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La credibilidad del presidente

Enrique Cruz (h)

No fue una buena semana la del presidente de Unión. Quizás pudo “traicionarlo” un desliz de calentura por la derrota ante Belgrano, cuando efectuó aquellas declaraciones en las que acusó a los jugadores de no poner lo que deben poner. Y tuvo que hacerle frente a una situación conflictiva en el fútbol amateur, donde respalda el trabajo de Nicolás Frutos pero no pudo sostener una decisión que se había tomado en torno a un hombre importante en la vida deportiva de Unión como el Pelado Centurión, que al final seguirá trabajando y, esperemos, en paz y armonía con los deseos del coordinador.

Spahn está dándose cuenta de muchas cosas que suceden en un club de fútbol y que son diametralmente opuestas a las que él, como hombre de negocios y empresario exitoso, estuvo acostumbrado en sus pocos más de 50 años de vida. Como por ejemplo, el de tener la absoluta facultad para tomar decisiones sin que éstas generen una suerte de caos interno.

Por otra parte, tener un club equilibrado es, para Spahn, sólo una expresión de deseos. No lo logra y eso lo desvive. Unión pierde alrededor de 300.000 pesos mensuales que no se pueden reducir, salvo que aparezca un jugador de un “palo” verde para vender, cosa que también está lejos de suceder en Unión desde hace mucho tiempo.

Spahn goza aún de la esperanza y credibilidad de la gente. Su llegada al club no fue muy convencional que digamos, pero su fortaleza económica y la confianza que generó en la gente le permitió contar con un fuerte apoyo. No pudo corregir el rumbo deportivo a pesar de haber convencido a Pumpido y Alí para que se hagan cargo del fútbol de Unión. Todavía no se avizora un proyecto deportivo ni tampoco un rumbo económico que permita pensar en que las cosas pueden cambiar en un futuro. Pero lo que no debe sufrir Spahn es el agotamiento y el desgaste propio de una dirigencia acorralada por un presente muy poco venturoso de la institución.

Ningún club se hace grande ni recupera protagonismo y éxito de un día para el otro. Y a veces hay que caerse para levantarse más erguido y fuerte que nunca. A Unión ya le pasó en los 90. Y antes también. Pero ahora hay que entender que se ha perdido la reserva dirigencial que antes acudía en ayuda del presidente de turno necesitado, para darle una mano y sacarlo a flote.

No creo que Spahn admita fracasar. Pero para que eso no ocurra, tendrá que ponerse a pensar y a trabajar en un proyecto de club a mediano plazo, aprovechándose de la credibilidad que aún goza. Con ideas, con acción y con un horizonte claro. Es una oportunidad histórica, tanto para él como también para el club.