llegan cartas

Sueño

Prof. M. Carlos Visentín.

DNI. 2.389.173.

Señores directores: Éste es el relato de un sueño imaginario, a los fines de escribir sobre la cultura de los argentinos. Los momentos oníricos parecen verdaderos, aunque los hechos soñados estén lejos de la realidad. Esa noche había sido invitado a cenar por un grupo de ex alumnos y todo estuvo magnífico, por el rico matambrito a la suiza a la parrilla, el estupendo cabernet sauvignon, el champán extra sec a los postres, y también ¡por qué no contarlo! porque me salió gratis. Narrada la causa del sueño, paso a contarlo. Estaba entre los vapores y nieblas de esa pesadilla, acostado junto a mi esposa, y escucho que sonaba el timbre de mi puerta y me entregan un sobre de grueso papel imperial con el escudo de la Presidencia de la Nación Argentina.

Rompí con cuidado un borde, saqué la esquela y leí —siempre en sueño— “Señor profesor...” seguido de mi nombre. Y a continuación: “Le comunicamos a usted que ha sido designado ministro de Educación de la Nación Argentina. Oportunamente, le informaremos el lugar, día y hora, en que deberá prestar el juramento de ley para oficializar esta honrosa designación. Desperté a mi esposa para darle la satisfacción y la alegría de esa noticia, esperando su felicitación. Ella me respondió ¡Vas a tener que comprarte un traje nuevo, porque los que tenés son para regalárselo a un limosnero!... y siguió durmiendo. Yo quedé pensando, ¡por fin se me reconoce mis 46 años de labor docente! Es el momento de presentarle al presidente de la Nación “mi Plan Nacional de Educación” que será una verdadera revolución en la docencia, porque la falla de los argentinos está en la falta de cultura, no se enseñan los valores éticos, ni los códigos de buen comportamiento social ¡Qué hablo de códigos! Si hoy, ni los asaltantes los tienen, aunque no te resistas, el premio que te da el delincuente es un balazo de despedida. Lo “formativo” no se enseña y en su lugar se da “conocimientos” y más “conocimientos” de las asignaturas del plan de estudios vigente y estos conocimientos son pobres e insuficientes. ¿Por qué? Porque no se enseña cómo aplicarlos, porque no están acompañados con la “cultura” del trabajo. Siempre dormido, pensé: debo elaborar mi flamante plan y presentarlo al presidente. Y lo confeccioné de esta manera:

Artículo 1º: Se suprime en todos los colegios del país, durante cinco años, la enseñanza de lo vinculado con “conocimientos” de todas las asignaturas del Plan de Estudios.

Artículo 2º: En lugar de los “conocimientos” suprimidos en el Art. 1º, se utilizará ese lapso de la enseñanza para volcarlos a sedimentar todos los aspectos vinculados con la “cultura”. Entran en esto los valores éticos y todos los aspectos relacionado con lo “formativo” del nuevo egresado argentino, que deberá ser honesto, solidario, patriota, democrático, defensor del medio ambiente, que posea la cultura del trabajo honrado.

Cerré el sobre y lo entregué en la Secretaría Privada de la Presidencia en la Casa de Gobierno. Al día siguiente, suena el timbre de mi casa y recibo un sobre similar al anterior y pensé que me informarían dónde y cuándo sería mi juramento. Los nervios no me dejaban colocar mis lentes, hasta que por fin los puse y leí la esquela interior del sobre que decía: “Señor...” seguido de mi nombre olvidando mi título de profesor. “Informamos a usted que su designación como ministro de Educación de la Nación ha sido dejado sin efecto, por razones de mejor servicio Art. 2º Archívese. Firmado Presidente de la Nación”. Fue entonces cuando desperté a mi esposa y le expliqué que mi designación como ministro sólo había sido un sueño. Ella me respondió ¡Yo sabía que el presidente no podía estar tan loco!... y siguió durmiendo. ¡Yo, por fin, me desperté”.