Muchos volvieron, otros decidieron quedarse

La crisis global impactó en la vida de los santafesinos en el exterior

El año pasado, miles de argentinos regresaron al país. Durante 2010, el flujo se redujo. La economía no es la única causa por lo que algunos optan por retornar.

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Contacto. Luciana Michlig saluda su hermana Ivana a través de la cámara en una comunicación Santa Fe-España vía Skype. Foto: El Litoral

 

Ignacio Andreychuk

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La crisis económica global cambió el ritmo de vida de los santafesinos diseminados por el mundo. En España, Italia y Estados Unidos la recesión golpeó fuerte, por eso miles de personas nacidas en la Argentina armaron sus maletas y volvieron, aunque otros todavía permanecen en el exterior en busca de un mejor horizonte.

Quienes tomaron la determinación de regresar del extranjero lo hicieron por distintos motivos: falta de estabilidad laboral y desarraigo fueron las principales causas para pegar la vuelta. Pero las necesidades afectivas también juegan un rol importante, como el caso de Andrea Catella y Jorge Ulla (ver aparte), un matrimonio santafesino que retornó de España en 2010, tras siete años de permanencia en la Península.

“Llega un momento en el que no aguantás más las ganas de estar con los tuyos, en tu lugar de siempre, más allá de lo bien que se pueda estar en el exterior”, confesaron a El Litoral.

Pero, al menos en España, los santafesinos que se quedaron luchan día a día por una vida más provechosa. Consideran que aún se encuentran más posibilidades de progreso que en la Argentina, a pesar del parate laboral que se registró en distintos rubros de la economía de la península Ibérica. La segunda mitad de 2010 significó un pequeño oasis para un buen número de inmigrantes -sobre todo latinoamericanos- que el año pasado debieron soportar la caída de miles de puestos de trabajo.

La historia de las hermanas Ivana y Marcela Michlig (ver aparte), oriundas de la ciudad de San Cristóbal, refuerzan ese concepto. Actualmente, residen en Castellón de la Plana, al este del territorio español, perteneciente a la Comunidad Valenciana.

“No creo que haya crisis, sino un susto general sobre lo preestablecido. Durante nueve años llevaron una vida de derroches y eso no era real, quizás ahora el cambio está en los 40 millones de españoles que tienen que darse cuenta de que si se descapitalizan, no pasa nada; si bajan de un BMW a un Seat Ibiza, tampoco”, comentó Ivana en comunicación con El Litoral desde España.

Alrededor de 7.500 argentinos volvieron de la “madre patria” durante el año pasado, según reportó el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, pero hasta octubre de 2010 la cifra disminuyó un 40 por ciento (3.000). Ahora, muchos “criollos” que residen allí especulan con los primeros síntomas de recuperación que evidenció ese país y esperan levantarse de la caída generalizada que tuvieron tanto los españoles como las personas inmigradas.

Sin embargo, el licenciado Miguel Pajares, responsable del Área de Inmigración del Centro de Estudios de Comisiones Obreras de Cataluña, aportó en su informe anual que los trabajadores inmigrantes tienen tasas de temporalidad (trabajo por temporada) muy superiores a las de la población autóctona y, por tanto, la fuerte pérdida de empleo temporal que se produjo le impactó con dureza. Los efectos de la crisis afectan a todos los habitantes, pero al sector de inmigrados los acusa de manera especial.

Contextualización

El continente europeo no augura grandes transformaciones en su economía para el futuro venidero. España, Italia, Grecia y Francia ya presentan reajustes de todo tipo pensando en las complicaciones que, según los analistas internacionales, serán inminentes.

Por otro lado, los norteamericanos tampoco vivieron una situación próspera en el último tiempo. A lo largo de 2009, en Estados Unidos se perdieron unos 4,2 millones de empleos.

Estos datos son contundentes a la hora de comprender la ola migratoria que se registró en todo el mundo, fundamentalmente en territorio español por parte de los argentinos. Incluso, el gobierno español invirtió decididamente en el “regreso incentivado”. Se trata de dos Programas de Retorno Voluntario de Inmigrantes y por medio de esta alternativa reciben en dos plazos -un 40 por ciento de forma anticipada y el resto en su país- el dinero que les corresponde como subsidio de desempleo contributivo.


Destinos de los argentinos.pdf

8.646

extracomunitarios

se acogieron al Plan de Retorno Voluntario entre enero y octubre de este año para salir de España.

14.621

personas

inmigradas se marcharon durante todo 2009 mediante la misma alternativa que impulsó el gobierno socialista español.

339.240

empleos

de inmigrantes se perdieron en la península Ibérica al 31 de diciembre del año pasado, de acuerdo a un informe anual.

14.044

argentinos

están incluidos en ese número. Construcción y agricultura fueron los rubros más afectados por la recesión.

2.547.200

inmigrantes

era el total de la población extranjera en España durante 2009. La cifra bajó considerablemente.


“Llegás a extrañar hasta el olor a pescado de la laguna”

Andrea Catella y Jorge Ulla tienen 37 años y volvieron de Málaga (España) en marzo de este año.

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En casa. La pareja retornó a Santa Fe tras sentir mucha necesidad afectiva de los suyos.

