Apuntes de política provincial

El país sin Néstor

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Néstor Kirchner.

Foto: EFE

Teresa Pandolfo

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¿Cuánto durará en el imaginario colectivo la figura del líder inmolado por llevar adelante sus convicciones, aun a riesgo de su salud? Es imposible saberlo en términos objetivos.

La relación entre un líder y la parcialidad que lo sigue contiene elementos que, mayoritariamente, no pasan por la racionalidad pero que, en un momento, tampoco operan como suficientes ante otros factores que inciden en la vida cotidiana y horadan la trama del poder tejido.

El miércoles falleció Néstor Kirchner. El espacio futuro de la oposición, sea o no justicialista, dependerá entonces de saber separar la paja del trigo y trabajar sobre esas otras expectativas no cumplidas en los siete años de gobierno del kirchnerismo.

A esto lo sabe la presidenta de la Nación. De allí que en pleno velatorio sus más allegados se ocuparan de remarcar que se iba hacia una profundización de la gestión de gobierno, conforme a los ejes ya trazados, y se anunciara que Cristina Fernández de Kirchner iría por la reelección. La consigna fuerte fue transmitir que no se abandonaba el centro de la escena, aun ante un hecho tan doloroso como la muerte de un marido.

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Es indiscutible que nada será igual que antes para el kirchnerismo. Néstor y Cristina fueron un matrimonio, pero también una sociedad política. Construyeron juntos una matriz impresionante de poder político y económico. Pero uno de ellos, el mentor de este esquema ramificado de poder, ha muerto. De dos queda uno y la presidenta tiene responsabilidades de gobierno, no sólo político-partidarias.

Néstor era quien pasaba una decena de horas del día cosiendo y descosiendo esa trama de poder político, en el que enhebraba a innumerables actores sociales. Era quien conversaba con los intendentes de cada provincia, con los sindicatos, con la dirigencia de las organizaciones sociales surgidas en una Argentina de errático crecimiento. Era quien presidía el justicialismo y el que establecía el margen de acción para la CGT. Era quien mencionaba a cada uno por su nombre y apellido; el que mandaba presionar a empresarios y a grupos económicos; quien disponía potenciar a unos y defenestrar a otros en esa orquesta de afinados y desafinados, que lleva tocando siete años. Era quien fijaba los límites para cada uno, sin más barreras que aquellas que consideraba personalmente válidas.

En las últimas horas se habla de apuntalar a la presidenta. Todos coinciden en su fortaleza para superar la muerte de su compañero de vida y de sus aptitudes intelectuales para ejercer el gobierno. Pero también ya se menciona la posibilidad de constituir un equipo que se ocupe de las tareas político-partidarias, básicas en la estrategia de continuar en el poder.

Así como se prevé este armado político estratégico, se infiere que no habrá cambios de fondo en lo gubernamental. Cristina con su impronta será seguramente el exponente más nítido del esquema de poder, pero ya detrás de ella no habrá solamente uno, cuyas órdenes ejecutaban todos los demás.

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La muerte de Néstor Kirchner se produce en un momento que comenzada a ser delicado para la gestión. El proceso inflacionario, nunca reconocido desde Olivos, está generando paulatinamente un escenario de tensión en el plano salarial que involucra a todos los actores de la vida económica.

Economistas consultados coinciden en que difícilmente se ataquen las causas del problema, que se parece a la saga del huevo y la gallina. No se reconoce desde el gobierno la relación directa entre los niveles de emisión de moneda por parte del Banco Central con la inflación. Se calcula que al término de 2010, las transferencias de recursos financieros del BCRA al Tesoro estarán en el orden de los 50.000 millones de pesos. Esa mayor emisión se convierte en el impuesto inflacionario que paga toda la población. Las estimaciones para 2011, año electoral, ubican ese traspaso en los 70.000 millones.

De no reverse la política del BCRA, será difícil que los precios puedan estabilizarse mediante otras medidas.

Se da por descontado, además, que la presidenta no cambiará la estrategia respecto del presupuesto, herramienta vital dentro de su esquema de poder político-clientelar (subsidios directos, en las tarifas, para la acción política, a los empresarios amigos, etc.).

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El otro desafío es el poder que fue acumulando Hugo Moyano, basado también en un sólido soporte económico. ¿Quién pondrá límites al desmesurado avance sindical si no se cambian las normas básicas que sustentan el modelo? Las leyes de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales -pilares del modo de operar de los sindicatos- no fueron modificadas, dándoles a los gremios reconocidos por el gobierno una solvencia financiera que les permite todo tipo de negocios o contrataciones. Hechos recientes, como la muerte del militante del Partido Obrero, confirman lo señalado.

Es probable que se vea en los próximos días un abroquelamiento de figuras de confianza, en torno de la presidenta (legisladores, gobernadores y algunos ministros) y es posible que ella también intente asumir un liderazgo por partida doble.

Falta un año para las elecciones nacionales. Y un año es mucho tiempo en la Argentina.

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Así como el kirchnerismo, aunque no lo reconozca, deberá reacomodarse a una existencia sin Néstor, el sayo también recae sobre las vertientes opositoras.

Las expresiones de adhesión que tuvieron lugar durante el velatorio, sobre todo en Buenos Aires, han sido una señal clara de un resurgimiento místico-ideológico, cuyos componentes merecen ser analizados a la luz del aporte de la sociología. Pero también se puede decir que dichas expresiones están en línea con el exitismo que caracteriza a una porción de la población argentina y con el vacío que transmiten los otros partidos políticos a la hora de aportar seriamente soluciones a las demandas más acuciantes de la sociedad.

En definitiva, el futuro de las agrupaciones no oficialistas dependerá de la capacidad que exhiban para representar y llevar adelante esas otras banderas y convicciones que reclama la Argentina: más institucionalidad, más educación seriamente entendida, menos resentimiento interno, más inserción en un mundo tecnológicamente globalizado, entre otras.