Por si hay que reemplazar al trigo
Los suplentes quieren probarse
Por falta de precios y una demanda dominante, el cereal pierde protagonismo. En María Juana los técnicos de AFA probaron alternativas novedosas para el invierno como arveja, garbanzo, lenteja, cebada, triticale y colza.
Prometedor. El cultivo de garbanzo cuenta con mercados demandantes en el exterior, sin retenciones y a valores que alcanzan u$s700 por tonelada.
Fotos: Juan Manuel Fernández
Juan Manuel Fernández
Aunque en esta campaña recuperó un poco de superficie, en algunas zonas el trigo sigue relegado si se lo compara con la media histórica. Por ejemplo en María Juana tradicionalmente el cereal ocupaba hasta el 70% de las tierras para luego hacer soja de segunda, relación que actualmente se invirtió a favor de la siembra temprana de la oleaginosa. Los técnicos ven con preocupación la tendencia al monocultivo por los problemas que desalientan la siembra del cereal (falta de precios y compradores por un mercado mal intervenido) y empezaron a explorar especies invernales alternativas como lenteja, arveja, garbanzo, cebada, triticale y la más conocida colza o canola. En el Centro Primario de AFA de esa localidad del departamento Castellanos hicieron algunas pruebas y el pasado miércoles convocaron a productores y estudiantes a recorrerlas; como para que todos empiecen a saber de qué se trata.
Protagonismo invertido
El ingeniero agrónomo Gustavo Meroi, uno de los impulsores de estas pruebas, explicó las razones. “Veíamos que con el correr de los años la superficie de trigo se iba cayendo; entonces surgió la idea de ver qué cultivos de invierno podían ser la alternativa”. El cierre de las exportaciones y la arbitrariedad de la industria para ponerle precio al cereal han sido los principales factores que causaron el retroceso.
Otro miembro del AFA María Juana, el ingeniero agrónomo Julio Albrecht, aseguró que se siembra con trigo sólo el 50% respecto de 5 o 6 años atrás, una situación preocupante en una zona considerada “triguera”, que incluso cuenta con un molino harinero en el pueblo. “Antes era muy común tener en la zona entre un 60/70% de soja de segunda atrás del trigo, hoy tenemos que decir que esa proporción la ocupa la soja de primera y la de segunda está en el 30/40% con mucha suerte” (y remarca y repite un par de veces la palabra “mucha”). Obviamente no hay misterios para encontrar las causas: las alteraciones que generó la ineficiente intervención oficial desvirtuó el mercado, por lo que sólo hay demanda para el grano de calidad y el resto ni siquiera tiene precio.
Descubrir cada especie
La situación impulsó a los técnicos a explorar alternativas. Entonces se sembraron 6 cultivos para comparar con trigo: lenteja, arveja, garbanzo, colza, cebada y triticale. Aunque aún resta la cosecha para obtener “datos duros”, las parcelas son por el momento el primer contacto de muchos productores y técnicos con estas especies.
“El manejo de la cebada y el triticale es muy similar al trigo, tanto en densidad de siembra como en fertilización”, explicó Meroi, y desasnó a más de uno al mencionar que el triticale es una mezcla de trigo con centeno “muy rústico para resistir enfermedades e insectos”, por lo que el manejo es más sencillo. Mencionó, además, que esta “cruza” se puede pastorear hasta cuatro veces antes de dejar que desarrolle la espiga.
Sobre la cebada, el director técnico de los ensayos advirtió que tiene alguna complicación en la fase comercial, puesto que debe alcanzar una calidad suficiente para ir a industria; caso contrario se destina a forraje.
La elección de la colza responde a la fabricación de biodiesel y, al ser más conocida, ya está en etapa de experimentación de manejo y fertilización. “En cuanto a insectos, tuvimos algún ataque de plutella que lo pudimos controlar”, dijo el agrónomo.
En cambio, el garbanzo sí es un cultivo novedoso para la región porque su área de producción está en el norte. Y como AFA Maciel decidió probarlo este año, los colegas de María Juana no quisieron ser menos y pidieron algunas bolsas de semilla; “incluso se hicieron lotes comerciales en la zona”. Este cultivo demandó mayor atención sanitaria, ya que sufrió ataques de fusarium que los puso amarillos y de la “rabia del garbanzo”, producida por el hongo ascochita (que también afecta a la soja). “Estamos aprendiendo; le hemos tirado fungicida, una mezcla de triazoles con estrobirulinas, y hemos notado una diferencia; así que cuando cosechemos veremos los resultados”, señaló Meroi.
La comercialización del garbanzo se realiza según el calibre: los granos de 10 milímetros (provenientes de semilleros mexicanos) son los más caros y van todos a exportación; los que tienen entre 8 y 9 van a Europa (“los granos más grandes no les sirven porque entran pocos por lata”, contó Meroi); y los de 7 milímetros se venden a Pakistán. “De 6 milímetros para bajo se destinan para semilla”, completó Meroi, y agregó que en el país hay un par de exportadores y “la idea de AFA es a través de ellos entrar en esos mercados”.
En cuanto a lenteja y arveja, los técnicos piensan aprovechar la experiencia de “las zonas legumbreras”, como el sur santafesino. La mayor parte de estas especies se destina a Brasil, pero el único condicionante que tiene la arveja es el color: si es blanca no se considera apta para consumo humano y se deriva a alimento animal. La lenteja no tiene requisito de calibre y sólo se demanda volumen. En cuanto al manejo, al ser leguminosas ambas tienen que inocularse, curarse antes de la siembra y hacerle un herbicida preemergente “porque si se te escapa alguna maleza hay muy pocos productos que sean selectivos y son muy caros”.
Datos prometedores
La idea también es evaluar estas especies en un plan de rotaciones, por lo que se sembraron 7 parcelas con 3 repeticiones. “La intención es después cruzarles soja y maíz” para evaluarlos como antecesores y medir qué incidencia tiene cada uno en el rendimiento del cultivo posterior.
Para Albrecht no se trata de fomentar, sino de “que la gente los conozca”. En tal sentido, señaló: “acá en la zona la cebada no se conoce, el garbanzo tampoco, ni la lenteja, la arveja o el triticale; y son otras alternativas interesantes para hacer y el productor lo que tiene que hacer es evaluar”.
Además, al tener permitido el mercado exterior y no tener retenciones hay buenos precios para estos productos. Pero el problema es conseguir compradores. “En arveja y lenteja, AFA ya tiene mercados que consiguió en Brasil y los productores que los están haciendo consiguen buena diferencia”, comento el técnico.
Meroi también puso el acento en la venta, pero agregó datos un poco más seductores. Los rindes del garbanzo pueden oscilar entre 18/20 quintales y la arveja “puede estar en esta zona en 10/12 quintales”; mientras que en lenteja “un poco menor”. Y agregó que, una vez que se conquista un mercado, “los precios son muy interesantes”. Por ejemplo: la tonelada de garbanzo cotiza entre u$s 560 y 700 “y no tiene prácticamente retenciones”; la de arveja en u$s200/260; y la de lenteja unos u$s 200. “Comparados con el trigo son atractivos”, concluyó.