerio de la Producción y la UNL de realizar estudios que comprueben la inocuidad del glifosato. Hasta entonces, rige el “principio precautorio” y se prohibe su uso a menos de 800 metros del límite urbano de esa ciudad, si la pulverización se hace por tierra, o 1.500 si es por avión.

El funcionario refirió al periódico que el estudio todavía no fue elevado a la justicia y lo diferenció del que elevó la UNL que “no mide todos los procesos que lleva la aplicación de estos elementos a largo tiempo”. En cambio, “nosotros hicimos un estudio de investigación epidemiológica tal cual lo encargado”, remarcó. La metodología utilizada fue la de encuestar a distintos actores, entre ellos a las dos personas que presentaron el amparo; así como a trabajadores, productores agropecuarios y periodistas.

Como resultado, el Ministro precisó que “se encontraron alteraciones sintomatológicas respiratorias; teratogénicas no”. Dicho de otro modo, que detectaron casos de asma, rinitis y sinusitis pero no malformaciones congénitas (principal argumento del polémico trabajo del investigador del CONICET Andrés Carrasco).

Consultado sobre si, en definitiva, el estudio del Ministerio de Salud considera que el denostado herbicida es peligroso, Capiello sostuvo: “No, no dice eso el informe del ministerio. Hay alteraciones que se pueden dar por el mal uso de estas sustancias”.