Llegan cartas

Expectativas inflacionarias

Dr. Tito L. Rocchetti.

Ciudad.

Señores directores: La decisión del Banco Central de emitir veinte mil millones de pesos de aquí a fin de año originó opiniones encontradas. Según la versión de las autoridades monetarias, la medida está destinada a compensar el mayor crecimiento de la economía y evitar que la escasez de circulante restrinja la producción y el empleo. Pero se escuchan voces que discrepan, como es el caso del economista norteamericano Barry Elchengreen, profesor de la Universidad de Berkeley e investigador de importantes centros en los EE.UU. y Gran Bretaña. En entrevista periodística dijo que en su opinión es un error ampliar la base monetaria porque redoblaría el problema inflacionario, y que la cuestión no era el crecimiento, sino la inflación. Cabe recordar que los seguidores de la teoría monetaria advierten que decisiones de este tipo -pese a diferentes argumentaciones esgrimidas para justificarlas- en gran parte de las economías se deben a déficits de presupuesto por mayores gastos del aparato estatal frente a recursos insuficientes. Si bien reconocen que en las economías desarrolladas las inflaciones moderadas son consideradas estimulantes, se las acepta siempre que no superen porcentajes críticos porque, de ser así, el crecimiento superior de los medios de pagos respecto del valor de los bienes y servicios disponibles deriva en una expansión inflacionaria de los precios. Y cuando esto ocurre provoca efectos destructivos sobre la economía interna del país, distorsionando la actividad económica normal y el papel orientador del mercado. Además, cuanto más irregular es la tasa de inflación, mayores son los efectos sobre el nivel de precios y de empleo, lo que genera mayor incertidumbre económica.

La experiencia sobre procesos inflacionarios de nuestro país mostró que la inflación, al disminuir el poder adquisitivo de los ingresos y de los activos financieros, redujo el poder de compra de la moneda e incidió en la inversión y el consumo, y a largo plazo concluyó deteriorando la calidad de vida de quienes contaban con menores ingresos o ingresos fijos. Otro de los efectos de la inflación es que incrementa en forma nominal el valor de los ahorros, de las utilidades y de los activos o bienes inmuebles, pero en términos reales hace que, mientras los precios aumentan, el poder de compra verdadero de los ahorros disminuya. Y cuando el nivel de la inflación se aproxima a niveles de tasas de interés del mercado, las personas pierden racionalidad en su disposición a gastar, al estimar que es mejor consumir que ahorrar, aun cuando sea en consumos innecesarios, reactivando de esa manera la espiral inflacionaria y la fuga de capitales. Entre nosotros, las informaciones que circulan al respecto indican que ante expectativas inflacionarias y las posibilidades de usar del crédito están incidiendo en el crecimiento del consumo.

La gente común -al margen de teorías económicas u opiniones de especialistas y con su reconocida sabiduría popular- resumió el fenómeno en forma simple: “Con la inflación los precios suben en ascensor, mientras los ingresos van por la escalera”.