Viaje al país del sufragio no obligatorio

Mirada local sobre el sistema electoral norteamericano

Dicen que no hay colas delante de las urnas. Y que la propaganda comicial sigue aún junto a éstas. Que hay lugares donde se puede votar sin el documento de identidad.

Luis Rodrigo

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“Allá es un día normal, un martes más en Estados Unidos. La única diferencia es que hay un tema dominante en los canales de televisión, pero fuera de los lugares de votación, es como cualquier otro día”, cuenta el senador Rubén Pirola (PJ-Las Colonias).

El legislador fue invitado por la Fundación del Río de la Plata a ver las elecciones en Washington DC, Maryland y Virginia. Ese fue el enlace argentino con el Centro Estratégico de Estados Unidos, “un organismo que aquí denominaríamos como una ONG, pero que tiene el financiamiento tanto del Partido Republicano como del Partido Demócrata, cosa que me llamó bastante la atención... Tiene la finalidad de hacer conocer los mecanismos electorales norteamericanos, sus variantes. Y fue por ellos que pudimos funcionar como observadores”, relata en alusión a su par Danilo Capitani (PJ-San Jerónimo), que también trajo sus impresiones sobre la elección legislativa que perdió el presidente Obama, “pese a que hizo una reforma de salud en la que incluyó en el sistema a 40 millones de personas, que no tenían accesos que en Argentina son elementales... pero que no votan”, subraya el presidente de la Comisión de Salud del Senado.

¿Credibilidad o ingenuidad?

El de Las Colonias no duda: “Nuestra concepción del sistema electoral es totalmente distinta de la que hemos visto. En algunos distritos vimos lugares donde no es necesario llevar una credencial para votar. Basta con que el votante se haya inscripto y que a las autoridades de la mesa les diga su nombre y su fecha de nacimiento: con decir eso se puede votar. Uno de inmediato pregunta si no hay posibilidades de que así alguien vote dos veces, y a ellos ese tipo de preguntas les causa sorpresa. Dicen que la gente allá no piensa en esas cosas...”, agrega Pirola.

La charla se enfoca en el antecedente de fraude electoral más pesado para la historia norteamericana, cuando Al Gore perdió con Bush, y en Miami (un Estado donde pesa el voto latino) votaron hasta los muertos. “Ahora que he visto cómo son las elecciones, me imagino que lo que pasó en aquel comicio debe tener que ver con esto: hay una confianza completa en el sistema, nadie tiene dudas, y están más expuestos”, agrega el ex director de Vialidad durante el gobierno de Jorge Obeid.

Las curiosidades abundan: “Hay lugares donde se pueden inscribir los votantes hasta 15 días antes del comicio. Y otros donde la ley permite inscribirse incluso hasta el momento mismo del inicio del acto electoral”.

Sin veda

“Como hay 5 horas de diferencia entre la Costa Este y el Oeste, en los medios de comunicación la propaganda sigue e incluso van planteando los partidos políticos los pedidos a sus votantes de que vayan a las urnas, y mientras se vota”, describe Pirola.

Comenta que hay carteles “sostenidos con alambres a metros de las urnas, con leyendas sobre los candidatos”. Y hombres sándwich o gente con letreros en favor de un sector en la puerta de los lugares de votación “y que te informa dónde están las urnas”.

En cada lugar hay situaciones diferentes. Hubo con las elecciones legislativas, otras de gobernador, y también aparecen los referéndum: “En Virginia, en uno de sus distritos, se consultaba a la gente si el municipio iba o no a cobrar una nueva tasa para solventar un sistema de ambulancias. Y a ese tema también lo militaban los que estaban de acuerdo con que se cobre y también los que estaban en contra... y te entregaban el folleto al lado de la urna y te decían por qué votar por unos u otros...”.

Sábana, electrónico, y hasta cantado

Mientras en la provincia -muy tibiamente- se vuelve a hablar del sistema electoral, recientemente reformado al dejarse atrás lemas y sublemas, Estados Unidos es banco de pruebas de todo tipo de innovaciones tecnológicas.

“La informatización de las elecciones crea un gran debate por el uso de las máquinas, las inversiones, el tiempo que estas terminales pueden estar en uso. Por ejemplo, en Virginia el voto es electrónico, pero en Washington puede serlo o con boletas impresas. Hay lugares donde cada uno marca qué candidato elegir, y automáticamente la autoridad de mesa pasa un scaner y envía los datos del sufragio al centro de cómputos. Uno les pregunta si eso no va contra el voto secreto... pero la realidad es que a quienes hacen estas tareas, y a quienes votan, eso no les importa”.

Como el voto no es obligatorio, y sólo pueden hacerlo quienes se empadronan, hay menos votantes. “Incluso suele sufragar un 60 ó 70% de los que se inscriben... No se ven colas”.

Al sur del Río Bravo

“Cada vez que alguien viaja dice lo mismo, que se te abre la cabeza. Y eso es verdad. En Estados Unidos tuvimos mucho contacto con personas de otros países de Latinoamérica y también con latinos residentes, muchos de los que ya son ciudadanos norteamericanos”, comenta Capitani.

“Hablamos con mexicanos, con dominicanos y con jamaiquinos. Cuando uno pregunta por cómo se nos ve a los sudamericanos desde Estados Unidos, todos dicen lo mismo: la estrella es Brasil”, lamenta. Y añade: “Hay gente que te pregunta cómo los argentinos permitieron que se perdiera su liderazgo, su presencia”.

Hay fiscales de los partidos pero también voluntarios. “Son ciudadanos que dicen no pertenecer a un partido, pero que se inscriben para las labores electorales, porque lo consideran su obligación como norteamericanos”. Además de demócratas y de republicanos puros “también vimos a fiscales del famoso Tea Party”. “Son -destaca Pirola- en realidad una rama del republicanismo, que en algunos lugares fueron candidatos propios y en otros con el PR”.

Es que además de la derrota de Obama, el otro dato saliente es la aparición de esta nueva fracción -acaso una reacción al aumento del poder de las minorías, en parte latinas-, que se ha ubicado a la derecha de la derecha. Su lema “este país es nuestro, recuperémoslo” está dirigido a los blancos, no a las minorías raciales, y mucho menos a los inmigrantes provenientes del sur del Río Bravo.

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Los senadores provinciales Rubén Pirola y Danilo Capitani fueron invitados como observadores a estudiar las elecciones que perdió el presidente Obama.

Foto: Archivo El Litoral

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