Sindicalismo salvaje

Fue el colmo del abuso, la desconsideración, la prepotencia y la insensibilidad. Dos pilotos de aviones de líneas argentinas y distinta pertenencia gremial se insultan -y al parecer se golpean- dentro de un avión en los momentos previos al vuelo. Frente al hecho, la reacción sindical es declarar un paro que afectó a diez mil personas y suspendió el vuelo de 38 aviones. No es la primera vez que este abuso se comete y, atendiendo a la impunidad que disfrutan, no será la última. Al respecto, no está de más recordar que hace dos años se realizó un paro cuando, con motivo de los robos de equipaje, la policía decidió revisar las oficinas y los depósitos de quienes estaban a cargo de los equipajes. ¡Nunca visto! El sindicato se oponía a que los sospechosos de robar las pertenencias de los pasajeros fueran investigados.

Ahora el conflicto se desata en una situación de emergencia por la clausura temporaria de Aeroparque y la consecuente sobrecarga de Ezeiza. Por lo tanto, las aglomeraciones están a la orden del día. Ya a primera hora del jueves los pasajeros habían elevado quejas por la imprevisión de las autoridades respecto de la habilitación de estacionamientos y baños. Pero el caos se desató alrededor de las tres de la tarde, cuando se inició una medida de fuerza insólita que expresa la impunidad de ciertos dirigentes sindicales.

Las víctimas de la prepotencia gremial fueron los pasajeros, quienes con la compra de pasajes y el pago de impuestos sostienen la empresa estatizada que, además de arrojar pérdidas siderales, se caracteriza por la irregularidad de sus prestaciones.

El panorama de ancianos, madres embarazadas, niños, esperando a la deriva que los jefes sindicales se pusieran de acuerdo sobre sus refriegas, era injusto, descorazonador y patético. Ninguna de las escenas lacerantes -como la del joven matrimonio sanjuanino que debía trasladar los restos de su hijo recientemente fallecido- pareció sensibilizar a sindicalistas asociados con un servicio público crítico y por tanto sometido a normas que no se violan impunemente.

El conflicto en cuestión tiene como antecedente añejas diferencias entre los diversos gremios aeronavales a las que se suma la prepotencia de dirigentes sindicales que defienden sus cuotas de poder mediante comportamientos propios de la mafia.

Las operaciones de matones sindicales tratando de trabar o comprometer al gremio rival están a la orden del día. Las víctimas directas de estas decisiones intempestivas son los pasajeros, pero el daño alcanza a toda la ciudadanía que sufraga con sus aportes -incluida la mayoría que no usa aviones- el deficitario funcionamiento de Aerolíneas Argentinas y Austral.

Uno de los protagonistas centrales de estos abusos es el señor Jorge Pérez Tamayo, presidente de Apla y considerado por los observadores como el “Moyano de los cielos”. Pérez Tamayo que adscribe al oficialismo, es el piloto habitual de la presidenta de la Nación.