Cómo ve a la ciudad

Ricardo Calanchini

Artista plástico. Nació en Santa Fe el 5 de octubre de 1955. Cursó en la Escuela de Arte Prof. Juan Mantovani. Con más de cuatrocientas muestras y treinta y dos premios obtenidos en salones nacionales e internacionales, expone en distintas galerías de EEUU.

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¿Cómo ve a la ciudad?

Veo a la ciudad con sus atributos de “mansa y tranquila” (¡¡¡Aunque haya alojado a los 7 Jefes!!!) creciendo. Creciendo, desde mi perspectiva, no es sólo habitantes y edificios. Es re-editar la historia a través de la recuperación de sus emblemáticas construcciones, son las flores y los árboles que nos indican un compromiso con el medio ambiente, los lugares para ofrecer el arte, es el alma de la ciudad que comienza a vislumbrarse, un alma que todavía contiene la pureza de sustentar un cuerpo que puede embellecerse, y hacerse fuerte con su magia propia.

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¿Qué es lo mejor que tiene?

Mi mirada es la de un artista, y por eso la estética de las ciudades -y de la mía propia que amo- es lo que más me conmueve.

Sin embargo, y ya desde una posición más amplia, debo decir que la Universidad Nacional del Litoral, los institutos de investigación, el Polo Tecnológico, el Foro... esos lugares donde las ciencias se estudian, se transmiten y se ponen al servicio de la humanidad son lugares paradigmáticos que diferencian a Santa Fe de muchas grandes ciudades del país.

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¿Qué debería mejorar?

El enlace público-privado debería fortalecerse para que, desde los estrados del gobierno provincial y municipal se puedan crear instancias para que los lugares de encuentro de la gente sean espacios agradables, para que la gente se conozca, se atreva a crear y a saltar las barreras de los prejuicios, de las diferencias. Me encantan los bares al aire libre. Me encantan los cafés en las veredas floridas. Me parece que son lugares que propician esos encuentros entre las gentes en donde circula el deseo de construir una obra nueva, para un tiempo mejor.

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Mi prioridad sería continuar ofreciendo los sitios al aire libre y crear nuevos ya que son espacios de salud para que todos nuestros ciudadanos (los de altos y los de escasos recursos) puedan sentir suyos estos lugares. Propondría colaborar en la transmisión del ejercicio del cuidado de estos espacios, para que los ciudadanos se puedan apropiar de ellos en el buen sentido de la palabra: apropiarse porque en el camino cultural van sintiendo “propio” lo bello y lo estético (que está vinculado con lo ético) para permitir entonces despertar al artista que todos llevamos dentro.