Foto: Luis Cetraro

- Andrea: “Estábamos muy bien en España, incluso después de tener nuestro primer hijo. Al llegar el segundo, empezamos a analizar la situación y -además con la poca vida social que teníamos- se hacía muy complicada, porque no hay ayuda de ningún familiar. Eso fue lo que me hizo cambiar de idea a mí, porque él (por Jorge) ya estaba seguro de que quería volver a Santa Fe, más aun cuando le ofrecieron trabajo”.

- Jorge: “Los primeros tres años fueron maravillosos. España es hermoso para vivir y para desarrollarse profesionalmente. Pero llegó un día en el cual decidimos volvernos. La crisis que se vivía allá nunca nos tocó de cerca, aunque nos pusimos a pensar en todos nuestros afectos y cada vez se hacía más difícil quedarse. Llegás a extrañar hasta el olor a pescado de la laguna”.

- Andrea: “Al principio estuvimos muy bien. Pudimos hacer todo lo que acá, seguramente, no habríamos podido. En ningún momento sentimos la necesidad de volver al país, a la ciudad. Cuando vinimos de vacaciones por primera vez (2004) luego de llegar a España, nos volvimos con la certeza de que teníamos que estar allá. Pero, la segunda vez que regresamos de paseo a Santa Fe (2007), con un nene de ocho meses, no fue el mismo convencimiento de que teníamos que estar en España, incluso lloré un largo rato”.

- Jorge: “Los dos teníamos trabajos lindos, estables. Las posibilidades siempre están. Cuando nosotros arribamos a España, si tirabas un pan a la calle crecía una panadería. Era algo realmente llamativo el gran movimiento económico que había, en todos los rubros. Luego, la construcción se detuvo abruptamente y le generó problemas a gran parte de la población, lo cual implicó que muchos comercios cerraran sus puertas y las personas se fueran. Inclusive, algunas personas que viven allí dicen que el trato amable hacia los inmigrantes ya no es el mismo”.

- Andrea: “Llega un momento en el que ponés todo en la balanza: lo que se gana allá y lo que se pierde. A pesar de que era mucha la tranquilidad que teníamos en España, no podíamos compensar la falta de afecto de los nuestros.

En cuanto al conflicto económico, en España, si uno tiene un trabajo en relación de dependencia, normalmente la crisis no le afecta. Quizás el que tiene un oficio determinando siente más todo eso. A nosotros no nos generó ningún inconveniente, inclusive se puede seguir teniendo un nivel de vida superior al de acá con la crisis generalizada de por medio”.


“Por ahora no tenemos la idea de volver al país”

Las hermanas Michlig tienen 38 y 33 años. Residen en Castellón de la Plana desde 1999 y 2002, respectivamente.

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En la “madre patria”. Ivana (izq.) y Marcela encontraron una posibilidad laboral a pesar del fuerte impacto económico que sufrió toda la Unión Europea. Foto: Gentileza Flia. Michlig

Llegué para hacer turismo -contó Ivana- y me quedé en esta bella ciudad, que está a una hora de Valencia, sobre el Mediterráneo. Tenía una posibilidad de trabajo a través del arte, porque en esta zona hay una movida cultural muy importante. Empecé contando cuentos y bailando, y me di cuenta de que se podía transformar en una forma de vida y trabajar de eso.

Entre 2000 y 2001, la economía de Castellón se sostenía por la industria del azulejo, inclusive la fisonomía de la ciudad fue mutando a pasos agigantados. Y lo que hoy se ha restringido es la industria del ladrillo, algo que tenía un impulso enorme porque no dejaban de construirse casas. La gente que hoy está apretada con sus finanzas es la que antes vivía por encima de lo que ganaba. Se manejaban a base de créditos, lo cual ahora está cortado.

Nosotros tomamos bien el hecho de que llegaran muchos argentinos cuando se produjo la crisis en el país. La gente intentó venir a toda Europa, pero quizás lo hacían con una expectativa mayor a la que realmente existía. Me alegró mucho que los argentinos vinieran aquí, pero los que entraron en la dinámica de endeudarse han quedado como están ahora muchos españoles, agobiados por las deudas.

Tengo una academia de danzas -continuó la hermana mayor- hace seis años, con 200 alumnas. Sólo se realiza la danza del vientre. Apenas llegué, preparaba espectáculos de danzas y cuentos para presentar en las Casas de Cultura, tanto para infantiles como para adultos, con ayuda de las municipalidades. También debí vender cosas en la calle porque tuve la desgracia de que me robaron todo, pero fue una cosa excepcional.

Se nota desde hace dos años lo que los españoles denominan crisis, pero yo no quiero llamarlo así. Me parece más un reajuste de la economía nacional sumamente necesaria. La gente tiene un nivel de endeudamiento familiar que no se podría aguantar en ningún país.

A partir de 2009, mi hermana Marcela tuvo trabajos temporales, de tres o seis meses, y luego dejó. Casualmente, ahora está empleada en un restaurante, donde ya había trabajado. Sabe lo que es repartir currículum por todos lados sin tener muchas respuestas y tener que agarrar lo que sea en este momento.

Por ahora, no tenemos la idea de volver. La vida en España es mucho más tranquila, más allá de que los afectos siempre están presentes, sobre todo de nuestros padres y hermanos. Nuestro desarrollo personal puede darse mucho mejor aquí.